Un youtuber argentino relató la experiencia que tuvo al visitar un destino turístico, y mostró escenas inimaginables lo que nadie cuenta. "Esto es una locura", admitió.
La India despierta imágenes de templos majestuosos, espiritualidad milenaria y colores intensos. Sin embargo, para muchos viajeros, también representa un choque frontal con una realidad que combina desorden urbano, multitudes sin descanso y desafíos sanitarios. Esa dualidad atraviesa el relato del youtuber argentino Augusto Tellman.
El youtuber recorrió el país durante diez días y regresó con impresiones tan brutales como honestas: “diez para el Taj Mahal y cuatro para casi todo lo demás”.
Su experiencia, registrada en su canal de Youtube, ofrece una mirada cruda sobre la vida cotidiana en un territorio donde conviven belleza, desgaste sensorial, religiosidad y miseria. Ese contraste, según él, define la esencia del país más poblado del mundo.
Una ciudad sin silencios: Nueva Delhi como impacto inicial
Para Augusto, el viaje no comenzó con templos ni ceremonias espirituales, sino con un ruido inagotable que lo siguió en cada paso por Nueva Delhi. Lo primero que le sorprendió fue la ausencia de veredas y la costumbre generalizada de caminar por la calle, inmersos en un tráfico asfixiante. Aunque se alojó en un hotel de categoría internacional, notó la misma escena al salir: vacas y caballos desplazándose entre autos, tuk-tuks y peatones, como si formaran parte del paisaje obligatorio.
A esto se sumó una fauna inesperada: perros flacos, monos que roban anteojos, ratas vivas y muertas y un volumen de basura que parecía integrarse al funcionamiento urbano. Para él, cada traslado se convertía en “una aventura zoológica involuntaria”, donde los animales convivían con montañas de desechos que nadie retiraba. Los únicos cestos que vio estaban en parques turísticos; en el resto de la ciudad, el método de limpieza consistía en empujar la basura a una esquina.
Los olores también formaban parte del shock: humo de residuos quemados, especias intensas, cuerpos transpirados, excremento animal. “El aire cambia cada dos metros”, resumió. Incluso resaltó que, por cultura, nadie mostraba el torso desnudo pese al calor sofocante, pero caminar descalzo en trenes o colectivos era aceptado sin problemas.
Comida callejera, precios bajos y un costo sanitario alto
Uno de los puntos más llamativos del viaje fue la experiencia gastronómica. Augusto decidió comer lo mismo que los locales para comprender mejor la dinámica de la calle. En los puestos se ofrecen platos por el equivalente a 50 centavos de dólar, servidos en papel de diario, bandejas improvisadas o en la mano del vendedor. El resultado fue previsible: varios días de diarrea.
Según él, la variedad es infinita: dulces empapados en almíbar, sopas hirvientes, mezclas de arroz y condimentos potentes. El té masala, una de las bebidas emblemáticas del país, lo describió como “imbebible, una mezcla áspera de clavo y azafrán”.
Aun así, recuperó una parte positiva: un porcentaje enorme de la población mantiene una dieta basada en legumbres, panes planos y yogures naturales, con muy poca presencia de carne y casi ningún ultraprocesado. Para él, eso explica por qué en la India “nadie está gordo”.
El regateo también marcó su día a día. “El acoso comercial es permanente”, contó. Cada vendedor intenta duplicar el precio si nota que el comprador es occidental. Solo después de aprender a negociar logró precios razonables.
Espiritualidad, contraste social y la búsqueda de sentido en medio del caos
Más allá del desgaste, Augusto reconoció que la India también ofrece momentos de impacto emocional. Uno de ellos fue observar cómo los habitantes se bañan en ríos contaminados para purificarse, mientras cerca se refrescan vacas, los niños juegan y las mujeres lavan ropa. La escena, para él, revela una certeza profunda: lo que para un turista es suciedad, para ellos puede ser sagrado.
En paralelo, notó una sociedad con fuertes tradiciones: matrimonios definidos por astrología, restricciones para parejas locales en hoteles y jóvenes que ocultan su identidad en aplicaciones de citas. “Todo sigue otro estándar”, afirmó.
En cuanto a la seguridad, remarcó una paradoja: “hay mugre, hay caos, pero no hay violencia física”. El riesgo es el hurto rápido, nunca la agresión.
La conclusión del youtuber llegó después de atravesar multitudes interminables, noches con poco descanso y comidas que lo dejaron fuera de combate. Lo único que calificó con admiración plena fue el Taj Mahal: “Una locura, hermoso, perfecto”. El resto del viaje, dijo, lo obligó a despojarse de certezas occidentales y aceptar que la India interpela desde un lugar que no admite medias tintas.
“La India no es para todos”, sintetizó. “Pero pocos sitios te modifican tanto la percepción sobre cómo se vive en una ciudad”.
Te puede interesar...











Dejá tu comentario