“Esto me llena de energía”, asegura la mujer de 66 años que sueña con liderar “la revolución de la ternura” en la región.
Anda por las calles de la región con un cartelito colgando que avisa: “Doy abrazos”. Asegura tener un 95 % de aceptación con su cálida y creativa iniciativa. Y sueña con liderar “la revolución de la ternura” para lo que anda en busca de “voluntarios”.
Se llama María del Carmen Nicolay pero es conocida como Pitu. En su Cipolletti natal y en Neuquén capital, donde residió muchos años.
“Vine a cuidar a mi mamá hace 6 años, ella falleció, me agarró la pandemia y me quedé por acá. Soy nacida de Cipolletti”, asegura tras abrazarse con Miguel Cid, el hermano del Máquina (reconocido ex jugador de Cipolletti), que como la mayoría de los vecinos le valora el gesto.
“Solo se trata de dar abrazos si el otro lo quiere, si no lo quiere es acoso y eso no corresponde. Empecé sola hará un año, después de mi cumpleaños y sigo a full, caminando la calle para regalar afecto”, asegura la “señora cariño” a LM Cipolletti.
“Cuando era chica pensaba que al llegar a vieja ya no iba a ser amorosa. Entonces dije ‘algo tengo que hacer’. Aparte me quejaba mucho, me sentía inútil, feas sensaciones generales. Trabajé en radio y televisión con mi ex esposo. En LU5 y LU19, también en Canal 7, en Canal 10 entonces también incorporé la parte social”, fundamenta su particular iniciativa.
Desde luego que es un gesto de amor, totalmente desinteresado. “Para el sujeto que recibe el abrazo es gratis, yo lo deposito en el banco del cielo y espero mis dividendos -risas-. Para cosechar primero hay que sembrar, lo dice una mujer de chacra”, cuenta y una vecina le agradece su bondad.
“Mi familia biológica partió de este mundo, quedé un poco sola. Mi prima me dice ‘me da un poquito de cosa’ cuando la acompaño y llevo el cartel pero a la vez se sorprende por las respuestas, la gente cómo se para a recibir el abrazo. Es impresionante”, destaca la carismática señora.
Las anécdotas de los abrazos
"Una vuelta, nos pusimos a hablar con un vecino en 25 de Mayo y San Martín, le ofrezco un abrazo, lo acepta y me dice: 'usted siempre ve al vaso medio lleno, yo lo veo vacío’. Le dije ‘el vaso siempre está lleno’, le di un ejemplo de que el vaso contiene aire y agua, lo más indispensable de la vida 'blabla' y quedó chocho”, comenta con ese costado filosófico que le encuentra a todo.
No le molesta que se rían o tienten ni que se asusten. Aclara que antes de ofrecerle su afecto a un niño abraza al padre o la madre. “No tengo hijos, a los chicos que quieren abrazos primero se lo doy al adulto que lo acompaña, para que no piensen que cualquiera los puede abrazar en la calle. Luego sí los abrazo”, sostiene.
Acerca de las sensaciones que le genera su acción, confiesa: “Esto me llena de energía, el mundo sigue igual de violento pero yo dejé de quejarme y de sentirme inútil…”. ¡Grande, Pitu!
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