¿Soledad, desconexión y mucha ansiedad? Un diagnóstico sexual de Neuquén
La psicóloga Nadia Ciuffo Valdez abrió el juego en sus redes sociales para hablar de sexo, amor y otros alimentos vitales ¿Qué consultas recibe? ¿Dónde nos perdemos en los vínculos? ¿Cómo nos llevamos en Neuquén con el sexo?
Las canciones que escuchamos, lo que nos ofrece el algoritmo, la charla con las amigas, las películas que miramos y nos hacemos, lo que te quita el sueño. Y también: del tabú a la sobreexposición; del chiste fácil a la cosa seria; de poner todo en crisis a crear nuevos estereotipos; del beboteo a la responsabilidad afectiva; de la ansiedad al amor romántico; del Tinder a la soledad; de la monogamia al poliamor. El sexo y el amor, más allá de los momentos y los consumos, siempre son combustible vital de nuestros días.
Hace unos 70 años, la poeta uruguaya Idea Vilariño escribía: “Dónde el sueño cumplido/ y dónde el loco amor / que todos /o que algunos/ siempre /tras la serena máscara / pedimos de rodillas”. Y aunque el tiempo es transformación, hay interrogantes que permanecen.
Sobre esas preguntas, sobre ese universo inagotable, es que la psicóloga zapalina Nadia Ciuffo Valdez se para a dialogar con sus seguidores en la cuenta de Instagram Lic. Psicoloca (@lic_psicoloca). Se recibió hace más de 15 años en la Universidad de Flores. Luego, se formó como sexóloga en la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana.
“Creo que Alessandra Rampolla nos marcó a todos los de la generación de los 90, 2000, fue nuestra gran influencer antes que existiera el término. Pero también siempre tuve la cuestión de dedicarme a las cosas que no les interesa a nadie, pero a todo el mundo les interesa, a lo tabú y la sexualidad es tabú”, explica. Luego sintió que con eso no alcanzaba y realizó una especialización en terapia de parejas. “Después, sobre la marcha dije: la ansiedad es un gran factor, como gran denominador común a muchos problemas que tenemos o disfuncionan. Así que ahora estoy haciendo una especialización en trastorno de la ansiedad”, agrega.
Además de continuar formándose, durante la gran caja de Pandora que fue la pandemia -como le gusta definirla a Nadia por los múltiples procesos que impulsó más allá de lo estrictamente sanitario- comenzó a generar contenidos para las redes sociales, con visuales de estilo pop art, infografías provocadoras y mucho para interpelarnos. Al principio lo hizo como posibilidad de abrir espacio a la palabra, pero hoy consiguió un feedback sumamente nutritivo que, aunque aclara que ese espacio no reemplaza una terapia, permite generar más cercanía para hablar sobre sexo, deseo, relaciones, entre otros infinitos territorios humanos.
Ansiedad y desconexión
—¿Cada vez es más difícil poner el cuerpo al encuentro sexual?
—Estamos muy solos y desconectados. Yo creo que la soledad es la que viene siempre a terapia. La soledad es una problemática que está todo el tiempo presente y es común a todos. Cuesta mucho el cortejo, que tiene que ver precisamente con la dificultad de no saber desde dónde conectar con el otro. Hoy no nos conectamos con nosotros, menos nos vamos a conectar con otros.
—¿Cuánto de eso tiene que ver con la ansiedad?
—La ansiedad es la vedette. Lo que pasa que el cuadro es tan florido, tiene tantas maneras de manifestarse. Parte de esta desconexión que hablamos muchas veces tiene que ver con cuestiones de ansiedad: por los niveles de consumos que tenemos, me refiero a todo tipo de consumos; por no poder reconocer nuestras emociones. No nos enseñan a cómo lidiar con las emociones como la angustia, la tristeza, la incertidumbre. Estas cuestiones se aprenden a los ponchazos, diría mi abuela. Tendemos a buscar calmarnos, a auto consolarnos con cosas que no nos ayudan a ver bien qué nos está pasando. Bueno, tomá, jugá con esto, acá tenés el nuevo iPhone. Todo está muy puestos en el afuera y poco puestos en el adentro. Y sobre todo en términos de lo que es la sexualidad. Hay mucha hipocresía: uno se cuida en lo que come, se cuida en lo que toma, se cuida porque va al gimnasio, se cuida con skincares todos los días, pero no te cuidás de la gente con la que te juntás, de las personas con las que te acostás y con la gente con la que laburás.
El sexo una construcción social
—¿Qué implica concentrarnos cada vez más en el yo sin mirar lo que pasa al lado?
