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La Mañana Parque Central

Era vendedora ambulante y hoy está al frente de la feria más icónica y grande de Neuquén

Su camino comenzó en los días del trueque y el pan casero hasta convertirse en la presidenta de la feria que reúne a casi 400 familias en un trabajo reconocido.

Ruth Schatimo tiene 70 años y la voz firme de quien aprendió a hacerse escuchar en un espacio donde el orden parecía imposible. Es presidenta de la comisión que organiza la Feria Central de Neuquén, un paseo que hoy reúne a casi 400 puestos y que se convirtió en un clásico de los sábados. Pero llegar hasta ahí no fue sencillo: hubo años de estigmas, de peleas, de gritos, de tierra y de viento. También de resiliencia y organización.

“Cuando empecé en la feria, la gente nos miraba mal. Creían que éramos chorros, que les íbamos a robar la cartera en cualquier momento”, recordó. “Con los años eso cambió: hoy nos reconocen como trabajadores y somos parte de la sociedad neuquina”, asumió con orgullo.

Ruth nació en Chile, se crió en Buenos Aires y llegó a Neuquén en 1987 junto a su entonces esposo, que trabajaba en la construcción de la represa del Chocón. Antes había pasado por Montevideo, donde vivió con sus tres hijas pequeñas y la familia de su ex. “Me separé a los 28 años. En esa época no se hablaba de violencia de género, pero yo la padecí. Crié sola a mis hijas trabajando de niñera y limpiando casas y luego con lo que vendía en la feria”, contó Ruth a LMNeuquén. Hoy esas tres hijas -de 48, 46 y 42 años- son maestras, y le dieron seis nietos.

El esfuerzo marcó su vida y la acompañó cuando en 1999 se acercó por primera vez a la feria. “Lo primero que me acuerdo es que vendíamos en los vagones del tren. Yo llevaba pan casero. Después, con el desastre económico que se venía, cada vez aparecía más gente buscando una salida, y nos mudamos a la Vuelta de Obligado. Ahí se empezó a armar la feria como tal”, recordó.

Feria del parque central- Ruth (3)

El tiempo del trueque y el caos inicial

Con la crisis del 2001, el trueque se convirtió en moneda corriente. “Vendía pan y lo cambiaba por lo que necesitaba. Después, de a poco, los productores de verduras empezaron a cobrar en dinero y se fue organizando”, dijo Ruth. Pero esa organización era precaria: “ La feria era tierra de nadie. Ganaba el que gritaba más fuerte. Había insultos, agresiones, mucho lío. Todos pedíamos que el municipio interviniera”, agregó.

La intervención llegó durante la gestión del intendente Martín Farizano. El municipio comenzó a reunirse con los feriantes, hizo listados por rubro y buscó ordenar la distribución de los puestos. “Nos costó mucho que los respetaran. Yo ayudaba en el sector de verduras y todos los martes teníamos reuniones en la Muni. Fue un trabajo de hormiga”, recordó esta mujer que aún hoy es feriante.

Feria del parque central- Ruth (8)

Con el tiempo, se decidió trasladar la feria a la calle Independencia, con puestos numerados y cierta regularización. Fue allí donde surgió la idea de institucionalizar la organización. “Propuse que hiciéramos elecciones a cuarto oscuro para elegir una comisión. Gané como presidenta y fue un cambio enorme. Trajimos baños químicos, limpieza, se terminó con los que ganaban a los gritos. Nadie veía a quién votabas, entonces la gente se animó”, explicó.

Durante años, Ruth fue reelecta en varias ocasiones. En 2012, durante la gestión de Horacio “Pechi” Quiroga, llegó el gran salto: el traslado al Parque Central con una ordenanza que le dio legalidad a la feria. “Ese 19 de enero nos mudamos bajo la lluvia. Fue durísimo, pero necesario. Se eliminó la venta de herramientas usadas o repuestos de autos, que muchos eran robados, y se empezó a exigir papeles, monotributo, antecedentes de buena conducta. Queríamos que la feria fuera legal y respetada”, destacó.

