El Viborón una leyenda urbana en Neuquén
Testimonios de la presencia de mitos y leyendas que tuvieron lugar en nuestra ciudad y en la región. El influjo de las tradiciones rurales a las que no escapan las modernas urbes.
Cuando escuchamos mencionar la palabra leyenda folklórica, es imposible no pensar en el contexto rural del interior de la provincia, sin embargo, los testimonios de muchos vecinos aseveran, que entre las agitadas calles de la capitalina neuquina se pudieron haber producido eventos inexplicados que involucran a seres y personajes más propios de los cuentos que nos contaban para ir a dormir o las historias de las rondas de fogón, que a los visos de la realidad cotidiana.
Tal es el caso del Viborón, una criatura espeluznante con forma de serpiente y cabeza humana (más bien de un niño o un bebe) cuyo tamaño varía según los relatos de los vecinos, que aseguran que los dueños de ciertos comercios locales (cuyos nombres se reservan para resguardar la identidad de las personas involucradas) poseían como macabras mascotas de un pacto infernal.
Todo se remonta a ciertas creencias camperas que narran la existencia de un extraño ser que surge del huevo “puesto por un gallo” (y allí comienzan las anomalías, dado que los gallos no pueden hacerlo) y al que incuban un reptil o un anfibio, según la versión. Así surge el Viborón, al principio como una pequeña culebra, que en lugar de tener solo escamas, presenta además plumas y girones de pelo.
“Solemos encontrarnos con “esos huevos” cuando andamos por el campo. Nos damos cuenta enseguida por el tamaño y la forma casi de una pelotita de ping pong y porque aparecen abandonados en el medio de la nada, entonces hacemos un fueguito y tiramos ese huevito adentro para destruirlo”, comentó un criancero de la zona de Senillosa.
Para hacerse dueño del Viborón hay que pactar con las fuerzas del mal, que le concederán al nuevo propietario de la abismal mascota, fortuna y fama sin límites y que se enriquecerá por lo tanto de la noche a la mañana, siempre que cumpla con cuidarla y alimentarla (Los detalles del menú es mejor obviarlos para hacerle honor al buen gusto). La muerte o la huida del “Viborón” implican así mismo la ruina inmediata para sus dueños.
Existen en las crónicas policiales (que sin embargo permanecen ocultas para evitar el escarnio y la burla) rastros de esta leyenda. En la década de los 90 una enorme serpiente fue hallada aplastada por el paso de los vehículos en la Ruta 22 en la década del 90 y el acta fue preservada dado que no se trataba de un ofidio cualquiera.
“Sí fue por esa época que apareció atropellada una especie de víbora tipo boa, bien grande en la Ruta 22, más bien a la altura del centro y los policías que se constituyeron en el lugar se preguntaban si habría sido de un circo que hubiera llegado a la ciudad pero no había venido ninguno o de alguna chacra donde lo tuvieran pero no había cerca de ahí. El animal era bien raro y el cuero no era, más bien, como una serpiente, porque se sabe que no tienen plumas ni que tampoco es así la piel de un bicho de esos”, explicó una fuente policial en retiro quién pidió reserva, ya que en el momento el caso fue motivo de burlas.
Dicho suceso se relacionó con el mencionado “Viborón o Culebrón” y simultáneamente con la quiebra comercial de un conocido negocio debido, a que según la misma leyenda, eso es lo que les ocurre a los propietarios del legendario animal cuando se les escapa o dejan de alimentarlo.
“Mi papá vio un Culebrón”, comentó una oyente de la columna “Historia de los Enigmas” del programa “Todo Bien” de LU5. “Allá por la década del sesenta mi padre repartía bebidas con su camión por la zona de Zapala y en un paraje cercano una clienta, de la que se rumoreaba era poseedora de un “Viborón” lo hizo pasar a una dependencia dónde le mostró esa víbora enorme que estaba en un nido bastante grande en el suelo y tenía como la forma de un choique todo retorcido y una cabeza como de un lagarto, cubierto todo el cuerpo como de plumas, muy raras. A mi papá le dio muchísima impresión y repugnancia, salió casi corriendo y no volvió nunca más ahí y pocas a veces a comentarlo”, agregó.
La historia se repite en diversas localidades de Neuquén y también en ciudades de Río Negro. Los nombres de las familias y las circunstancias cambian. Comenzar una charla al respecto es obtener nombres y datos que la mayoría maneja con detalles y señas que siempre parecen coincidir.
No es ajeno al conocimiento de los periodistas de la farándula política (incluso muchas páginas de internet lo referencian) que cierto mandatario argentino vinculado precisamente a la mala suerte había hecho un pacto infernal y que era poseedor de un “Viborón”, leyenda muchas veces refrendada por los habitantes del pueblo de la provincia de la que provenía como signo de cierto pacto demoníaco.
El mito sigue intacto, tal vez, como un deseo deliberado de que lo sobrenatural coexista en el ritmo ajetreado de las calles y avenidas neuquinas o a versiones que no se cuentan en público por temor a la burla y a la falta de pruebas, cuya existencia, cada tanto asoman misteriosamente a la luz.
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