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La Mañana viñedos

Llegan las lágrimas a los viñedos

Un fenómeno fisiológico que marca el inicio de una etapa tras el invierno. Avisa que la brotación está cerca.

En esta época los viñedos lloran. Por poética que resulte la imagen –para algunos es un índice de la crisis del sector, para otros, un indicativo de la cercanía de la primavera– lo cierto es que en esta parte del mundo, a comienzos de septiembre, la vid llora.

Para quienes están lejos de la viña y lo ven en Instagram –estos días se llenaron las cuentas de viticultores con fotos del lloro–, para los curiosos, el lloro de la vid es el inicio de todo. Es un fenómeno fisiológico que marca el despertar después del invierno. En pocas palabras, la savia comienza a circular por el sistema. Para la planta es el comienzo de un nuevo ciclo. Para el viticultor es el momento a partir del cual, hasta noviembre, no volverá a dormir tranquilo en las noches frías o con riesgo de helada.

El lloro de la vid

En esencia, cuando se habla del lloro lo que se observa son pequeñas gotas de agua en los cortes de la poda invernal. Esas gotas significan que la brotación está cerca. Si se miran las yemas –sobre todo en la parte media de los brazos dejados a la vid– ya se las ve hinchadas, listas para abrirse, aunque todavía contenidas.

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El lloro comienza cuando la temperatura del suelo alcanza los 10 ºC. Con el aumento del calor, las raíces se activan y movilizan los nutrientes. La savia asciende por los poros del sistema y despierta las yemas con su carga hormonal. Si en lugar de yemas encuentra cortes de poda, emerge como un líquido incoloro que al cabo de las horas forma una gota: el lloro.

Época

El fenómeno coincide con el fin del invierno y el inicio de la primavera. En algunas zonas más extremas, puede coincidir con heladas intensas, motivo por el cual allí se retrasa la poda para estirar también el inicio de la brotación.

Estas heladas suelen no afectar directamente la producción, ya que las yemas aún están en estado algodonoso. Sin embargo, si las temperaturas son muy bajas, pueden causar cierto daño y reducir parcialmente los rendimientos.

Despertar a mitad de la noche

Desde el inicio del lloro hasta la brotación completa pueden pasar entre dos y tres semanas, según el clima y la región. Lo importante es que desde el momento en que la planta comienza a formarse, el riesgo de daño por heladas se vuelve serio.

Por eso, hasta que el ciclo vitícola entre en el período libre de heladas –en esta parte del mundo, desde mediados de noviembre– el viticultor duerme tranquilo solo en las noches templadas. Las noches frías y secas, cuando la temperatura puede perforar los 0 ºC, se transforman en madrugadas de angustia y ansiedad por defender la viña.

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Un buen viticultor llega a este momento con el viñedo limpio de malezas, las acequias despejadas y sin obstáculos que frenen la circulación del aire. Lo sabe de memoria: donde se acumula aire frío, crece el riesgo de helarse.

El lloro marca el despertar de las plantas, pero también el inicio de una etapa crítica para la cosecha. Si las heladas son frecuentes, muy intensas –con temperaturas de -4 ºC o menos– o si rozan el punto de congelamiento justo al amanecer, los kilos se irán perdiendo en la balanza. Quizás por eso se usa la metáfora: las lágrimas del viñedo no solo se parecen a las humanas en su forma, sino que expresan también la angustia que las acompaña.

Llega Cupra

Fundada por el empresario y dirigente de fútbol Daniel Angelici, Bodega Cupra emplea uvas de Agrelo y del Valle de Uco para sus líneas: Incoronata Rosé, Cupra Malbec, Chardonnay, Pinot Noir y Cupra Gran Corte. La enología está a cargo de Estela Perinetti, quien propone un estilo clásico apoyado en una cuidada crianza en barricas.

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