Desde el Golfo San Matías, un estudiante de la UNCo lidera una exploración marina que marca un hito en la ciencia local
Mientras el mundo mira el fondo del mar a través del ROV SuBastian, en el sur de la Argentina, un joven de la Universidad del Comahue bucea saberes en territorio propio.
En un contexto de creciente fascinación global por la vida submarina —como la que despierta la transmisión en vivo desde el Cañón Submarino de Mar del Plata, a casi 4.000 metros de profundidad—, la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) avanza con una apuesta científica local de alto impacto. Allí, en la ciudad de San Antonio Oeste, un estudiante de Biología Marina lidera una investigación de vanguardia que tiene como eje el uso de un Vehículo de Operación Remota (ROV) de última generación, herramienta que abre una nueva dimensión en la formación académica y la exploración del fondo marino en el Golfo San Matías.
La Facultad de Ciencias Marinas (FaCiMar) cuenta con el ROV Mission Specialist Defender, un vehículo de operación remota que permite acceder a zonas profundas del mar y registrar imágenes en tiempo real, inspeccionar estructuras sumergidas y recolectar datos sin perturbar el entorno. Su adquisición marcó un antes y un después para la investigación marina en la región patagónica.
A diferencia de los proyectos liderados desde buques internacionales, como el Falkor (too) del Schmidt Ocean Institute —que actualmente transmite en directo sus hallazgos desde el Atlántico sudoccidental—, la iniciativa de la UNCo está completamente anclada en territorio y conocimiento local. El uso del ROV no solo fortalece la capacidad técnica de la facultad, sino que también encarna una visión estratégica: integrar ciencia, juventud y territorio en una universidad que bucea futuro.
La ciencia que emerge desde una tesis
Con apenas 25 años, Franco Zoppolo, estudiante avanzado de Biología Marina en la UNCo, se convirtió en uno de los protagonistas de este nuevo horizonte. Su tesis de grado gira en torno a la caracterización de comunidades biológicas asociadas a estructuras artificiales en ambientes costeros, un trabajo que no solo profundiza el conocimiento del Golfo San Matías, sino que también aporta datos claves para la conservación y el manejo sustentable del ecosistema marino.
“Operar el ROV me permite no solo aplicar la teoría aprendida, sino también construir conocimiento que dialoga con el territorio y sus necesidades”, explica Franco, cuya formación se nutre del contacto directo con las profundidades y con tecnologías que, hasta hace poco, parecían reservadas a grandes centros de investigación.
El vehículo submarino es operado desde una Unidad Técnica interdisciplinaria de la FaCiMar, que brinda servicios a organismos públicos, articula con sectores productivos y proyecta colaboraciones científicas a escala nacional. Esta dinámica de trabajo reafirma el rol de la universidad pública como motor de desarrollo sostenible y actor clave en la generación de conocimiento aplicado.
Entre el Atlántico y el Golfo: una exploración compartida
La coincidencia temporal con la misión del Schmidt Ocean Institute no pasa desapercibida. Mientras miles de personas en Argentina y el mundo observan fascinadas las imágenes transmitidas desde el Cañón Submarino de Mar del Plata, donde el ROV SuBastian registra criaturas desconocidas a 3.900 metros de profundidad, la tesis de Zoppolo demuestra que también en nuestras costas hay un océano por descubrir.
El Cañón, ubicado frente a las costas de Buenos Aires, es una frontera biogeográfica entre las corrientes Brasil y Malvinas, y representa una zona de altísima biodiversidad. “Apenas estamos empezando y ya vemos cosas increíbles: animales que nunca se habían registrado en esta zona, paisajes submarinos que parecen de otro planeta y comportamientos que sorprenden hasta a los científicos más experimentados”, explicó el jefe científico de la misión, Daniel Lauretta, investigador del CONICET en el MACN.
Sin embargo, en el Golfo San Matías también hay preguntas sin responder y mundos por revelar. La diferencia es que aquí, en la UNCo, son estudiantes como Franco quienes pilotean el conocimiento, transformando su formación académica en acción concreta sobre el territorio.
Una universidad que bucea ideas
La experiencia de Zoppolo y el trabajo conjunto de la FaCiMar consolidan un modelo de educación activa, situada y con fuerte compromiso social, según explicaron. "En lugar de reproducir contenidos descontextualizados, la Universidad del Comahue invita a sus estudiantes a formar parte de proyectos complejos, reales y profundamente vinculados con el entorno", aseguraron.
El ROV no es solo una herramienta tecnológica de avanzada. Es también un símbolo de autonomía científica, de inclusión educativa y de visión transformadora. En manos de jóvenes investigadores, se convierte en una extensión de la curiosidad, la vocación y la inteligencia colectiva que habita en las aulas públicas.
Así como el Falkor (too) navega el Atlántico en busca de oasis submarinos, la UNCo navega sus propios mares con una certeza: que el conocimiento no siempre viene de afuera, y que en las profundidades del Golfo San Matías también hay ciencia por descubrir.
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