El duro documento de los obispos contra las políticas de Milei acentuaron las diferencias con el gobierno. Neuquén no es ajena a la tensión entre los modelos.
El obispo de Neuquén, Fernando Croxatto afirmó el jueves que numerosas familias del país y de esta provincia “sufren las leyes, los vetos, porque quedan sin trabajo y vemos cada día más gente en situación de calle; en el interior está pasando lo mismo, esto amerita en sostenernos unos a otros”.
“El trabajo –subrayó el prelado- es parte de esa dignidad. Cómo podemos ordenar sin dañar, sin herir, sin quitar esperanzas. Se quita la esperanza con ciertas medidas, la gente siente que no es tenida en cuenta. Es el gran daño que tenemos como sociedad, el descartar a muchos con las medidas”.
El religiosopronunció estas palabras frente a la Catedral local, en ocasión de la festividad de San Cayetano, una fecha en la que queda en evidencia, año tras año, la misma cara de algunos efectos de las políticas económicas y sociales de los gobiernos de turno.
El mensaje de Croxatto fue en la misma línea que el breve, pero punzante documento, de la Conferencia Episcopal Argentina en el que se señala que “en todo plan económico, cuidar el empleo y las fuentes laborales debe ser una prioridad indeclinable. Ninguna medida puede considerarse exitosa si implica que los trabajadores pierdan su empleo o vivan con angustia e incertidumbre sobre su futuro”.
Los obispos argentinos, está claro, van en fiel sintonía con las líneas pastorales que marcó Jorge Bergoglio. El extinto Papa supo sonreír cuando lo vistió Javier Milei en Roma. Pero dejó un corpus doctrinario y político en la iglesia argentina lo suficientemente fuerte para hacer de contrapeso a las medidas más drásticas del líder libertario.
No resignarán los pastores católicos -al menos en Argentina- los lineamientos de la Doctrina Social de la Iglesia, línea medular que sostiene la opción preferencial por los pobres con la que Milei discrepa de cuajo filosófica y políticamente.
El Presidente parece sentirse más cómodo con algunas corrientes del vigoroso evangelismo militante, que viene ganando espacios no solo en territorio sino en los resortes de poder y en las bancas del Congreso.
Así se puede ver en Neuquén, donde una de sus conspicuas representantes sostiene el armado violeta, sino también con gestos claros como la visita de Milei a una controvertida expresión evangelista en el Chaco.
Iría el accionar del jefe de Estado en la misma dirección que la impresa por Jair Bolsonaro en Brasil. El exmandatario-actualmente condenado por la justicia de su país por gestar un golpe de Estado contra Lula Da Silva- tuvo en la gigantesca estructura evangelista de su país la base de sustentación de su ascenso político, ahora en un ocaso aparente.
Llamativamente, las corrientes evangélicas que abrevan en los dos líderes de la derecha regional no se ruborizan públicamente frente a sus discursos violentos, insultos o falta de recato narrativo.
La proximidad de las elecciones de octubre también pone un telón de fondo a los posicionamientos antitéticos de estos modelos religiosos, ambos con un fuerte predicamento en sus comunidades de base, en las cuales los gestos de sus referentes suelen tener una evidente acogida.
Como un signo de los tiempos que corren: las expresiones de sendos cultos religiosos parecieran no poder permanecer neutrales en una grieta que, con matices, sigue profundizándose cada vez más en Argentina, sea porque perjudica a unos y beneficia a otros, o por irreconciliables divergencias ideológicas.
Este sería el tono que habría adquirido la naciente campaña para unos comicios legislativos que, esta vez, serían más cruciales de lo que se suponía.
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