El clima en Neuquén

icon
13° Temp
44% Hum
La Mañana Gustavo Cerati

Sospecha de un secuestro: la historia del joven que encontraron enterrado en la casa donde vivió Cerati

El hallazgo de los restos de Diego, desaparecido hace más de 40 años, reabrió un drama familiar que ahora exige cerrar con justicia.

Una demolición en el barrio porteño de Coghlan, en una propiedad lindera al lugar donde alguna vez residió Gustavo Cerati, abrió una ventana hacia el pasado. Obreros que trabajaban en el terreno encontraron restos humanos enterrados junto a objetos personales. El hallazgo conmocionó al barrio, y días después, también al mundo del fútbol.

Los análisis del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) confirmaron que los restos pertenecen a Diego Fernández Lima, un adolescente desaparecido en 1984- cuando tenía 16 años - que jugaba en las divisiones juveniles del Club Atlético Excursionistas.

El club, apenas conocida la noticia, expresó su pesar a través de las redes sociales con un mensaje de acompañamiento a la familia del joven: “Enviamos nuestras condolencias y un fuerte abrazo. Deseamos que su alma finalmente pueda descansar en paz”.

Una búsqueda que duró más de 40 años

casa cerati cuerpo
Los restos hallados al lado de la casa de Gustavo Cerati eran de un jugador de Excursionistas.

Los restos hallados al lado de la casa de Gustavo Cerati eran de un jugador de Excursionistas.

El 26 de julio de 1984, Diego salió de su casa y nunca más volvió. Tenía 16 años, jugaba al fútbol con talento y entusiasmo en “Excursio”, como lo llaman en el barrio de Bajo Belgrano. Desde ese día, su familia lo buscó sin descanso. La confirmación de su paradero llegó recién ahora, más de cuatro décadas después, cuando una obra de demolición reveló lo que la impunidad había enterrado.

Los restos estaban ocultos en una fosa de dimensiones reducidas —40 centímetros de profundidad, 60 de ancho y 1,20 metros de largo— y se encontraban junto a una serie de pertenencias: una llave con llavero naranja, una pieza de reloj Casio, un dije con inscripciones orientales, fragmentos de ropa y la suela de una zapatilla.

Tras el levantamiento de los restos, el EAAF comparó muestras de ADN con las de la madre de Diego. La coincidencia fue concluyente. El dolor, enorme. También la necesidad de justicia.

La sospecha de un secuestro

Javier, hermano de Diego, se quebró en vivo durante una entrevista en televisión. “Me siento vacío. Indignación, tristeza, dolor. Muchas preguntas. Necesitamos justicia”, dijo entre lágrimas. Su padre, que también lo buscó hasta sus últimos días, falleció en un accidente en 1991, sin haber tenido noticias de su hijo. “Murió buscándolo”, recordó Javier.

El hermano del joven reveló que en su infancia se hablaba de todo tipo de hipótesis: “La policía decía que ya iba a volver, que se había ido con una chica. Pero era imposible encontrarlo con lo que hicieron. Mi viejo investigó solo, sin ayuda, en una época sin celulares ni cámaras. No tenía herramientas”.

Aunque la familia prefería resguardar algunos datos frente a la madre del joven, la identificación del cuerpo les permitió al menos cerrar un ciclo de incertidumbre: “Por lo menos tener a quién llorar o enterrar”.

El hombre contó cómo fue la última vez que Diego interactuó con su familia, antes de su desaparición en las inmediaciones de los barrios de Belgrano y Villa Urquiza: “Se fue de casa comiendo una mandarina. Le dijo a mi mamá que se iba a la casa de tal y después al colegio”.

cuerpo identidad cerati

Pasaron las horas y el joven no apareció, por eso su familia quiso hacer la denuncia en una comisaría de la Policía Federal Argentina (PFA), pero no se la tomaron y adujeron que se trataba de un caso de “abandono de hogar”. Sin embargo, en la familia Fernández Lima, hacían otras conjeturas, como una posible desaparición ligada a fuerzas del Estado.

“Para mí pasó, como era saliendo de la dictadura, que lo chuparon, que estaba en la agenda de alguien, que era amigo de alguien y que lo chuparon. No había redes, había cuatro canales de televisión, no había cámaras. Mis viejos hicieron todo, mis primos, amigos del barrio, nos conocen todos y acá estamos todavía”, relató conteniendo las lágrimas. “En su momento, con mis padres y la policía interrogaron a todos los compañeros del colegio”, añadió.

Según narró Javier a La Nación, durante cuatro décadas no dejaron de buscar. “Estamos mal. No entendemos nada”, dijo y comentó que su madre -con 87 años- “quiere saber la verdad”.

Una carta, una consigna y la memoria en el vestuario

El caso conmovió también a quienes lo conocieron como jugador. El club Excursionistas recuperó una carta escrita poco después de la desaparición por Daniel Viviani, dirigente y socio vitalicio. Allí se leía: “Mi querido gallego, siempre te recordamos cada vez que nos reunimos en el vestuario. Las finales las jugábamos por Excursionistas y por vos. Cuando gritábamos ‘¡Se siente, se siente, el gaita está presente!’, alguna lágrima corría por mi cara”.

cerati casa.jpg

Ese grito de aliento, que alguna vez resonó en los pasillos del club, cobra hoy un nuevo sentido. La historia del joven Diego Fernández Lima emerge de las sombras, no como una estadística ni como un caso olvidado, sino como una vida interrumpida por la violencia. Su nombre, recuperado por la memoria y la ciencia, ya no estará más en la lista de desaparecidos sin identificar. Y su historia, ligada al fútbol, a una familia que nunca bajó los brazos y a un barrio que lo recuerda, vuelve a escribirse con verdad y dolor.

Te puede interesar...

Leé más

Noticias relacionadas

Dejá tu comentario