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Epulafquen: la cervecería más antigua de Neuquén que resiste con energía solar y resiliencia

Epulafquen, primera cervecería neuquina, sostiene su historia y su identidad con energía solar, estilos clásicos y resiliencia en plena coyuntura.

En Villa La Angostura, entre el bosque rodeado de coihues centenarios y brisas del lago Correntoso, hay un lugar que vive desde antes de que existiera la “moda cervecera”. Una esquina que supo ser punto de encuentro en catástrofes, celebraciones, apagones, crisis y veranos inolvidables. Allí, casi escondida entre árboles que nunca quisieron talar, respira Epulafquen, la fábrica y cervecería creada por Diego Sierra y La Polaca, pionera absoluta en la provincia.

Ser la primera de Neuquén no fue un título buscado, sino la consecuencia natural de un proyecto que nació antes que el boom de la cerveza artesanal, antes incluso de Internet como ventana técnica, y muchísimo antes de que la villa se transformara en el polo turístico que es hoy.

Su historia es también la de dos personas que decidieron cambiar de vida, mudarse a la montaña, aprender a convivir con el entorno y construir —literalmente desde cero— un modo de habitar y producir enfocado en la sustentabilidad, como en toda historia argentina, también es la de resistir.

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La cervecería vista desde su patio.

La cervecería vista desde su patio.

Del papel fotográfico al deshielo: una casa, una vida y una fábrica elegida por el paisaje

Diego Sierra y La Polaca llegaron a Villa La Angostura en 2001, en pleno derrumbe del país. Pero ellos no lo vivieron como derrumbe: llegaron sin televisión, sin radio, sin deudas y sin saber que el país estaba estallando. Llegaron por elección, no por escape.

Años antes, en un viaje con amigos por la Patagonia, Diego había decidido que quería vivir en el sur. Creció en Necochea, así que sabía de pueblitos, silencios y comunidad. Pero la montaña, dice, lo enamoró definitivamente. “Me podrían haber dicho San Martín, Junín, Bariloche o El Bolsón. Cualquier lugar me cerraba.” La historia terminó en Villa La Angostura porque el padre de un amigo tenía terrenos disponibles y mostró una foto en papel —sí, papel— con una vista del Correntoso que todavía hoy parece una postal. La compraron sin conocer el terreno, confiando en la imagen y en el instinto.

Antes de mudarse, hicieron lo que entendían como un cambio profundo de estilo de vida: cursos de huerta orgánica, energías renovables, trabajos manuales. La Patagonia como decisión era también una idea de cómo vivirla.

Cuando finalmente llegaron, el 16 de diciembre de 2001, no tenían más que una camioneta, su perro, la casa en construcción y el sueño de instalarse lejos de Buenos Aires. Vivieron una semana con cinco pesos. Literalmente no faltó nada.

Una fábrica nacida del agua: cerveza en tiempos sin Google

Diego empezó a hacer cerveza en 1999, en Buenos Aires. Buscó cómo aprender en una época sin tutoriales, sin grupos de Facebook y sin recetas en foros. Se enteró —no recuerda cómo— de que en San Telmo había un grupo que se juntaba a cocinar cerveza. Allí conoció a personas referentes que se transformaron en amigos durante más de 25 años.

En 2002, ya instalados en la villa, los invitaron a participar de la Fiesta de los Jardines. Desde entonces, no faltaron ni una sola vez en 23 años y la cerveza dejó de ser un hobby: se convirtió en la primera cervecería de la provincia, en tiempos en los que ni Neuquén capital tenía un movimiento artesanal establecido. Pero si hubo un factor decisivo para dar ese salto fue el agua. “Toda la zona tiene un agua alucinante. Es deshielo puro, súper blanda, sin minerales. Para los estilos que hacemos, es perfecta.

La mayoría de las cervecerías del país necesita filtrar el agua, quitarle minerales y volver a agregar los específicos según el estilo. En Villa La Angostura ocurre lo contrario: el agua cae de la montaña ya lista para fermentar.

La Polaca y Diego en el fogon de Epulafquen
La Polaca y Diego en el fogón,  brindando y resistiendo.

La Polaca y Diego en el fogón, brindando y resistiendo.

Los estilos: del viejo mundo a la IPA estrella

Epulafquen es una cervecería de fermentación alta, enfocada en estilos clásicos ingleses y europeos. Nada de modas pasajeras, nada de experimentar por experimentar.Las cervezas que cocinan son las que le gustan a Diego y a La Polaca: Scottish, Porter, Pilsen cuando hay, y la Session IPA como único estilo moderno. Pero la estrella indiscutida es la IPA. Es la cerveza que más pide la gente.

