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Después de 25 años, Elvira Pastas se despide para siempre de Neuquén

El histórico local del bajo neuquino cerrará sus puertas el 30 de noviembre. Elvira Correa Reyes, su dueña, que llegó a la ciudad en 1992, contó los motivos y reveló que este mes recibirá un homenaje antes de su partida a su tierra natal: Chile.

Si uno lanza el nombre de Elvira, el neuquino nacido y criado, además del neuquino por adopción, en cuestión de segundos lo asociará con el mundo de las pastas. Y así, también se tomará otro pequeño intervalo para recordarse que alguna vez pasó o sigue visitando el local gastronómico de Misiones 681, ubicado en el bajo de la ciudad.

De forma casi silenciosa y siempre con un bajo perfil, Elvira Correa Reyes, sin darse cuenta ha hecho un sello distintivo con sus pastas. Fueron 25 años de trabajo y de horas, maratones interminables en la cocina. El boca a boca y el cariño de la gente la hicieron una mujer conocida, querible, en el mundo culinario local. Pero por esto días y para sorpresa de su clientela, amigos y vecinos, de forma silenciosa ya ha comenzado a despedirse de esta parte de la Patagonia.

Apoyada sobre una de las heladeras mostrador de su negocio, aseguró que no hay marcha atrás. “Elvira se muere el 30 noviembre. Pasta casera Elvira se termina. No hay más Elvira”, lanza con la voz quebrada mientras no puede evitar que la emoción la invada y sus ojos se inunden de lágrimas.

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Elvira Correa Reyes llegó a la ciudad en julio de 1992, desde su arribo nunca dejó la cocina y supo crear su sello propio con sus pastas en el local de Misiones 681. El 30 de noviembre cierra sus puertas después de 25 años de atender a su clientes y amigos.

Elvira Correa Reyes llegó a la ciudad en julio de 1992, desde su arribo nunca dejó la cocina y supo crear su sello propio con sus pastas en el local de Misiones 681. El 30 de noviembre cierra sus puertas después de 25 años de atender a su clientes y amigos.

A modo de despedida, el 22 de este mes se le realizará un homenaje, en donde clientes y amigos se podrán acercar a almorzar a Jacc, salón de eventos que se ubica en el Paseo de la Costa. La misma Elvira se encargará de ofrecer su producto 100% artesanal. “De entrada habrá ravioles fritos. Después ravioles de trucha, cordero y sorrentinos de calabaza”, adelantó.

Conexión y vía a Neuquén

La mujer nacida en Curicó, localidad perteneciente a la Región del Maule en el Valle Central de Chile (200 kilómetros al sur de Santiago), se recibió de Contadora Pública en su país, pero el destino le tenía preparado otra tarea a la que se aferró de forma incondicional. “Por cosas de la vida trabajé en un restaurante italiano de pasta llamado Dau restino que estaba ubicado sobre la ruta en Curicó. Ahí comencé como ayudante de cocina y aprendí hacer la elaboración. A mí las circunstancias me llevaron a la cocina porque terminé mi carrera para contador. Cuando me recibí trabajé un tiempo junto a otro contador y después pase a trabajar en el diario La Prensa de Curicó”, dijo. Finalmente, cuando se quedó desempleada del citado medio ingresó al mundo de la gastronomía.

Un cliente neuquino de ese lugar, Oscar Della Chá, en una de sus visitas al restó le solicitó a una “garzona” (como se denomina en Chile a la camarera) que quería contactarse con alguien de la cocina. “Eran vísperas del Día de la Madre y había mucho trabajo. La persona que tenía que estar en ese momento no había llegado, asique que me tocó a mí y me dejó (Della Chá) su número de teléfono”, recordó Elvira con una sonrisa.

“Después una compañera me dijo que él (Della Chá) quería saber cómo eran las recetas. Y me insistía que le cobrara porque era un hombre con plata (risas). Después me comunique con Oscar y me contó que su hijo (Meneno) quería poner un restaurante en Neuquén”, agregó.

