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Bicarbonato de sodio, el secreto que puede transformar tus plantas

Incorporarlo al cuidado de las plantas de interior puede marcar una gran diferencia. ¿Cuál es el truco que se debe usar?

En el mundo de la jardinería, existen numerosos elementos de uso cotidiano que pueden convertirse en aliados valiosos. Uno de ellos es el bicarbonato de sodio, una sustancia económica y accesible que va mucho más allá de sus aplicaciones en la cocina o en la limpieza del hogar.

Incorporarlo al cuidado de las plantas de interior puede marcar una diferencia, siempre que se utilice de manera responsable y con conocimiento.

Lejos de tratarse de una moda pasajera o de un truco sin fundamento, el uso de bicarbonato en jardinería tiene bases concretas. Su composición lo convierte en una herramienta útil para mantener saludables las plantas que viven en espacios cerrados, donde factores como la humedad, la ventilación limitada y la falta de luz solar directa pueden generar condiciones propicias para hongos y otras amenazas.

Una barrera natural contra hongos e insectos

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El bicarbonato de sodio ayuda a combatir plagas.

El bicarbonato de sodio ayuda a combatir plagas.

El bicarbonato posee propiedades antifúngicas que permiten prevenir o controlar el desarrollo de enfermedades comunes en las plantas de interior. Entre ellas, se destacan el oídio y el mildiu, afecciones que provocan manchas blanquecinas o una capa polvorienta en las hojas. Estos hongos pueden debilitar la planta de forma progresiva si no se actúa a tiempo.

Además, este compuesto contribuye a desalentar la presencia de ciertos insectos, como los pulgones y las cochinillas. Estos pequeños invasores suelen alimentarse de la savia, afectando el vigor de la planta y dificultando su desarrollo. El bicarbonato no elimina las plagas por completo, pero crea un entorno menos favorable para su proliferación.

Otro beneficio importante es su capacidad para neutralizar olores y bacterias en la tierra, en especial en macetas sometidas a riegos frecuentes o con drenaje deficiente. Esa función ayuda a mantener el sustrato en mejores condiciones, lo cual repercute en la salud general de la planta.

Métodos seguros para su aplicación

Existen distintas maneras de incorporar el bicarbonato en el cuidado de las plantas de interior. Una de las más comunes es a través de una solución en spray. Para prepararla, se disuelve una cucharadita de bicarbonato en un litro de agua y se le añade una gota de detergente neutro. La mezcla se aplica una vez por semana sobre las hojas, preferentemente en momentos del día sin exposición directa al sol.

Otra opción consiste en espolvorear una pequeña cantidad sobre la superficie del sustrato, alrededor del tallo. Esta técnica ayuda a prevenir la aparición de hongos en la base de la planta, sobre todo en épocas de humedad elevada.

El bicarbonato también se puede utilizar como agente de limpieza para macetas vacías antes de realizar un nuevo trasplante. De este modo, se eliminan residuos que podrían generar problemas más adelante.

Precauciones para evitar efectos indeseados

Aunque el bicarbonato es un producto natural y generalmente bien tolerado, no está exento de riesgos si se usa de manera incorrecta en las plantas. Aplicarlo en exceso puede modificar el equilibrio del suelo, alterando su pH y dificultando la absorción de nutrientes. También existe la posibilidad de que cause quemaduras leves en hojas sensibles si se utiliza en concentraciones altas o con demasiada frecuencia.

Por esta razón, es recomendable no aplicarlo más de una vez por semana. Además, conviene evitar el contacto directo con flores abiertas o brotes jóvenes, ya que se trata de partes más frágiles de la planta. Antes de implementar cualquier tratamiento en toda la planta, es aconsejable hacer una prueba en una zona pequeña para observar la reacción.

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