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La Mañana ciudad

Varios talleres alimentan la creatividad neuquina

Chicos y grandes participan de numerosas propuestas.

Andrea De Pascalis

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Neuquén.- La creatividad en la ciudad se manifiesta en todas sus formas, y el interés por aprender también. Las posibilidades son muchas, y en los últimos años la variedad de ofertas y las modas abrieron una pluralidad de espacios donde la única consigna es animarse a crear.

Casas, departamentos, locales comerciales, salones, clubes, todo lugar es válido cuando alguien que sabe quiere enseñar y cuando muchos buscan aprender.

El boom de los cursos y seminarios es tan fuerte que desde hace dos años se realiza una feria de arte donde muchos talleristas exponen sus trabajos; en esa multiplicidad, algunos creativos fueron un poco más allá y generaron opciones que no son las habituales. Juguetes, artículos de limpieza naturales, sillones, entre otras cosas, se aprenden a hacer en una ciudad que cada día demanda más. Además, todo lo que se hace se convierte en un objeto de uso, y no queda sólo en un conocimiento más.

Por lo general, los profesores coinciden en que lo que motiva a los neuquinos a sumarse a un taller es la necesidad de hacer algo distinto y que lo distraiga de las exigencias de la vida diaria. Muchos empiezan buscando una distracción y algunos de todos ellos lo terminan encontrando como una salida laboral.

“La gente tiene necesidad de salir de su rutina del trabajo, de sus exigencias y, en vez de ir a un spa, vienen acá”, resumió Gladis González, quien enseña a tapizar, a diseñar cortinas y lámparas con el objetivo de que cada uno haga lo que quiere para decorar su hogar.

Gladys cuenta que las personas que se animan al taller “son muy exigentes con lo que hacen porque después se tienen que lucir y porque estas cosas también muestran cómo son ellas”. Agregó que muchos, además de que les gusta, lo toman como un desafío.

Jugar y festejar

Marcos Alarcón eligió otro camino y apuntó al juego. Después de muchos años de hacer juguetes a los que llamó “inadaptados”, decidió enseñar a hacerlos. Da cursos para los chicos, pero también para adultos.

“En este mundo de tanta Barbie y Max Steel está buenísimo que se enganchen con esto y que después jueguen con lo que hicieron”, reflexionó Marcos, quien ofrece a sus alumnos la posibilidad de crear sus propios personajes, inventarles una historia y pintarlos como ellos quieran.

Muchos empiezan buscando una distracción, y terminan encontrando una salida laboral.

“Les enseño la técnica del juguete artístico, para que inventen y creen. Les llevo los míos, les cuento cómo surgieron... Por ejemplo, tengo un superhéroe que le tiene miedo al dentista. Les llevo imágenes, historias y ellos crean”, resumió Marcos y contó que en los adultos al principio es distinto: “Los grandes vienen más a ver qué hacemos, les cuesta al principio pero después se encuentran con ese niño que llevan adentro”.

Jorgelina Avilés se dedica a la decoración de cumpleaños infantiles y se dio cuenta de que muchas mujeres buscaban aprender un poco más sobre esta moda de eventos temáticos.

“Las que vienen son todas mamás de chicos chiquitos que quieren aprender para hacer las decoraciones del cumple de sus hijos porque comprar es muy caro y esto es mucho más accesible”, relató. Eligen una temática, por ejemplo, Mickey Mouse y se les enseña todo sobre eso. También hay seminarios de piñatas mexicanas, decoración con telas y con globos: “Muchas empiezan por el cumple de sus hijos, pero algunas se animaron y armaron su marca y empezaron con un emprendimiento, otras son reposteras que buscan agregar un plus a su trabajo”.

Para aprender no hay plazos, y tampoco pocas opciones.

Productos de higiene personal

Pablo Mirend y su hija crearon otra propuesta y, si bien no viven de estos seminarios, es una salida laboral más a su economía diaria. Se dedican a enseñar la elaboración de productos de higiene personal naturales.

Padre e hija brindan las técnicas para elaborar jabón, dentífrico, cremas donde no se usan químicos industrializados y una de las bases son las plantas.

“Empiezan con la comida saludable y este es otro paso, trabajar sin químicos industrializados para remplazar lo que impone el sistema”, comentó Pablo.

Como en todas las ofertas de enseñanza, los que eligen pasar por estos talleres buscan algo distinto y que lo que elaboran tenga un uso. “Todo lo que hacen se lo llevan”, indicó. También lo eligen masajistas, profesionales que quieren tener sus propios productos.

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