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El cierre del vivero japonés contado con imágenes: cinco décadas de verde y memoria en Neuquén

El tradicional comercio japonés tiene una historia fuerte en la ciudad, que creció a la par. La crisis los obligó al cierre, pero los recuerdos no se van.

El emblemático Vivero Moriyama cerró definitivamente sus puertas el domingo pasado. Después de 53 años de trabajo, dos de los siete hijos de la pareja fundadora contaron que fueron alcanzados por la crisis y que decidieron dar por finalizada una etapa.

La historia de este comercio neuquino con sangre japonesa es parte de la historia local y cientos de neuquinos compartieron la nota publicada por LMNeuquén. Fundado por la pareja conformada por Hiroshi Moriyama y Toyoko Omoteyama -a quien todos conocían como Cristina-, fue uno de los primeros viveros de la ciudad.

Aunque el golpe de la noticia del adiós de este comercio ubicado en J. Lastra 7356 fue duro para muchos, los recuerdos de este lugar y especialmente de sus dueños sigue intacto.

vivero moriyama
Hiroshi Moriyama y Cristina se casaron en Buenos Aires.

Hiroshi Moriyama y Cristina se casaron en Buenos Aires.

La historia arranca mucho antes de que existiera el vivero. Hiroshi Moriyama dejó Japón siendo apenas un joven de 20 años. Había crecido entre cultivos y plantaciones urbanas, formándose como agrónomo en su adolescencia. Llegó a Buenos Aires y allí conoció a Toyoko Omoteyama, a quien todos en Neuquén llamaban Cristina. Ella había llegado a la Argentina de niña, con apenas cuatro o cinco años, y ya se sentía más argentina que japonesa.

Él se enamoró de la hija del patrón y a pesar de que eso no gustó mucho en la familia el amor ganó la batalla e iniciaron una vida juntos. Primero vivieron un tiempo en Buenos Aires, donde se casaron. Hiroshi trabajó en viveros y cultivos de claveles. Después se trasladaron a General Roca, en Río Negro, donde él consiguió empleo en otro vivero. Fue ahí donde empezó a soñar con tener el propio.

Historia del vivero japonés

La familia no tardó en agrandarse, y la pareja tuvo siete hijos quienes creciendo entre las plantas y flores del vivero.

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Hiroshi junto a sus siete hijos en el vivero neuquino en 1986.

Hiroshi junto a sus siete hijos en el vivero neuquino en 1986.

Las imágenes históricas del vivero llenas de plantas, con flores de todos los colores y muchos clientes esperando ser atendidos contrarrestan con las actuales con pasillos vacíos y ojos cansados de los dos hijos de los dueños que siguieron el delegado.

Fueron Mauricio y Mario los que estuvieron hasta el final al frente del vivero que tuvo sus mejores años en la década del 80 y del 90, cuando los neuquinos los elegían para comprar sus árboles, y pedirles consejos para que sus patios queden más bellos.

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Cristina y sus hijos junto al cartel del vivero Moriyama.

Cristina y sus hijos junto al cartel del vivero Moriyama.

La pareja japonesa dejó su huella y cientos de neuquinos que apreciaban la calma y sabiduría de sus dueños. Hiroshi, contaba con una paciencia infinita y siempre estaba dispuesto a dar una mano.

“Si golpeaban la puerta en horario de descanso, él salía igual. No le importaba la hora, siempre atendía”, aseguró Mauricio, quien dijo que su papá era demasiado bueno. "Mi papá era japonés japonés, su castellano era atravesado y hacía todo lo posible para entender a sus clientes, mi mamá se vino de chiquita así que ella ya era más argentina que japonesa", agregó.

Durante los años de mayor auge, los fines de semana había colas para entrar a este vivero que se llenaba de clientes con ganas de ver y comprar plantas y también de charlar y pasar un grato momento.

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Los hijos de la pareja fundadora de uno de los primeros viveros de Neuquén compartieron con LMNeuquén su recuerdo de los días en que su padre se iba en camión hasta Buenos Aires a comprar plantas. Días en que su mamá se ocupaba de todo, de llevarlos al colegio, atenderlos y atender toda la actividad del vivero.

Y luego el regreso del padre cuando entre toda la familia bajaban las nuevas plantas y acomodaban en cada uno de los pasillos del negocio. "Las plantas volaban era un momento muy hermoso que compartíamos en familia con mucho amor", recordaron.

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