Vecinos denuncian que los casos se multiplican en distintos barrios y exigen una investigación urgente. Advierten que el problema ya representa un riesgo de salud pública.
La ciudad de Zapala atraviesa una situación de extrema preocupación por la reiteración de envenenamientos masivos de perros y gatos. En las últimas horas, varios vecinos denunciaron nuevos casos y aseguran que la problemática, lejos de estar controlada, se expande por diferentes sectores de la localidad. Según los cálculos de proteccionistas y familias afectadas, actualmente se registraron decenas de animales con el mismo patrón: cebos envenenados, arrojados en plazas y calles.
Enry Melinao Sobarzo, vecino y docente de Zapala, es uno de los que sigue de cerca la problemática. “Aquí en Zapala está un poco caótico el tema para los que somos respetuosos de la vida de los animales y amamos a las mascotas, estamos pasando un momento complicadísimo. Desde el año pasado hasta hoy se contabilizan entre 40 y 50 asesinatos por envenenamiento. 90% de perros y alrededor de 10% de gatos”, relató con pesar.
Lo que más alarma a los vecinos es la extensión territorial de los episodios. “Antes estaba más localizado, ahora es por todo Zapala: el alto, el centro, el bajo. Hoy mismo (lunes) me avisaron de dos perros muertos más en distintos barrios”, agregó en diálogo con Canal 7 Noticias.
El último domingo, en el barrio Pino Azul, los vecinos hallaron trozos de carne y pollo mezclados con veneno, mientras que días atrás en Lago Viejo se encontraron entre 10 y 15 perros envenenados. Casos similares se registraron en la plaza Bruder y en las inmediaciones del campo del Ejército.
Los testimonios coinciden en que se trata de un mismo método: cebos contaminados con compuestos fosforados. Estos venenos actúan con rapidez y producen un daño irreversible en los órganos internos de los animales.
Sin responsables identificados
A pesar de la magnitud de los hechos, hasta el momento no hay personas identificadas ni avances significativos en la investigación. “No hay control ni investigación profunda porque no tenemos ninguna noticia, nadie vio nada, y eso es lo más particular. Es sorprendente que con tantos casos nadie haya visto algo”, lamentó Melinao Sobarzo.
Las hipótesis son variadas. “Se especula que puede ser gente que odia a los perros, vecinos con miedo a mordidas o incluso vinculaciones con ámbitos municipales. No es una acusación, son especulaciones que circulan. También se habló de productores ganaderos en campos del Ejército que envenenarían para proteger a sus crías, pero nada se confirmó”, explicó.
Uno de los pedidos más fuertes de los vecinos apunta al uso de las cámaras de videovigilancia. Aseguran que deberían haberse registrado movimientos sospechosos, pero hasta ahora no hubo informes oficiales. “Organizamos una reunión frente a la municipalidad para reclamar respuestas. ¿Cómo puede ser que no haya cámaras que registren algo? La gente denuncia, pero otros no lo hacen porque sienten que no pasa nada, que nadie activa nada”, denunció el vecino.
Riesgo sanitario y denuncias dispersas
El problema dejó de ser solo un tema de maltrato animal y comenzó a preocupar por su dimensión sanitaria. Melinao Sobarzo relató un caso reciente: “Anoche me llamó un señor muy afligido porque ayudó a llevar a una niña al hospital. El perrito de la nena fue envenenado y ella habría tenido contacto con el animal. Lo digo con cuidado porque no es oficial, pero en teoría hay una niña intoxicada. Esto ya es un tema de salud pública”.
En cuanto a las acciones legales, algunos vecinos radicaron denuncias en Fiscalía, Policía y la Municipalidad, pero otros decidieron no hacerlo por desconfianza o cansancio. “Yo el año pasado hice denuncias en todos lados. La Policía en su momento advirtió a los vecinos, pero no se prestaron cámaras y ahora seguimos igual. Si no hay denuncias masivas, no se sabe cuántos casos son realmente”, señaló.
Alarma y desesperación
Los proteccionistas y familias afectadas sienten que el problema los sobrepasa. El dolor por la pérdida de mascotas se suma a la impotencia por la falta de resultados concretos en la investigación. “El año pasado, en diciembre me envenenaron a mi perra. Fue un golpe tremendo. Ver ahora que todo se repite y crece es devastador”, resumió Melinao Sobarzo.
Mientras tanto, en Zapala el clima de preocupación se extiende. Los vecinos coinciden en que no se trata de episodios aislados, sino de un fenómeno sistemático que pone en riesgo no solo a los animales, sino también a la comunidad en su conjunto.
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