Las horas previas al femicidio de Jessica Scarione: disparos, testigos de la violencia y la confesión de Espinoza
El mismo día del femicidio, Espinoza había amenazado con darle un tiro al hijo de una conocida. Las cámaras captaron gritos y disparos.
Como cada femicidio, el de Jessica Scarione, de 35 años, en el barrio Colonia Nueva Esperanza no fue un hecho aislado. Su pareja, Luis Alberto Espinoza, fue imputado por homicidio triplemente agravado acusado de matarla a tiros en la vivienda que compartían, poco más de dos semanas después de que la mujer haya denunciado agresiones y amenaza de muerte. Mensajes de WhatsApp, una cámara vecinal y relatos de familiares reconstruyen el clima previo y posterior al crimen.
Cabe destacar que el cuerpo de Jessica fue encontrado tirado dentro de la vivienda por su suegro el sábado 13 al mediodía. En tanto, la autopsia realizada por el Cuerpo Médico Forense confirmó que el viernes por la noche sobrevivió entre 45 minutos y una hora tras recibir un tiro mortal en el abdomen que le provocó una hemorragia masiva. El proyectil quedó alojado en su interior y fue extraído para su identificación, coincidente con los cartuchos completos encontrados en la casa, que son .357.
Espinoza tuvo una orden de búsqueda y detención, emitida el domingo 14 por la fiscal del caso Lucrecia Sola y permaneció casi seis días fugitivo. El insólito escondite elegido por el femicida estaba en la localidad de Senillosa, precisamente en un basural, donde fue atrapado por personal de la División Homicidios e Investigaciones camuflados entre desechos y humo.
El imputado permanecerá detenido en prisión preventiva por un plazo de seis meses, mientras avanza la investigación con la reconstrucción del Ministerio Público Fiscal en base a los testimonios de familiares, vecinos y amigos que permiten trazar la dinámica de las últimas horas antes y después del femicidio.
Las últimas horas antes del femicidio de Jessica Scarione
En la audiencia de formulación de cargos, realizada el viernes pasado en la sala 10 de la Ciudad Judicial, la representante del MPF detalló ante el Juez de Garantías Raúl Alberto Aufranc, la evidencia recolectada que acompañó el pedido de imputación a Espinoza como principal sospechoso de cometer el femicidio de Jessica.
En primer lugar, señaló que existen tres expedientes desde 2021 en el Juzgado de Familia por violencia de género. En especial, la representante del MPF hizo énfasis en que la Línea 148 tenía informes de episodios de alto grado de riesgo, incluso en algunos de ellos se calificaba la situación de Scarione como riesgo de femicidio, en código rojo. La víctima había sido atendida en el hospital y solicitado medidas cautelares, que aún estaban pendientes al momento del crimen.
Al respecto de la relación, indicó que Espinoza y Scarione estaban en pareja hacía cinco años y compartían la vivienda de él en un predio donde también se encontraba la casa del padre, y del hermano, en la calle Maíz, entre Papa y La Vid. De acuerdo al testimonio de familiares y amigos, él solía permanecer en su casa casi todo el tiempo, donde los indicios de violencia se repetían.
El hermano del imputado afirmó que la última vez que vio a la pareja fue el viernes cerca de las 14:30 y estaban peleando, aunque uno de sus hijos le había dicho que el viernes discutían, pero esto fue más tarde, entre las 18 y 19. "Discutían con frecuencia y le aconsejaba que se separaran", citó la fiscal y agregó que J.C.E. el sábado dijo que no había visto a ninguno de los dos. Ante el paradero desconocido de su hermano, aportó el dato de que solía ir a trabajar a la basura.
En tanto, su pareja describió que "la relación era un poco tóxica", y que el último contacto con ella fue el viernes a las 17:35 vía WhatsApp; la notó preocupada por problemas con allegados de su pareja y su última conexión figuraba a las 21:17.
El padre del imputado, Ángel Espinoza, quien encontró a la víctima, dijo que a su hijo hacía unos 4 días lo había visto en su casa y que "cuando ellos peleaban, él no se metía". Por otra parte, el hijo del imputado, de 24 años, recordó que hacía un mes que no veía a su padre y cuando no lo encontraba suponía que estaba en el basurero.
En tanto, cuando introdujo el testimonio de una hermana de Jessica, indicó que tras un historial de abandono, tenía un retraso madurativo, había estado en hogares desde muy chica y estaba alejada de su familia. El último audio que recibió fue el 10 de septiembre y recordó que "Luis la golpeaba, la última vez que entró al refugio la tuvieron que llevar al hospital porque la golpeó muy fuerte, y que él siempre se jactaba de que tenía contactos y era poderoso".
Gritos, amenazas y tiros
Para la Fiscalía, Espinoza cometió el femicidio alrededor de las 21.30. Un registro fílmico de una cámara vecina captó estruendos compatibles con detonaciones y los gritos de una mujer segundos antes de nuevos disparos. Luego el pedido de ayuda de un hombre.
