Las candidaturas se manejan desde Buenos Aires vía Oscar Parrilli. Sin plata para la militancia muchos abandonan el PJ con destino incierto. No habrá sorpresas.
En el PJ neuquino hay algo que no cambia hace más de 20 años. Es lo que hablaban siempre de "el dedo" para digitar quiénes son los candidatos que deben ocupar espacios en el peronismo, o las fuerzas del progresismo alineadas con algunas ideas de Juan Domingo Perón. Los que están en el banco de suplentes, se les va la vida y nunca alcanzan a ser titulares de nada.
Pero como ahora que el partido está en una crisis, (¿de reacomodamiento?) muchos de los que están adentro pueden ver más claras las cosas, o los que fijen demencia, ya no pueden mirar para otro lado.
El que señala, descarta y acomoda, incluso cuando muchos lo quieren olvidar y jubilar dentro del PJ neuquino, es el senador Oscar Parrilli. No importa si tiene buena o no imagen, o si es "candidateable", o si es blanco de las burlas de quienes solo mastican las políticas con TikTok. O incluso, si tiene consenso social entre "la gente". Lo que impera es el poder que ha sabido usufructuar, siendo el secretario General de la Presidencia, de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Y también, cuando estuvo al frente de la Agencia Federal de Inteligencia.
Veinte años después, el justicialismo provincial sigue siendo un partido donde meter un bocado es más difícil que armar uno nuevo. Hay que hablar con mucha gente para tomar decisiones: congresales de pueblos remotos, figuras hasta marginales que se venden por más de lo que valen, y para llegar a una interna oficial, todo es muy difícil.
A diferencia de los sellos exprés que hoy florecen como hongos (ahí están los que inventa cualquiera), el PJ sigue siendo una caja fuerte con combinación conocida solo por unos pocos. Y Parrilli tiene la llave, al menos, de un sector importante, que tiene peso en las decisiones orgánicas. Por lo menos hasta estas horas o meses.
El PJ: demasiados caciques para pocos lugares
No es casual que lo que pasó esta semana con Fuerza Patria (antes Unión por la Patria, antes Frente de Todos, y antes...) sea otra escena del déjà vu que vive la política justicialista en el armado de las candidaturas. Las listas se arman por afuera, pero con la misma lógica. La del dedo que manda, solo que ahora, no es solo el dedo de Parrilli, sino que también está la mano de Cristina Fernández de Kirchner. Es una película que muchos vieron venir.
De hecho, la semana pasada hubo una reunión en Buenos Aires, según confirmaron fuentes, y fue la misma Cristina en persona quien juntó a los actores del PJ de la provincia. El mensaje fue muy cortito: no se va a apoyar a ningún candidato que no sea de confianza. ¿Y quiénes son de confianza? Al menos los del sector de Parrilli y Ramón Rioseco (por fuera de la estructura del PJ). Y nadie más. Después hay un espectro de militantes que empujan, pero que están condicionados.
Pareciera que este también es un mensaje que se puede leer en la política nacional, y muchos interpretan que quienes pidieron la interna en la provincia de Neuquén, son los mismos que apoyan a Axel Kicillof en Buenos Aires. ¿Será por eso que renunció Darío Martínez? Capaz, quién lo sabe. Igual él también cayó en la lógica de estar atrapado en ese vicio del dedo, salvo que pidió internas y no se la dieron.
Los demás dirigentes con intenciones, exintendentes que están en la casa retirados, que buscan vuelo propio, actores nuevos o disidentes silenciosos- no tienen mucho lugar. Lo saben bien en cada rincón del interior neuquino, donde lo que se come es desencanto. Salvo por algo fundamental: ya no gobierna el kirchnerismo y no hay plata ni cargos nacionales para repartir para nadie.
La época dorada donde a nadie le molestaba (o sí) el dedo político
Lo curioso, o no tanto, es que algunos sectores que critican hoy a Parrilli, fueron beneficiarios directos de su "generosidad política" en los tiempos de vacas gordas, donde todo el mundo estaba abocado a pelearse con el vecino por la batalla cultural. Cuando la plata bajaba por la línea de Julio De Vido, nadie decía nada. Atrás quedaron esos recuerdos de la liga de intendentes peronistas de Neuquén de Hugo Werlni (Rincón de los Sauces), Hugo Panessi (Villa La Angostura), Juan Carlos Fernández (San Martín), Juan Domingo “Chule” Linares (Junín), ni Javier Bertoldi (Centenario), Soledad Martínez (Zapala, pero del Frente Grande). Ni las agrupaciones y organizaciones sociales hoy fragmentadas que se fueron con el gobernador Rolando Figueroa.
Todos recibieron, algo, muy poco quizá, pero se callaron y alinearon. Incluso algunos de los nombrados siguen siendo fieles, otros, directamente, se fueron cuando dejaron de ser oficialismo.
También hay que decirlo: esa militancia eufórica de la “década ganada”, con el enjambre de sellos que formaban el Frente para la Victoria, ya no existe. Se extinguió por falta de avales, balances, adhesiones y vida partidaria real. Por eso el nuevo armado de Fuerza Patria se estructura con los pocos espacios que tienen los papeles en regla: el Partido Justicialista, Libres del Sur y el Frente y la Participación Neuquina.
La última interna seria del PJ fue en 2010, cuando el fallecido Sergio Rodríguez, del gremio de Comercio, le disputó la conducción partidaria a Parrilli que llevaba a Bertoldi. Perdió, por poco. Desde entonces, todo se resolvió por acuerdos, imposiciones y consensos arreglados antes de sentarse a la mesa.
"Cristina Libre", el lema polarizador
Esta semana, hubo otra de esas reuniones, en una aula de la Universidad Nacional del Comahue. Hubo con ambiente tenso y aroma a fin de ciclo. En ella, César Godoy -dirigente de la UOCRA que estuvo a un paso de ganarle la intendencia a Norma Sepúlveda en Rincón de los Sauces-intentó levantar la voz. Pero Parrilli lo bajó de inmediato: “¿Recién entrás al partido y ya querés plantear una interna?” Silencio. Nadie dijo nada más.
En estos días se conocerán los nombres de las listas y pocos quedarán sorprendidos. El lema de la polarización será "Cristina libre", casi como un llamado obligado para que quien no esté en ese espacio, se convierta en un traidor al peronismo. Pero, como dice la frase, el pueblo siempre vuelve, y quizás ya no estén los mismos de siempre.
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