Bárbara Gálvez, vecina del barrio Cuenca XV, relató la triste situación que está viviendo con un hijo adicto, que le roba y la agrede.
Desesperada. Bárbara Gálvez ya no sabe que hacer. Tiene un hijo tomado por las drogas que le roba, se mete por la ventana de su casa y le rompe sus cosas. Peor aún, la agrede físicamente. Y su caso no es aislado. Es un espejo de lo que pasa en otros hogares, donde las familias lidian prácticamente solas con las adicciones de sus hijos, nietos o sobrinos.
Las redes de asistencia no siempre funcionan, y cuando lo hacen, lo hacen tarde o bajo condiciones que las familias no pueden cumplir. La judicialización no alcanza, y el sistema de salud exige voluntad de personas que, por su propia condición, pareciera que no la tienen. En el medio, madres, abuelas y hermanas quedan expuestas a situaciones de violencia extrema, sin resguardo ni respuesta.
Esta es la historia de Gálvez, quien desesperada reclamó públicamente ayuda porque está sola, cansada y ya no sabe qué hacer por la vida de su hijo y su propia seguridad.
Vive en Cuenca XV y atraviesa una situación límite con su hijo de 24 años, que sufre adicciones desde hace años y, en ese contexto, protagoniza episodios de violencia y amenazas constantes. Sin herramientas, sin respuestas claras por parte del sistema de salud y con miedo de lo que pueda pasar, Bárbara habló desde el hartazgo: "Estoy cansada. Ya no puedo más. Yo vivo sola, Dios, y tengo miedo".
Reclama la internación de su hijo
Su testimonio se suma al de muchas otras familias de la ciudad que conviven con un problema creciente y doloroso: la combinación de adicciones, violencia intrafamiliar, y un Estado que, muchas veces, no sabe cómo o no puede intervenir.
"Ya estuvo internado en Valle Sereno, en Roca, pero después le dieron el alta y lo mandaron con su hermano… yo les dije que no los pusieran juntos, pero no me hicieron caso”, relató Bárbara, en declaraciones radiales.
A partir de esa internación frustrada, el deterioro fue progresivo. Según contó, su hijo volvió a consumir y ella ya no pudo sostener la situación sola. "Me enfermé. Se lo entregaron al padre. Pero cada vez que vuelve a casa, termina mal. Anoche quiso entrar por la ventana de atrás, donde tengo la mercadería", agregó.
La vivienda en la que vive muestra los rastros de esa violencia. Puertas rotas, objetos robados, ventanas forzadas. “Anoche quiso entrar por la ventana de atrás. Ahí tengo mi mercadería, lo que junto para vender y poder sostenerme. Lo poco que tengo me lo quiere sacar”, explica.
Pero no se trata solo de objetos. Según denunció Gálvez, también fue agredida físicamente, en varias oportunidades. "Una vez me agarró con un cuchillo y me asfixió con una cosa que tenía en la mano. Otra vez me pegó en la espalda. Lo vio la vecina y él se escapó antes de que llegue la Policía", denunció.
Gálvez afirmó haber hecho las denuncias correspondientes. Reconoce el acompañamiento de algunos vecinos, pero señala que vive con miedo constante, y que otros familiares también resultaron amenazados. “Mi nieto ya le tiene miedo. Él viene acá a hacer lío, no va a otro lado. Todo pasa acá", se lamentó.
Dónde está la traba legal
Frente a esta realidad, Bárbara ha intentado buscar ayuda en distintas instituciones, en particular en el sistema de salud mental. Pero se encuentra con una traba legal que, según ella, no contempla la gravedad del cuadro.
"La doctora de salud mental me dice que tiene que ser voluntario (la internación). Pero, ¿cómo va a ser voluntario si el tipo está perdido por la droga? ¿Quién decide entonces? Tenemos que ser nosotros, los padres, que vivimos con esto todos los días", cuestionó con impotencia.
La situación se vuelve aún más compleja ante las críticas o rumores que circulan en redes sociales y en el barrio. “Dicen que yo le robé la plata, que lo eché a la calle. Es mentira. Toda la vida vivió conmigo. Yo le cuido la plata porque él no puede", aseguró.
Lo más preocupante es que su hijo tomado por las drogas ya dio señales claras de que le puede hacer daño.
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