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La mujer nacida en Curicó se recibió de Contadora Pública, pero el destino quiso que se dedique a la gastronomía. Piacere fue su primer lugar en Neuquén, pero en el restaurante El Sótano, espacio que brilló en la década del '90, sus pastas sobresalieron siempre.

La mujer nacida en Curicó se recibió de Contadora Pública, pero el destino quiso que se dedique a la gastronomía. Piacere fue su primer lugar en Neuquén, pero en el restaurante El Sótano, espacio que brilló en la década del '90, sus pastas sobresalieron siempre.

Luego de evaluar la propuesta no tuvo más tarea que hablar con su madre –en ese tiempo ambas vivía en el mismo techo- y Elvira viajó en julio de 1992 rumbo a Neuquén junto a su hijo, Armando. Su hija, Ana María, que había quedado al cuidado de su abuela, se sumaría a la familia al año siguiente.

Piacere, El Sótano y el quiebre

Cuando Elvira arribó a la ciudad tenía 40 años: “Hace 33 que vivo acá. Cuando llegué comencé a trabajar en Piacere que era del hijo de Oscar Della Chá. Como que inauguré ese restaurante y viví en una de las habitaciones del lugar porque antes había sido una casa de familia. Después nos trasladamos a una casa en la calle Belgrano. El restaurante duro como mucho duro dos años”.

El negocio se ubicó en la vieja casa de Roca y Brown, que era propiedad de la familia Hernández, en donde después funcionó por muchos años la pizzería La Tartaruga. Hoy, se eleva el edifico “Lumina” que continúa en plena construcción.

Pasaron tres años para que Elvira retorne con su actividad en la cocina. Fue El Sótano, restaurante que dejó su huella en la gastronomía neuquina en la década del ’90, en donde la oriunda de Curicó continuó desarrollando sus habilidades.

“El padre y tío de Alberto Rezzonico me conocían porque iban a Piacere. Me fueron a buscar a mi casa y empecé a trabajar con ellos. El Sótano primero se ubicó sobre la calle San Martín –a media cuadra de la Av. Argentina- y luego se trasladó a la Brown (entre Carlos H. Rodríguez y Juan B. Justo)”, rememoró.

“Al Sótano iban varios políticos. Recuerdo que Jorge Sobisch siempre pedía tallarines verdes (de espinaca). Trabajaba muy bien ese lugar que estaba a cargo de Alberto (Rezzonico)”, acotó.

Un hermano y el Ruso Ower, claves

La llegada de un hermano a Neuquén proveniente de Chile sería clave en el futuro de Elvira. “Los domingo siempre hacía pastas en su casa. Él vivía sobre la calle Chile, frente a una parroquia. Y me dijo ‘yo voy salir a buscarte un lugar’. Y encontró un local en la calle Pampa 590. Una vez que arreglamos el local comencé a vender pastas al público”, contó.

El destino quiso que la dueña de Il Buon Mangiare (Misiones 681) pasara por el recinto de la cocinera trasandina y no tardó en ofrecerle el fondo de comercio de su negocio: “Me hice conocida por el boca a boca y estuvimos como dos años en ese primer local. Después vino una señora y me ofreció el fondo de comercio de Il Buon Mangiare. Les comenté a mis compañeros de El Sótano y después agarré”.

Elvira contó que necesitaba a alguien que la acompañara en el nuevo desafío. Y apareció la figura del Ruso Auer, reconocido agenciero de Quiniela, quien fue asesinado en octubre de 2022. “Mi hija (Ana) trabajaba con él y nos dio una mano grande porque nos sirvió de garante. Nos ayudó un montón y se portó muy bien con nosotros. Era como un socio”, reveló.

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La cocinera abrió Elvira Pastas en 2003 en donde hasta el día de hoy sigue vendiendo al público. Actualmente está acompañada por Celeste, su única ayudante de cocina que ingresó al local con 24 años y lleva una década junto a Elvira.

