Unas marcas sobre la calzada delatan la presencia de sensores que registran infracciones con precisión. Están avalados por el INTI y su uso está muy extendido.
Sea en rutas nacionales o en las calles de las principales ciudades, en Argentina las cámaras de fiscalización electrónica son una herramienta muy común para controlar la velocidad de los vehículos y garantizar la seguridad vial. Y aunque su presencia debería estar señalizada, un detalle muy sutil también permite a los conductores descubrirlas y así evitar multas de tránsito.
El secreto está en unos cuadrados dibujados en el pavimento. A simple vista pueden pasar inadvertidos, pero en realidad marcan la presencia de las llamadas espiras inductivas: son bobinas de cable ocultas bajo el pavimento que, al colocarse en pares, permiten calcular la velocidad a la que circula un vehículo a partir de cuánto tarda en en pasar de una a otra.
Se trata de un mecanismo homologado y que forma parte de la gran mayoría de los sistemas de radares instalados en la Argentina. Pero no sirven solamente para eso: una espira solitaria, por ejemplo, puede servir para monitorear el flujo de tránsito y contar los vehículos que pasan por una calle en particular. Encontrarse con una dupla, en cambio, sí es un indicador de que allí hay un radar activo.
Precisión y control: cómo funcionan los radares de velocidad
Los cinemómetros, popularmente conocidos como radares, son dispositivos diseñados para registrar excesos de velocidad. Pueden ser fijos, portátiles o móviles, y en la Argentina funcionan con distintas tecnologías. Entre ellas se cuentan el efecto Doppler, los sistemas láser, los satelitales y, con mayor presencia, las espiras inductivas.
Cuando el vehículo pasa sobre las bobinas instaladas en el asfalto, un software calcula en milésimas de segundo los kilómetros por hora a los que circula. Esa información se transmite a la cámara asociada, que guarda el registro y, en caso de detectar una infracción, genera la imagen que luego se convierte en fotomulta.
Según la Cámara de Empresas de Software Vial (CECAITRA), en los últimos años creció de forma sostenida la cantidad de estos equipos en rutas y ciudades. El motivo es claro: permiten reducir la siniestralidad, ya que en las zonas donde se instalan los controles la cantidad de accidentes suele descender entre un 20% y un 37%.
Precisión y validez de las multas
La normativa vigente exige que todos los radares sean verificados por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) antes de ser puestos en funcionamiento. El proceso incluye pruebas de laboratorio, chequeo de software y ensayos en la vía pública con vehículos oficiales que circulan a velocidades programadas.
El margen de error permitido es mínimo: hasta 3 km/h en velocidades menores a 100 km/h y un 3% en las que superan ese límite. Esto convierte a las mediciones en altamente confiables. No obstante, si en la foto aparecen dos vehículos juntos en el área de medición, la infracción se descarta de manera automática.
Para que un acta sea válida, debe consignar la fecha, la hora y el lugar exacto, así como la velocidad máxima establecida y la velocidad medida. La multa también debe incluir una imagen nítida de la patente y los datos del equipo utilizado, como marca, modelo y fecha de calibración. Todos los registros quedan encriptados, lo que impide cualquier manipulación.
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