La joven de 26 años, oriunda de Neuquén, cumple un sueño que nunca planeó: vivir de la danza y brillar junto a artistas de primer nivel.
Nacida y criada en Neuquén, Azul Bongiovanni creció en un ambiente inundado de música y movimiento. Tal vez por eso —o porque estaba destinada a convertirse en una gran artista— fue que en la adolescencia comenzó a tomar clases de baile. Hoy, esa pasión la llevó a brillar en algunos de los escenarios más importantes del país.
Azul tiene 26 años y desde pequeña ya disfrutaba moverse. Durante mucho tiempo practicó gimnasia artística, hasta que descubrió la danza. Aunque sus padres, Daniel Bongiovanni y Ana Storb, son bailarines, no fue hasta que —en una muestra de baile de su mamá— vio por primera vez a un grupo de hip hop sobre el escenario, y la fascinación la llevó a tomar clases de ese ritmo urbano.
Así fue como dejó la gimnasia y comenzó su camino como bailarina a los 14 años, aunque nunca imaginó que llegaría a profesionalizarse. “A veces lo pienso, como que no me di cuenta y me dediqué 100% a esto desde que arranqué", reflexionó la joven y agregó que fue "sin planearlo mucho, empecé a tomarlo como un trabajo cuando vi que podía vivir de esto, más o menos a los 20 años".
“No es fácil llegar, pero debe ser más difícil si te lo ponés como objetivo. En mi caso, se fue dando progresivamente, aunque también creo que tuve suerte”, reconoció. Durante mucho tiempo, Azul vivió la danza como una pasión, sin la presión de convertirlo en un trabajo o de cumplir con una meta. Quizás esa naturalidad fue lo que terminó llevándola tan lejos.
A los 17, después de terminar la escuela secundaria, se mudó a la ciudad de Córdoba para estudiar Profesorado de Educación Física. Allí empezó a bailar en distintos grupos, una experiencia que más tarde le abriría las puertas de subirse a escenarios de grandes artistas reconocidas a nivel mundial como Nicki Nicole y más recientemente Tini.
De La Docta a la Ciudad de la Furia
Mientras estudiaba en Córdoba y trabajaba dando clases de gimnasia artística, Azul se incorporó a grupos de competición coreográfica, conocidos como crews de baile. En 2023, Nicolás, el líder del grupo que integraba en ese momento, fue convocado para bailar en un show de Nicki Nicole. Con el tiempo, también llamaron a Azul, quien no lo dudó: dejó todo y se mudó de inmediato a la capital.
En Buenos Aires, su dinámica comenzó a ser muy diferente. “El primer año me costó bastante; venía de una rutina, de estudiar y tener un trabajo fijo”, recordó. “Buenos Aires va al palo, es muy freelance. Las clases no son tan regulares y mes a mes, mi rutina cambia muchísimo”, reconoció.
“Hay un mundo muy grande de la danza y todo el mundo se quiere dedicar a eso. Se transforma en algo difícil porque no hay nada asegurado”, contó. Por eso, los bailarines profesionales deben estar constantemente promocionándose a sí mismos a través de las redes para conseguir ser tenidos en cuenta.
A pesar de eso, destacó la particularidad de nuestro país: “Argentina, a diferencia de otros lugares, es el único que tiene tantos artistas que viajan afuera y llenan estadios. Hay gente de Chile o Perú que viene acá para bailar y formar parte de los staffs. En otros países no se puede vivir de esto".
El sueño de compartir escenario con grandes artistas
Ya se cumplieron dos años desde que Azul fue convocada para trabajar en el equipo de Nicki Nicole, y actualmente sigue formando parte del staff permanente de la cantante. Durante ese tiempo se presentó en distintos puntos del país y conoció lugares que jamás imaginó, como Bolivia, México, Costa Rica e incluso Miami.