La cocinera abrió Elvira Pastas en 2003 en donde hasta el día de hoy sigue vendiendo al público. Actualmente está acompañada por Celeste, su única ayudante de cocina que ingresó al local con 24 años y lleva una década junto a Elvira.

Paralelamente, la cocinera continuó trabajando en El Sótano, pero el físico comenzó a pasarle factura hasta que se avocó 100% a su propio emprendimiento. En 2003, Elvira abrió sus puertas y la historia comenzó a escribirse.

Desde que se instaló en Neuquén, los días de la mujer trasandina comienzan a las seis de la mañana. Y como si fuese parte de una religión, se prepara un café bien caliente, prende la radio para escuchar LU5 y arranca con el preparado del amasado. ¿Secretos? No hay mucho que buscar. “Unas pizcas de sal, agua, harina y mucho cariño”, sostuvo y, agregó: “Todo a ojo”. No existen medidas justas, ni recipientes para esta pasta que es totalmente artesana y cero de aditivos.

“No soy chef, ni cocinera, ni nada. Aprendí algunas cosas básicas en Chile y después en Neuquén, mirando programas de tv, viendo diferentes recetas de revistas, fui mezclando cosas e hice lo mío. El secreto más grande de todos es hacer con cariño lo que uno hace. No soy de usar tanta mezcla de condimentos y apenas utilizó un poco de agua”, explicó la también abuela de cuatro nietos.

Mujer generosa y sus exigencias

Celeste, quien actualmente la su única ayudante de cocina, ingresó a trabajar a Elvira Pastas e l 21 de septiembre de 2015 luego de ver un aviso en Facebook, en donde se solicitaba personal. "Entre como moza y casi todas las mujeres que trabajaban estaban en la cocina. Ni sabía donde era el negocio y cuando me di cuenta quedaba a una cuadra de mi casa. Entre porque pensaron que era la hermana de un compañero de trabajo que tenía el mismo nombre que yo. Consultaron a Ezequiel, un antigua amigo mío, y él les dijo 'Debe ser la hermana de Carlos'. Cuando fui a la entrevista la hija de Elvira (Ana) me decía 'A vos te conoce Ezequiel'. Y yo decía 'Qué Ezequiel' y la cuestión es que entré al turno de la noche. Después me encontré con Ezequiel y me decía 'Pero vos no sos la hija de Carlos'", recordó entre risas.

A la hora de definir a Elvira, Celeste aseguró que es una mujer muy "generosa" con la gente que quiere y con sus empleados: "Es muy compresiva para muchas situaciones. Nunca quise tener hijos y cuando quedé embarazada llegué llorando al local y le conté. Fue la primera persona en saberlo y me decía cariñosamente 'Bueno 'mija'. Después siempre me acompañó. Hoy tengo 34 años y entre con 24. Con Elvira ya tengo una amistad porque junto a ella he llorado muchas veces y ella también conmigo. Puedo decir que el vínculo trasciende la relación laboral. Ahora se va a Chile y es más que obvio que la voy a ir a visitar", aseguró con humor.

En cuanto al ritmo de trabajo cuando el negocio tenía su salón, Celeste contó que Elvira quería que todo fuese "rápido". "Si el cliente entraba y sentaba en la mesa había que entregarle la carta de forma rápida y tomar el pedido. La gente no tenía que esperar. Le gustaba despachar enseguida los platos. Ella da por sentado que si alguien va a comprar una vianda (en este caso) es porque esa persona tiene que seguir haciendo cosas. Cuando se atrasaba una orden o los mozos no alcanzaban a tomar un pedido se enojaba, pero bien".