—Es súper importante el contexto social donde uno está. No puedo pensar solamente lo individual como si lo social no influyera. El individuo pasó a gobernar, es el centro del mundo y el mundo social desapareció, lo colectivo desapareció. Creo que ese es nuestro próximo desafío, volver a pensarnos en términos sociales. Somos seres sociales. Hay cierto individualismo en términos cuasi narcisistas, te diría. Somos una red social real y hoy la red social es virtual. La desconexión es real. Vos tenés un montón de seguidores, tenés un montón de amigos en Facebook, tenés un montón de followers en TikTok, pero está solo. Y cada vez se agrava más porque los discursos tienden a aislarnos. Y entonces aparece esto del regocijo del autocomplacencia, cuando en realidad pasa por otro lado. Yo no sé cómo soy hasta el encuentro con el otro. Les digo a mis pacientes que vienen a hacer terapia de pareja: el encuentro con el otro es el encuentro con uno mismo. Vos podés saber cómo sos en tu vida como hija, como mamá, como amiga, pero como pareja, es diferente.
—¿Qué problemas en el orden de la sexualidad son más evidente en Neuquén?
—Mucho tiene que ver con la falta de deseo y también con las inseguridades. Tengo muchos pacientes hombres, es un porcentaje más alto. De hecho, mis seguidores en las redes son más hombres que mujeres y las franjas van de los 35 a los 44 en su mayoría. Lo cual me sorprende mucho por el tipo de contenido que yo hago. El hombre está muy metido en los temas. En un 90% las consultas son por disfunción eréctil y eyaculación precoz, que son los grandes temas de la sexología; y mujeres en su mayoría vienen por problemas de pareja, de desconexión sexual o por muy bajo deseo. Todo tiene que ver con la desconexión, pero también tiene que ver con el porno falopa que fue la ESI (Educación Sexual Integral) de muchas generaciones y que todavía sigue destilando veneno. Eso cala profundo, genera inseguridad. Vos ves un actor porno tiene un pene de 30 centímetros que rinde 4 horas y el sexo real es otra cosa. Eso frustra. Cuando tu referencia es perfecta y súper idealizad, lo real se hace tedioso, aburrido, frustrante. Todo eso angustia y a nadie se le va a parar cuando uno tiene una angustia.
Terapia
—¿Y esas situaciones qué otras problemáticas generan?
—Esas situaciones empiezan a generar mucha ansiedad, terminan siendo bastante complejas para abordar después, porque se tiende a la masturbación como solución. La masturbación es bárbara porque me masturbo cuando quiero, como quiero, fantaseo con lo que quiero, sé cómo llegar al orgasmo, entonces no tengo problema con eso. Pero entonces cualquier otra experiencia del orden de lo real es compleja. Me ha pasado de tener pacientes que ni siquiera se masturban porque no tienen ganas. No hay deseo. Y la sexualidad es tan importante para la salud como puede ser comer bien, hacer actividad física. Hay una vulgarización de la sexualidad, se exhibe y se usa mucho en términos de lo gracioso y se ridiculizan situaciones que para mucha gente pueden ser muy frustrantes. Es muy angustiante no poder tener intimidad, no sentirte bien.
—¿Cómo podemos corrernos de esos lugares?
—Para mí la terapia tiene que ser una cuestión no sólo de elaboración, sino de práctica. No quedarse sólo con los teóricos. Trabajo mucho por objetivos ¿Cuáles son las estrategias para cumplir con esos objetivos? Aparece mucho esto de la paja. Uy me da paja. Entonces la gente se pone más en contacto con el no tener ganas que con el dale, vamos, quiero, probemos, intentemos. Equivocarse es válido. A veces hay una procrastinación constante por miedo al fallar, o por miedo al no ser elegido. El mundo no se rige en función de mis ganas, nadie se levanta un día y dice, che, qué ganas de tomarme el bondi con nueve grados bajo cero para ir a laburar, laburo donde no me reconocen y pagan poco. Se hace con esfuerzo. Establecer puentes sanos muchas veces implica un esfuerzo, donde hay acuerdos y hay algo en el orden de la renuncia. Si no hay una conexión con el otro, no va a haber una sexualidad satisfactoria. Hay gente que conecta con cosas impensadas. Si yo no me puedo conectar con el otro, sólo tengo una descarga biológica. Voy, tengo relación sexual y me fui. No está ni bien ni mal, son modos de relacionarse. Ahora, cuando vos te querés conectar con el otro, hay que generar el espacio. No se puede sostener un vínculo exigiendo que el otro se amolde, es de a dos, es una construcción de a dos.
“Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran (…)” escribía Oliverio Girondo. En este gran lío, la buena noticia, es que todo puede trabajarse: recuperar el erotismo, el deseo, el placer. Encontrarse es retirarse el tentador, pero difícil velo de la individualidad, desnudarse de prejuicios y estereotipos. Y también, nunca está de más leer poesía.
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