Esa experiencia marcó un antes y un después en su carrera: fue el impulso que le permitió crecer como artista, ganar confianza y abrirse camino dentro de la industria. Gracias a ese recorrido, nuevas oportunidades comenzaron a aparecer. Este año, un gran proyecto hizo que tuviera que bajarse de algunas fechas de Nicki, ya que fue seleccionada para bailar en Futttura, el mega show de Tini Stoessel en Tecnópolis.
“Es la primera vez que estoy en una producción tan grande, los bailarines con Tini tenemos un rol mucho más protagónico”, detalló. Sin embargo, el proceso para llegar al escenario no fue sencillo: la audición reunió a más de 300 candidatos y se extendió durante dos fechas.
En la primera jornada hubo dos filtros, donde los participantes mostraban sus habilidades y un jurado decidía si pasaban o no de ronda. En la segunda instancia, los bailarines tuvieron que atravesar tres filtros más y fue recién en la última ronda cuando Tini estuvo presente para ver a los finalistas en acción.
Después de dos meses de ensayos de más de ocho horas diarias, a fines de octubre finalmente llegó la primera fecha de Futttura. Aunque Azul todavía no sabe si será seleccionada para la gira del show, se siente muy feliz con esta oportunidad.
Para lograr ese brillo sobre el escenario, hay detrás mucho esfuerzo y dedicación. Además de los ensayos, la joven aprovecha sus conocimientos de Educación Física para entrenar por su cuenta y cuidar su cuerpo, una parte fundamental para sostener el ritmo de los shows.
“Entreno mucho en mi casa, tengo mis rutinas de movilidad para mantenerme lo más sana posible y poder bailar”, contó. En cuanto a la alimentación, explicó que no tienen la obligación de seguir un plan específico, pero que cada uno aprende a conocer sus límites: “Después se nota, no rendís igual si no te cuidás”.
La emoción de su familia
Azul no solo lleva el ritmo en su cuerpo, sino también en la sangre. Es que, además de tener padres bailarines, sus tíos son músicos e incluso uno de sus hermanos también toma clases de baile. “El resto de la familia lo hace como hobby; todos están vinculados al movimiento. Algunos son profes de educación física”, describió.
Hace algún tiempo, un concierto de Nicki Nicole la trajo a General Roca, donde sus seres queridos pudieron verla por primera vez en un escenario. Recordó que ese día “fue increíble, estaban todos llorando y todos caímos. No es lo mismo verme por el celu que en persona, fue re emocionante, re lindo”.
Aunque hoy en día tenga naturalizado estar donde está —ya que en su círculo íntimo muchos de sus amigos se dedican a lo mismo—, sabe que no es la realidad de la mayoría, y mucho menos viéndolo desde su ciudad natal. Por eso, su familia sigue siendo su cable a tierra. “Su emoción hace que yo caiga un poco en dónde estoy”, reconoció.
Su vínculo con Neuquén
A pesar de haberse ido hace casi diez años de su ciudad natal, Azul nunca dejó de volver para visitar a su familia y amigos. “Extraño un montón, yo amo Neuquén. Es una ciudad re linda”, afirmó, aunque confesó que cuando estudiaba y era más joven estaba tan acostumbrada al ritmo de la vida universitaria que le aburría un poco volver a la región.
Sin embargo, todo cambió cuando comenzó a vivir en Buenos Aires: “Es el otro extremo, hay mucho ruido y todo va muy rápido. Ese contraste me hizo amar Neuquén”.
“Trato de ir lo más que puedo. Cuando estás lejos y volvés, empezás a ver a tus sobrinos más grandes y te das cuenta de que no querés que crezcan sin verlos. Yo creo que cuando sea más grande voy a volver”, señaló.
Por el momento está enfocada en disfrutar del exitoso presente que está viviendo y prefiere no pensar demasiado en el futuro, porque lo siente como algo incierto. “Después de la pandemia hubo un cambio muy grande: todos pensamos más en el ahora, porque no se sabe qué va a pasar”, reflexionó.
Aunque planea seguir dando clases de baile, no tiene en mente abrir un espacio propio: Prefiere en un futuro mantener la libertad para poder seguir viajando y conociendo lugares, una de las cosas que más disfruta de su trabajo.
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