Pechi, uno de los clientes

Elvira siempre trabajo a la par de sus compañeros. Su senilidad y empatía con el otro fue la que la caracterizó en una persona buena, de bien, de esas que primero piensan en el otro y no en ella misma: “Nosotros siempre tuvimos precios bajos pensando en la gente. Nunca apuntamos en tener un gran capital. Mi hija (Ana) siempre me decía que había que subir los precios y a mí me daba cosa”. Actualmente la vianda de pastas tiene un costo de $10.500, mientras el menú del día está en $11.000. Si se hace un rápido análisis el precio de esas elaboraciones caseras no significa nada en relación a lo que puede salir una pizza (sin bebida) en cualquier reducto del centro neuquino.

Si bien Correa Reyes, que el 24 de este mes cumplirá 73 años, primero se dedicó a la venta de pasta al público, el negocio luego pasó a tener un salón con 45 cubiertos. Lasagna, ñoquis, sorrentinos, ravioles, tallarines, formaban parte del menú.

Algo que utilizaba Elvira para el relleno de sus pastas, que esa época era poco habitual, fue la utilización de trucha, ciervo, cordero y sesos. Platos que eran habituales cuando uno iba a un restaurante de la zona cordillerana. “El plato más clásico fue siempre el sorrentinos de jamón y muzzarella. Es el que más pide la gente", reveló.

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Elvira tuvo la habilidad de rellenar sus pastas con trucha, ciervo, cordero y sesos. algo que era poco habitual años atrás encontrar en negocios de pastas. Entre su clientela, el ex intendente Pechi Quiroga, siempre se pegaba una vuelta por el negocio del bajo neuquino.

Elvira tuvo la habilidad de rellenar sus pastas con trucha, ciervo, cordero y sesos. algo que era poco habitual años atrás encontrar en negocios de pastas. Entre su clientela, el ex intendente Pechi Quiroga, siempre se pegaba una vuelta por el negocio del bajo neuquino.

“A veces los domingos eran las tres de la tarde y seguíamos haciendo pastas para entregar más la gente que nos estaba esperando en la caja. No soy de contar, ni nada de eso, pero siempre teníamos cuatro heladeras llenas”, detalló.

Si hay que hablar de personajes del ambiente político Horacio Pechi Quiroga, ex intendente de la ciudad, ocupa el primer lugar: “Pechi venía bastante seguido a comprar. Siempre fue muy amable. Después otro era Chito Jalil (ex intendente) y José Brillo (ex diputado Nacional).

Marcados por las pastas

Muchas gente pensó que el nombre de el negocio era ficticio. Y todavía hay quienes pregunta si existe la auténtica Elvira. "Pasa hasta el día de hoy y preguntan '¿Ellas es Elvira´?' y luego la felicitan. Gente que probó sus pasta por primera vez siempre vuelve porque le confiesan que sus pasta son iguales a las que hacía su abuela (de los clientes)", contó Celeste.

"Elvira hace años que le lleva las pastas al jardín maternal Sorisas del Instituto. Y han venido papas a comprar porque el nene, que hoy está en la primaria, como solamente pastas de Elvira. Eso le llena el alma y el corazón. Después hay un caso de un joven que se fue a vivir a España y cuando visitan Neuquén el padre viene a buscar las pastas porque es la única que come cuando llega a Neuquén. Algunos chicos ya profesionales con hijos también han llegado y cuentan que cuando eran chicos venían a comer o se sacan fotos. Creo que eso la ha motivado estos últimos años seguir adelante", acotó.

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Algunos años atrás la cocinera tenía un convenio con el colegio industrial ITC y los chicos iban a comer al negocio. "Se le cobraba el precio de vianda porque Elvira querían que los chicos comieran algo rico, casero, antes de estar comiendo en una plaza", reveló Celeste y, agregó: "Elvira ha dejado un sello con sus pastas. La poca gente que se ha enterado que cerramos se lamenta; 'Cómo va cerrar Elvira', le dicen. Y pasa que muchos se llevan varias cajas para guardarse en el freezer".

