El edificio de 15 pisos, inaugurado hace 3 años, sigue conectado a la luz de obra. Tampoco tiene gas. Vecinos viven una pesadilla. Los cortes son diarios.
"Ya no sabemos que hacer, es desesperante". Natalia, una joven profesional e inquilina, resume en una frase el hartazgo que atraviesan decenas de vecinos. Ella reside en uno de los departamentos con una habitación del edificio Sofía VII, ubicado en calle 9 de Julio 265, a dos cuadras de la Avenida Argentina.
Se trata de una torre de 15 pisos completamente eléctrica (que utiliza la electricidad para todas sus funciones), con cortes de luz cada vez más prolongados, sin gas, sin agua caliente, con ascensores fuera de servicio, electrodomésticos quemados y una incertidumbre que se extiende por tiempo indefinido. En esas condiciones, viven inquilinos y propietarios.
La propiedad horizontal fue inaugurada hace aproximadamente 3 años, con dependencia absoluta de la energía eléctrica porque no cuenta con gas. Es decir, las personas que allí residen se calefaccionan mediante losa radiante; y los electrodomésticos que utilizan todavía se alimentan de la luz de obra.
De acuerdo a lo denunciado, el medidor comunitario y provisorio que fue colocado cuando se construía la propiedad, jamás se retiró ni fue reemplazado por los medidores particulares que corresponde que tenga. El porqué de no contar con el servicio fue una sorpresa para muchos inquilinos que alquilaron en el edificio; y los que tenía conocimiento, imaginaron que la situación se iba a arreglar. Pero no. Pasaron los años, y la solución que encontraron fue levantar la única térmica que tiene el complejo, cada vez que salta por exceso de consumo.
Desde su construcción, funciona con un medidor comunitario provisorio, que sigue alimentando a todos los departamentos como si fuera una obra en ejecución. Lo ínsolito es que los vecinos pagan luz y agua, como parte de las expensas del edificio.
Hace 48 horas robaron en un local comercial de la planta baja. Al día siguiente, el jueves por la noche, todo el edificio quedó a oscuras. Y desde entonces, la luz no volvió. "Llevamos 24 horas sin electricidad, sin agua caliente, sin calefacción. Anoche me morí de frío. Y no hay ninguna respuesta de la administración", denunció la inquilina, en diálogo con LMNeuquén.
Atrapados en ascensores que dejan de funcionar
Los ascensores, otra odisea: funcionan de forma intermitente, dejan a personas encerradas y hasta el montacargas de los autos queda varado, bloqueando el estacionamiento. "Ya nos quedamos 500 veces atrapados. De la nada, dejan de funcionar", se quejó la inquilina.
"El edificio está inaugurado con luz de obra hace 3 años atrás, por lo que todos los días se corta y pasamos varias horas sin energía. Yo hace un año que estoy alquilando un departamento en este lugar. En diciembre se me quemó el lavarropa, por un baja de tensión; y hace un mes fue el televisor. Otros vecinos perdieron calefones, cocinas, heladeras...acá no tenemos gas, asi que dependemos de la luz para todo", detalló la vecina.
No hay consorcio, ni administración visible, ni solución a la vista. "Se suponía que cuando finalizara la obra, iban a contratar el servicio formal con CALF e instalar los medidores correspondientes. Eso nunca ocurrió", reiteró Natalia.
Dónde está el meollo del problema
Los cortes, denunció, son diarios. Pero hace por lo menos dos meses que son cada vez más prolongados; y no hay respuestas. "Ya hicimos la queja a los dueños de los departamentos, ellos a su vez a la admnistración del edificio. Parece que quedó pendiente la contratación de CALF para que instale los medidores correspondientes", indicó.
Mientras tanto, los vecinos se las arreglan como pueden. Muchos debieron comprar protectores térmicos para evitar que exploten sus electrodomésticos. Otros ya perdieron todo: "En diciembre se nos quemó el lavarropas. Hace un mes, el televisor. A otros se les arruinó el calefón, la cocina, la heladera. Esto es habitual", relató Natalia.
El temor más grande es que un día de estos alguien quede pegado o sufra un daño. "Todos los días hay cortes. A veces vuelve dos segundos y se corta de nuevo. A la noche, cuando hay más consumo, es insostenible: pasamos mínimo tres horas sin luz", agregó la damnificado.
Algunos ya iniciaron acciones legales
La situación, incluso, ya traspasó lo doméstico. Sin llegar al extremo de poner en riesgo la vida, un vecino con consultorio odontológico en el edificio inició acciones legales por los daños y perjuicios que ocasiona la falta de luz en su trabajo. "No es lo mismo que se te queme un electrodoméstico que un equipo de trabajo", comentó la denunciante.
La cadena de responsabilidades está rota: inquilinos reclaman a los dueños, quienes a su vez piden respuestas a la administración del edificio, que no responde. Desde CALF, la distribuidora eléctrica, aclaran que para regularizar la situación, es necesario que los propietarios contraten el servicio y se instalen medidores individuales. Sin eso, no pueden intervenir. Mientras tanto, los residentes siguen pagando: "El mes pasado, yo aboné $160.000 de expensas, donde se incluye la luz y el agua, más las tareas de mantenimiento", cuestiona Natalia.
Los pasillos oscuros, los enchufes pelados del subsuelo y la imposibilidad de mantener una vida digna empujan a muchos a pensar en irse. "Así no se puede vivir. Estoy analizando mudarme porque esto no se va a solucionar fácil. Yo no tengo hijo, pero otras familias sí, y es un trastorno vivir sin agua caliente, sin calefacción", reflexionó.
Mientras la administración guarda silencio o mira para el costado, los vecinos del Sofía VII siguen viviendo entre velas, temor y bronca. En una ciudad que presume de progreso, un edificio relativamente nuevo exhibe la fragilidad de los servicios. Y sus habitantes, como Natalia, siguen a la deriva. Necesitan de forma urgente que se regularice esta situación, antes de que haya que lamentar una tragedia.
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