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La Mañana San Cayetano

La historia de San Cayetano: patrono del pan y el trabajo que fundó un banco popular y un refugio para mujeres

Cayetano de Thiene fue abogado y pasó su vida ligado a la iglesia católica y a los más desprotegidos.

Cada 7 de agosto, miles de personas en Argentina y otros países se acercan a templos y capillas para pedir o agradecer por trabajo y alimento. La figura que concentra esas plegarias es San Cayetano, un sacerdote italiano del siglo XVI que eligió vivir con austeridad, acompañar a los más necesitados y fundar una orden religiosa con fuerte vocación solidaria. Su historia, marcada por el servicio y la fe, explica por qué es hoy uno de los santos más populares del calendario católico.

Cayetano de Thiene nació en octubre de 1480, en Vicenza, una ciudad del norte de Italia. Su familia pertenecía a la nobleza, pero desde joven mostró inclinación por el estudio, la fe y el servicio. Estudió Derecho en la Universidad de Padua y se graduó con honores a los 24 años.

En 1506 se trasladó a Roma, donde al poco tiempo fue nombrado secretario privado del Papa Julio II, a quien acompañó hasta su muerte.

En Roma fundó la Cofradía del Amor Divino u Oratorio del Divino Amor, una asociación de sacerdotes y clérigos que se dedicaban a la oración y al estudio de las sagradas escrituras. Un grupo de laicos y religiosos que buscaban vivir la fe a través de la caridad y el compromiso con los pobres. Esa experiencia fue decisiva en su vida. Cayetano comenzó a visitar hospitales, cuidar enfermos, acompañar moribundos y atender a personas en situación de extrema pobreza. En lugar de buscar un lugar destacado en la Iglesia, eligió el camino del servicio directo.

Cayetano destacó por su dedicación en la lucha contra la pobreza y la injusticia social. Fundó la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos, que tuvo como objetivo principal la renovación del clero y la promoción de la vida espiritual en la comunidad. La orden tenía un objetivo claro: renovar el espíritu del clero y trabajar entre los más humildes. Los teatinos no podían poseer bienes personales ni recibir ingresos fijos. Vivían de la providencia, es decir, de lo que recibían por donaciones. No pedían limosna. Aceptaban lo que les ofrecían y compartían lo que tenían.

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Miles de devotos se movilizarán este miércoles en Argentina.

Miles de devotos se movilizarán este miércoles en Argentina.

Luego ingresó también en el Oratorio de San Jerónimo, el cual tenía los mismos fines que la cofradía, aunque con una diferencia nada menor: incluía a laicos pobres. Este temprano acercamiento a los pobres, algo que marcaría su vida, le valió duros reproches de sus amistades, quienes le decían que aquello era “indigno” para alguien de su alcurnia.

En su “peregrinación del norte al sur de Italia”, cuando llegó a Nápoles para crear su orden, aceptó una casa donada por el conde de Oppido, pero rechazó muchos otros bienes. Cuando el conde le dijo que allí la gente no era tan generosa como en otras ciudades, sobre todo del norte, Cayetano le respondió: “Dios es el mismo aquí y en todas partes. Y Él nunca nos ha desamparado, ni siquiera por un minuto”.

Allí, fundó un monasterio para ayudar a personas en situación de vulnerabilidad, especialmente mujeres prostitutas, con el objetivo de ofrecer una alternativa digna. El refugio proporcionaba no solo albergue, sino también apoyo moral y oportunidades para una nueva vida. Esta acción reflejaba el compromiso de Cayetano con la rehabilitación y el respeto por la dignidad humana.

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Además, Cayetano fue un pionero en la creación de un banco popular en 1584, destinado a ofrecer servicios financieros accesibles a las personas de menos recursos. El Banco de la Providencia, tenía como objetivo proporcionar pequeños préstamos a los pobres y fomentar la autosuficiencia económica entre las clases desfavorecidas.

Enfermó gravemente en Nápoles, y murió el 7 de agosto de 1547 sobre una tabla de madera y sin dinero. Fue beatificado por Urbano VIII el 8 de octubre de 1629, y el 12 de abril de 1671, Clemente X lo proclamó Santo.

Patrono del pan, del trabajo y de los desempleados

Según una leyenda popular, un campesino de principios del siglo XIX pasó frente a una imagen del santo camino a su casa. Venía de tener un mal día en sus campos de trigo, donde no había podido cosechar nada debido a una sequía que lo abrasaba todo desde hacía meses. El hombre se bajó de su carreta y le rezó a aquella imagen, pidiéndole que salvara sus trigales y dejándole como ofrenda unas pocas espigas que había logrado recolectar.

Le prometió a San Cayetano que si recordaba su pedido difundiría su ayuda y daría a conocer quién era. Antes de que llegara a su casa se desató una tormenta, y el hombre se dejó empapar por aquella bendición y por su promesa.

La difusión del milagro de los trigales fue tan grande que sus fieles comenzaron a ofrecerle el origen del pan, y pasó a ser conocido como el patrono del pan y el trabajo, solo en Argentina, ya que el santo del trabajo en el resto del mundo es San José.

En Argentina, su figura se popularizó en el siglo XX, especialmente a partir de 1935, cuando se inauguró el Santuario de San Cayetano en el barrio porteño de Liniers. Desde entonces, miles de fieles acuden cada año a agradecer por el trabajo conseguido o a pedir por uno nuevo. La imagen del santo, con un niño en brazos y una espiga de trigo, se transformó en un símbolo de esperanza.

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Su designación como patrono del pan y del trabajo no fue resultado de una declaración formal, sino de una construcción popular basada en su vida. Cayetano no escribió grandes tratados ni participó en debates teológicos de su época. Su legado fue otro: el gesto simple y firme de compartir el pan, sostener al que no tenía trabajo y confiar en que la fe podía mover estructuras de injusticia.

La oración a San Cayetano

"¡Oh glorioso San Cayetano! Aclamado por todas las Naciones; Padre de Providencia, porque con portentosos milagros socorres a cuantos te invocan con fe en sus necesidades. Te suplico me obtengas del Señor oportuno Socorro en las angustias presentes y sea ello prueba de la bienaventuranza eterna. Amén.

Santísima Trinidad, ¡Oh Divina Providencia! Concédeme tu clemencia, por tu infinita bondad, arrodillado a tus plantas, a Ti portento de toda caridad, te pido por los míos casa, vestido y sustento.

Concédenos la salud, llévanos por buen camino, que sea siempre la virtud que guie nuestro destino. Tú eres toda mi esperanza, eres el consuelo mío, en Ti creo, en Ti confío. Tu Divina Providencia se extienda a cada momento para que nunca nos falte casa, vestido, sustento y los Santos Sacramentos en el último momento".

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