El licenciado en Criminalística analizó el caso de Brenda, Morena y Lara, y afirmó que la evidencia de tortura sexual refuerza el carácter de triple femicidio.
El especialista en criminología y perito forense Eduardo A. Prueger realizó un extenso análisis sobre el triple femicidio ocurrido en Florencio Varela, donde fueron asesinadas Brenda, Morena y Lara. A través de una publicación en sus redes sociales, el profesional sostuvo que la evidencia de tortura sexualizada detectada en el expediente constituye “la prueba de la lógica femicida narco” y reafirma que el caso no puede interpretarse fuera de un contexto de violencia de género.
El triple femicidio de Florencio Varela conmocionó al país y puso en evidencia una trama donde convergen el narcotráfico, la violencia de género y el sometimiento extremo de las víctimas. Según la investigación judicial, tres de los sospechosos —entre ellos una mujer y dos hombres con vínculos con redes de venta de drogas— planificaron el ataque contra las jóvenes, quienes fueron secuestradas y asesinadas con una brutalidad que la Justicia calificó como “de extrema sevicia”.
En ese contexto, la interpretación criminológica de Prueger aporta una mirada técnica sobre la naturaleza del hecho y las motivaciones detrás del accionar de los agresores. “La evidencia de tortura sexualizada en el triple femicidio de Brenda, Morena y Lara es un elemento más que demuestra el contexto de violencia de género, por lo tanto, refuerza la argumentación de que se trató de un triple femicidio”, señaló.
Dominación absoluta
Prueger explicó que la tortura sexualizada no solo constituye una forma extrema de violencia, sino que cumple una función simbólica dentro del acto criminal. “La imposición de un acto sexual bajo amenaza de muerte y en el contexto de un secuestro finaliza la dominación completa sobre el cuerpo de la víctima, reafirmando la masculinidad del femicida incluso en el último instante”, escribió.
Desde esta perspectiva, el especialista plantea que el componente sexual en este tipo de crímenes no responde únicamente al deseo o al impulso, sino a una estrategia de control absoluto, donde el agresor busca anular la subjetividad de la víctima. “El femicidio no solo implica el asesinato de una mujer, sino que este es cometido por razones de género o en un contexto de violencia de género”, subrayó.
El cuerpo como mensaje
El análisis también aborda la función de la violencia sexual como forma de castigo y mensaje dentro de una lógica de dominación. “La tortura, incluida la sexual, opera como un mensaje de castigo y terror. No es un simple homicidio; es una declaración de que el cuerpo femenino es un objeto disponible para la violencia, el desprecio y la degradación”, sostuvo Prueger.
El especialista recordó que este tipo de actos, al ser ejecutados con ensañamiento, no solo buscan eliminar físicamente a las víctimas, sino enviar una advertencia dentro del mismo entramado delictivo. “Es una demostración de poder que excede lo individual y se inscribe en la estructura narco, donde la violencia hacia las mujeres adquiere un carácter ejemplificador”, detalló en su publicación.
Vulnerabilidad
Otro de los ejes de su análisis apunta al contexto de vulnerabilidad en que se encontraban las jóvenes víctimas. Según Prueger, los agresores aprovecharon ese escenario para ejercer una violencia aún más extrema. “Este tipo de violencia se ceba especialmente en mujeres en contextos de explotación —como la prostitución o el narcomenudeo—, lo que refuerza la interseccionalidad de la crueldad: el agresor aprovecha el estigma social de la víctima para ejercer una violencia más extrema y asegurar la impunidad”, escribió.
En este sentido, el perito remarcó que los crímenes de odio por razones de género no deben analizarse aislados de las condiciones estructurales que los permiten: la desigualdad, la precarización y la marginalidad que atraviesan a muchas mujeres y diversidades en entornos dominados por el delito organizado.
El análisis de Eduardo A. Prueger, compartido públicamente en sus redes, no forma parte del expediente judicial, pero sí contribuye a la comprensión de las motivaciones detrás de los hechos. Desde su especialización en criminología, sostiene que la tortura sexualizada es un indicio claro del odio de género y un componente clave para identificar la lógica femicida en el contexto del narcotráfico.
La causa, que sigue en investigación bajo la órbita del fiscal Adrián Arribas, continúa reuniendo pruebas y peritajes sobre la planificación del crimen y las relaciones entre los implicados. En paralelo, análisis como el de Prueger aportan elementos teóricos que pueden fortalecer la interpretación de los hechos en clave de género y ayudar a dimensionar la magnitud de la violencia ejercida contra las víctimas.
Te puede interesar...
Dejá tu comentario