El vecino que aportó ese registro relató que era "una familia problemática, hermanos agresivos" y que mientras que a Jessica la habían visto poco, cruzándola desde hacía tres años, al imputado lo conocían de hacía muchos años por su apodo.
"Las peleas, sobre todo eran cuando él tomaba", recalcó. El detalle especial de la noche del crimen, es que si bien "es normal escuchar disparos", prestó especial atención. Según el vecino, temió que entraran a robar, y por eso comenzó a manipular la cámara buscando el origen de los tiros. "El viernes se escucharon 4 o 5 disparos muy seguidos de gritos de mujer como lastimada, que se quejaba, y voz de ayuda del imputado", describió la fiscal.
En tanto, un trabajador del Centro de Certificación INSETEC, una empresa apostada cruzando la calle, detalló que escuchó seis detonaciones frente a la base. Aunque no conoce a la familia, aseguró que de ese domicilio se suele escuchar disparos. Incluso, una vez que el portón de la empresa estaba abierto, un disparo casi lesiona al dueño.
Por su parte, otra vecina manifestó que tiene miedo; que desde la vivienda se escuchan gritos como "soltame, soltame" y problemas bastante seguidos. En tanto, un amigo del imputado, mencionó que conocía a Jessica y que discutían como una pareja normal sin violencia física, que Espinoza usaba armas de fuego calibre 32 y 38 y que ha visto como ha disparado al aire. La última vez que los vio dijo que fue el miércoles, cuando estuvieron con Jessica y Luis hasta la madrugada en su casa, porque no solía irse de ahí.
Por su parte, también aportaron información otras mujeres cuyos testimonios fueron claves para la solicitud de medidas de coerción, por riesgo de entorpecimiento para la investigación. "La última vez que vio a Espinoza fue el viernes, escuchó gritos. Luis salió a gritarle al hijo, que no tenía que ir ahí, que le iba a dar un tiro", dijo Sola sobre una mujer que también aportó que vio a Jessica en la vivienda. Acerca de la violencia de género, indicó que "tiene miedo porque Luis se pone agresivo y manifestó riesgo".
En tanto, amigas de la parroquia relataron que Jessica “iba llorando” y que temía por su vida porque su pareja “se ponía peor cuando consumía drogas”. También contaron que la han visto con moretones y el mes pasado hubo una pelea grande y Jessica le pidió ir a la casa, pero le dijo que no por temor al marido que podía ir a la casa. La última vez que la vieron, estaba con Espinoza en un colectivo, y ese miércoles le pidió dinero.
En audios previos enviados a su entorno, la víctima denunció que Luis Espinoza tenía armas de fuego, que la golpeaba y la amenazaba. Según la fiscalía, él ejercía un control constante: la aislaba de su familia, revisaba su celular y se jactaba de tener poder.
Las horas después del femicidio
Todos estos relatos confluyen en un mismo punto: la violencia escaló hasta llegar a la madrugada de disparos y gritos. Minutos después de los tiros, se cree que Espinoza huyó. Su propio padre fue quien encontró el cuerpo de Jessica tirado en la vivienda al día siguiente. La autopsia determinó que ella agonizó entre 45 minutos y una hora tras recibir un tiro mortal en el abdomen con un proyectil calibre .357. En la vivienda encontraron disparos hasta en el techo.
El lunes siguiente, la hermana del imputado recibió audios en los que él reconocía que “se le escapó un tiro”, que estaba jodido y le confesaba su intención de suicidarse, mientras le indicaba que estaba “cerca del basural de Senillosa”.
Para pedir la medida cautelar de prisión preventiva por seis meses como única medida idónea por doble riesgo de fuga y entorpecimiento para la investigación, se centró fundamentalmente en el acto de matar a su pareja, la violencia previa, la fuga y aquella conversación con su hermana.
"Si bien tiene grupo familiar extenso, el arraigo es débil, o no influye en su actitud, después del cometido el hecho se fue del lugar, muy alejado, ni tiene trabajo estable, hay una relación inexistente o baja con parientes que no le impidió escaparse", aseguró.
También destacó que hubo aprovechamiento de la vulnerabilidad de la joven para cometer el acto más violento contra su pareja, de quitarle la vida. Al mismo tiempo, la violencia en escalada hasta el total desprecio por la vida de quien fue su pareja al hecho, que quedó agonizando 45 minutos una hora. "Se fue inmediatamente, no llamó a una ambulancia, ni policía, ni a nadie, como si hubiera sido accidental", indicó Solá y agregó que "no era habitual irse de la casa".
Por ese motivo, dijo que solo admite la pena más alta posible de prisión perpetua. En este sentido, citó antecedentes por los que sería la segunda reincidencia en caso de ser condenado. "Se mantiene oculto durante 5 días, se está escapando, dijo la hermana, ella le pedía que se entregue, le insistía, él sabía que iba a ir preso, quería evitarlo hasta dijo que se iba a suicidar", mencionó.
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