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El termómetro de la inseguridad, en rojo: qué medidas están tomando los argentinos para protegerse

El 48% de los ciudadanos considera la inseguridad como un problema extremadamente grave. Surge de la última encuesta del Monitor de Inseguridad de OPSA.

Mirar atrás antes de abrir la puerta de entrada, evitar barrios en ciertos horarios y vigilar la cartera o los bolsillos cada pocos minutos. Los hábitos de protección contra la inseguridad ya son parte de las rutinas de los argentinos desde hace mucho tiempo.

La última encuesta del Monitor de Inseguridad del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la UBA da cuenta de esto y confirma lo que miles enfrentan cada día.

Se relevaron 1.868 casos en grandes centros urbanos y el resultado fue que el 48% de los ciudadanos considera la inseguridad como un problema extremadamente grave o muy grave, mientras que un 44% percibe un incremento de los delitos respecto al año anterior.

Más de la mitad de los encuestados en 2025 confirma que en los últimos seis meses sufrió en carne propia o conoce a alguien víctima de un delito. Para escapar de la tendencia, se han disparado las medidas de seguridad, como la instalación de alarmas o incluso de una puerta acorazada contra robos en las entradas de casas y departamentos.

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La inseguridad y la economía, preocupaciones principales

En el estudio de la UBA, “dinero”, “salarios” y “desempleo” son las palabras más mencionadas junto a “robos” o “violencia”.

Esta coincidencia semántica no es casual, ya que los investigadores aseguran que las personas asocian los problemas económicos con el aumento del delito y el deterioro del bienestar emocional.

Un número alarmante, pero estable

El “termómetro de inseguridad” se mantiene estable en 7,3 puntos sobre 10, lo que indica un nivel de alarma persistente desde 2020. Zonas como el Gran Rosario, el GBA Sur y Mar del Plata encabezan la percepción de riesgo.

Pese a la continuidad de estos niveles, el informe advierte que la estabilidad no significa mejora, sino resignación social y que esa sensación de indefensión puede traducirse en estrés crónico.

El 63% de los encuestados por la UBA considera que denunciar un delito “es una pérdida de tiempo” debido a que el sistema no da respuestas efectivas. El dato explica también la baja confianza institucional.

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¿Cómo se protegen los argentinos de robos y asaltos?

Dada la poca confianza en las vías de solución de las instituciones como la policía, la Justicia o los ministerios, la mayoría de los argentinos que viven en zonas de inseguridad alta ya han adoptado su propio protocolo de protección. Adaptar horarios, reforzar las aberturas y mejorar los accesos son algunas de esas prácticas.

Cambiar los horarios de entrada y salida

Uno de los hábitos más extendidos entre los argentinos que viven en barrios tensionados es el cambio de rutinas. Entre los encuestados, un alto porcentaje ha contestado que evita volver a su hogar en horarios nocturnos, elige rutas alternativas o coordina desplazamientos en grupo.

Estas precauciones, aunque simples, son parte de una estrategia de seguridad residencial a nivel individual frente a una sensación colectiva de vulnerabilidad. Además, muchos vecinos organizan redes de comunicación por WhatsApp o redes sociales locales para alertar sobre movimientos sospechosos o incidentes en la zona.

Reforzar aberturas de las viviendas

Las rejas, las cerraduras multipunto y las puertas de seguridad reforzadas ya no son aparatos que se instalan exclusivamente en las bóvedas de seguridad de los bancos, sino que forman parte de las medidas de protección de entrada de cualquier hogar del Conurbano Bonaerense o del Gran Rosario.

Los ladrones actúan con total impunidad en la zona norte de Cipolletti

La demanda de blindaje en hogares y en autos ha crecido sostenidamente, en los últimos años especialmente en viviendas unifamiliares o plantas bajas de edificios.

Entre las alternativas más eficaces están las puertas acorazadas antirrobo, que han tenido un salto de calidad en los últimos años. A diferencia de los modelos habituales, las puertas acorazadas tienen una estructura de acero que impide el forzado.

De acuerdo al presupuesto, se puede complementar con sistemas de cierre multipunto, aislamiento acústico y térmico, e incluso resistencia al fuego.

Rejas y alarmas, a la orden del día

El informe de OPSA también confirma que la percepción de una inseguridad más alta tiene un correlato en la compra de equipamiento preventivo, como por ejemplo alarmas vecinales, sensores de movimiento, cámaras conectadas al teléfono celular y cerraduras inteligentes.

Además de ser formas efectivas de mantener a los ladrones alejados de la propiedad, los sistemas electrónicos de alarma y biométricos se han abaratado en los últimos años, con dispositivos que pueden adquirirse vía internet a bajo costo.

Las empresas destacan la combinación de sistemas tradicionales (como rejas o puertas blindadas) con tecnología inteligente, lo que permite a los propietarios monitorear sus propiedades desde cualquier lugar.

Seguir a pesar de todo

Aun si la economía y la inseguridad son dos preocupaciones importantes, el 40% de los encuestados afirma que, pese a todo, “sigue disfrutando de la vida cotidiana” y encuentra en la familia o los vecinos un sostén emocional.

Más allá de los dispositivos físicos, la inseguridad ha modificado las formas de vida. Muchas familias limitan las salidas nocturnas, evitan el transporte público o deciden mudarse a barrios cerrados.

Otros optan por medidas más discretas, como reforzar cerraduras, instalar luces automáticas o mejorar la visibilidad de las fachadas. Cualquiera sea la medida, lo importante, afirman, es mantenerse a salvo.

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