Sustentabilidad real: la fábrica 100% solar (o casi)

En tiempos donde la sustentabilidad suele ser un eslogan vacío, Epulafquen decidió hace años que la energía tenía que estar alineada con su modo de vivir la montaña. La fábrica funciona con energía solar al 100%, con el respaldo de la red sólo en días nublados o cuando las baterías no llegan a cargar.

La energía solar no fue una movida marketinera: fue una continuidad natural. Antes de mudarse ya habían hecho cursos de energías renovables, construyendo incluso un termotanque solar casero. La montaña y el bosque no eran un decorado: eran una responsabilidad.“La idea es salirnos del sistema lo más posible. Para no usar hidrocarburos y para ser coherentes con el lugar donde vivimos.

Construyeron la fábrica sin tirar árboles. Abrieron techos para permitir que un coihue siguiera creciendo.Perdieron parte del depósito por una rama gigante, pero no se arrepienten.La regla es una sola: adaptarse al entorno, no que el entorno se adapte a nosotros.

Una cervecería que también fue refugio

Si Epulafquen es parte del tejido social de Villa La Angostura, es porque estuvo siempre. En 2011, cuando el volcán Puyehue cubrió la villa de ceniza, abrieron el local a oscuras, con un generador, permitiendo cargar celulares gratis.Cuando cayó la famosa piedra de hielo y la villa quedó sin luz durante días, estuvieron ahí.En pandemia, igual.En apagones, también. Hubo un momento en que la gente pedía que abrieran porque necesitaba un lugar donde estar.“Nosotros no cambiamos el pueblo, pero siempre dimos lo que podíamos.

Identidad, arraigo y un reconocimiento que muchas veces llega desde afuera

Epulafquen cumple 24 años. No es solo longeva: es casi una institución. Pocas marcas pueden decir que llevan más de dos décadas con los mismos dueños, la misma filosofía y el mismo patio entre árboles.Diego lo reconoce: le hubiera gustado un crecimiento más acompañado por las autoridades del ejecutivo municipal. En otras partes del mundo, los pueblos adoptan a su cerveza como parte de su identidad. En Argentina, cuesta y cuesta más cuando se trabaja sin estridencias, lejos del marketing y con una filosofía simple: hacer lo que se sabe, vivir como se quiere, respetar el entorno.

Aun así, la devolución aparece en otro lado: ferias en Neuquén, eventos en Bariloche, turistas que vuelven año tras año sólo para sentarse en el patio. “Nadie es profeta en su tierra, me dijeron. Parece que es así.”

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Una deliciosa Scotish de Epulafquen.

Una deliciosa Scotish de Epulafquen.

La magia de Epulafquen: llegar cuesta, irse no

Encontrar la fábrica no es fácil. No hay carteles gigantes, no hay luces, no hay anuncios. A veces la gente llega con quejas por la falta de señalización y se va diciendo: “valió la pena”. Ese es el espíritu de un refugio de montaña: llegar implica desear llegar.Encontrarlo es parte de la experiencia, quedarse es casi inevitable. Después de 25 años construyendo, invirtiendo, arriesgando y trabajando sin parar, Diego confiesa que hoy siente miedo.

Me da miedo pensar que en algún momento no pueda seguir produciendo. La tristeza es inevitable.” La coyuntura económica golpea incluso a quienes llevan décadas sosteniendo un proyecto. Fueron el volcán, la ceniza, las piedras, las crisis económicas, los inviernos sin turismo, los veranos sin nieve y ahora, otra vez, el país. Pero también está esa certeza tan argentina de que, de alguna manera, siempre se sale. “Nunca fue fácil. Siempre inventamos algo. Siempre salimos adelante.

Recomendaciones para quien llegue por primera vez

Diego resume a Epulafquen en una frase: “Epulafquen es la sencillez de la Patagonia.” Una sencillez robusta, auténtica, sin adornos. Para comer, recomienda las ribs ahumadas en su ahumador casero.Para tomar, depende: IPA si te gusta lo amargo; Session IPA si preferís suavidad; Pilsen cuando aparece; Scottish si buscás cuerpo y maltosidad y si hace calor, el fogón afuera y si hace frío, la estufa y la madera crujiente.Porque la esencia es siempre la misma: un lugar construido desde el amor por la montaña, el respeto por el bosque y la voluntad obstinada de sostener un proyecto propio en medio de todas las tormentas.

+ Info: @cerveceriepulafquen

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