Golpe irreversible

La pandemia de coronavirus en 2020 produjo el cierre de Elvira como el de otros tantos negocios dedicados a diferentes rubros. A pesar de las flexibilizaciones que se dieron para comprar los productos y retirarlos en puerta nunca más Elvira volvió ser lo mismo. “Trabajábamos muy bien al mediodía y por la noche. La gente se sentía cómoda, pero bueno…”, soltó.

Ese golpe y la situación económica comenzaron hacer estragos en las arcas del negocio. Parte de lo que fue el mobiliario se tuvo que vender. “Vendimos muchas cosas para poder subsistir. Nunca más pudimos renovarnos y poder continuar como antes”, explicó.

“Tomamos la decisión de continuar vendiendo con las pasta en crudo y con viandas como lo hacemos hasta ahora. Pero al menos gracias a dios nosotros pudimos seguir porque hubo mucha gente que no pudo hacer lo mismo”, aseveró.

Elvira tomó la decisión de cerrar definitivamente. Y a pesar que la gente seguí viniendo y le demostraba su afecto los números no cierran hace tiempo. “Nosotros con mi hija vimos que las cosas no están para seguir. También los años no pasaron en vano. En la cocina estoy junto a Celeste (hace ocho años que trabaja en el local) en la producción. Llegamos a tener 10 empleados. Estar trabajando para pagar es complicado”, aseguró.

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Celeste, quien hace 10 años está junto a Elvira, contó que la cocinera está transitando este despedida con

Celeste, quien hace 10 años está junto a Elvira, contó que la cocinera está transitando este despedida con "tranquilidad". "Le deben pasar miles de cosas por la mente y el corazón. Hoy, Elvira está más tranquila con la mente puesta en irse de la mejor manera", aseguró.

"Imaginaba que iba a cerrar pero siempre lo vi como un futuro muy lejano. Si comencé a percibir que después de la pandemia ese futuro ya no estaba tan lejos. Nosotros hasta febrero de 2020 estábamos trabajando muy bien porque sábado y domingo teníamos todo reservado. Después de pandemia comencé a dimensionar la edad que ella tiene y se quejaba de algunos dolores. Ella siempre fue muy enérgica, se levanta 5 o 6 de la mañana a preparar todo y el cuerpo no aguanta. Espero que cuando cerremos Elvira descanse mucho y que se levante tarde", aseguró Celeste.

"Creo que este momento lo está transitando con tranquilidad. Cuando le avisaba a clientes de muchos años que cerraba se le llenaban los ojos de lágrimas. Me decía 'Me sudan los ojos'. No sé si es angustia o tristeza, es una mezcla de emociones después de trabajar tantos años en su negocio. Ella siempre dijo que su sueño era tener su propio negocio y tener que decirle adiós, cerrar una etapa, es complejo. Le deben pasar miles de cosas por la mente y el corazón. Hoy, Elvira está más tranquila con la mente puesta en irse de la mejor manera", reveló.

En su vuelta a su tierra natal la espera parte de su familia: cuatro hermanos de seis (dos han fallecido) y parte de su historia en Curicó, donde la espera su nuevo hogar que aún sigue tomado forma.

Elvira reveló que ya hay un cliente que tiene una Rotisería que pasaría a ocupar el lugar de su negocio en el cual también vive. Ya hablamos con la dueña del local y el 30 de noviembre será el último día de Elvira. Son cosas de la vida que pasan”, expresa emocionada mientras suelta una risa a modo de resignación.

“Pienso que algo voy hacer. Tampoco es que voy a poner un negocio. Quizás siga haciendo pastas en menor cantidad porque las manos a veces no andan muy bien. Así es la vida, vio”, confesó emocionada mientras sus ojos vuelven a “sudar”. “Soy bastante sensible y me pasa siempre”, cerró mientras aguarda su despedida en modo homenaje que la tendrá por última vez en la cocina sacando pastas para su amigos, vecinos y clientes, a los cuales les agradecerá por tanto “cariño”.

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