Feria del parque central- Ruth (2)

El cambio de mirada social

El impacto fue inmediato. La feria pasó de ser vista como un lugar marginal a consolidarse como un paseo de encuentro familiar. “Hoy vienen familias enteras, turistas de Bariloche, San Martín de los Andes, Córdoba. Muchos dicen: 'qué linda feria tienen en Neuquén'”, contó Ruth con orgullo. “Antes te decían ‘uy, es feriante’, como si fueras menos. Pero tenemos chicos que estudiaron abogacía, enfermería, que se recibieron en la facultad y que para hacerlo vendían algo en nuestra feria”, aseguró.

Es que la Feria Central es un sostén económico y social para cientos de familias. “Trabajan madres, padres, hijos, todos juntos. Es un espacio de contención. No es fácil: un fin de semana te va bien y otro no, y encima tenemos que bancar el viento, la lluvia, el calor y el frío. Pero la feria se arma igual, pase lo que pase”, confirmó.

Ya van más de 20 años que Ruth está al frente de esta feria y se hizo camino a fuerza de mucho trabajo. Muchos la llaman "Cristina” o “Cristinita”, un apodo que le quedó por su estilo firme y su amor a la ex presidenta nacional. “Soy muy gritona, de mal carácter, pero organizativa. No se trata de mandar, sino de avisar que hay que cumplir las reglas. Si no, se cita al municipio. Eso pasa muy pocas veces, porque la mayoría ya entendió”, contó.

Feria del parque central- Ruth (7)

Un ejemplo lo recuerda con gracia: “Hace dos años me paré a las 8 de la mañana en la dársena para que no entren autos. Empecé a los gritos: ‘¡Saquen todos los vehículos!’. Y la Muni decía: 'mirá cómo se notó el cambio', porque no quedó un auto. Yo soy estricta con los horarios, porque la feria debe funcionar y cumplir la ordenanza”.

Fueron muchos años de hacerse lugar entre hombres y mujeres que no siempre la quisieron, pero de los que se ganó el respeto con el crecimiento de su lugar de trabajo.

Hace unos días Ruth recibió un reconocimiento aún mayor: la subsecretaría de las Mujeres de la Municipalidad la destacó como una de las mujeres que hacen crecer la ciudad en igualdad y respeto. El acto fue en el Museo Nacional de Bellas Artes, y hasta allí fue la feriante con una sonrisa de oreja a oreja de sentir el orgullo de que su labor va más allá de lo individual.

Un día de feria

El sábado empieza temprano para Ruth. A las 4 de la mañana ya está en el predio. “Entro cuando está todo oscuro y me quedo hasta la noche, hasta que se levanta el último papel. La feria termina alrededor de las 15.30, pero algunos siguen hasta las 18 desarmando. A las 17.30 nos sentamos a almorzar con mi compañera Susana. Recién a las 20 o 21 se limpia todo el predio y me voy a casa”, dijo.

Ese compromiso, asegura, es lo que hoy genera respeto entre los feriantes y hacia la sociedad neuquina: “No hay peleas, no hay gritos, no hay problemas entre feriantes. Somos una feria tranquila, organizada y legal”.

Ruth sabe que en noviembre habrá elecciones nuevamente, pero duda si presentarse. “Ya logré lo que quería: una feria organizada y legal. No sé si me voy a postular otra vez. Pero me gustaría dejarla convertida en un paseo turístico, reconocido, con su bandera en los desfiles. Que Neuquén la sienta como parte de su identidad”, compartió.

En el camino, la feria se convirtió en un símbolo de resistencia y trabajo colectivo. Y Ruth, en una referente reconocida. “Me conoce mucha gente, en cualquier feria que voy saben quién soy. Y eso me enorgullece. Porque detrás de cada puesto hay una familia que lucha, y eso es lo que vale”, concluyó.

Entrevista Ruth Feria Parque Central

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