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Aniversario de Neuquén | La Fuente de "las bolas": origen, recuerdos y anécdotas de un hito neuquino

La obra inaugurada en 2004 resume en formas y colores la identidad joven y cosmopolita de Neuquén. Su impulsor, Oscar Smoljan, recordó cómo se hizo.

En el corazón de Neuquén capital, en la intersección de Avenida Olascoaga y las vías del ferrocarril, se levanta una de las obras más singulares del patrimonio urbano: la Fuente del Centenario. Nacida como homenaje a los 100 años de la ciudad, su impronta moderna y simbólica la convirtió en un monumento distinto a todos los demás, amado por algunos, incomprendido por otros, pero siempre generador de conversación.

El proyecto surgió en 2003, en la previa del aniversario de la ciudad, como un aporte privado del estudio Chinni, Seleme y Bugner, una familia tradicional de Neuquén que quiso dejar un aporte cultural a la ciudad. La idea no era hacer una estatua convencional, sino una obra que representara las características de una ciudad joven, dinámica y en pleno crecimiento.

Oscar Smoljan, el por entonces secretario de Cultura de la Municipalidad, aún tiene a flor de piel ese proyecto que aseguró refleja la modernidad que de la ciudad.

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“Hice las gestiones en el Concejo Deliberante para que nos cedieran el lugar y convocamos un concurso nacional por proyecto y antecedentes. Yo tenía muy claro que Neuquén no podía representarse con un monumento tradicional, necesitaba algo contemporáneo, que incorporara a la ciudad dentro de una mirada conceptualista”, contó a LMNeuquén.

El municipio aportó la infraestructura, el Concejo Deliberante cedió el espacio, y el financiamiento llegó desde el sector privado. Una articulación poco frecuente, que permitió que la ciudad sumara un hito cultural sin cargar las cuentas públicas.

El concurso y el jurado de lujo

La selección no fue improvisada. Smoljan convocó a un jurado de prestigio, integrado por el arquitecto Clorindo Testa -uno de los nombres más reconocidos de la arquitectura y las artes visuales argentinas-, el artista plástico neuquino Carlos Juárez y representantes del estudio donante.

Reel Centenario de Neuquén

“Convocamos un concurso que exigía presentar un proyecto que exaltara las características de Neuquén y que, además, debía ser una fuente con agua. Se presentaron muchos artistas plásticos y arquitectos reconocidos. Finalmente, elegimos a Eduardo Plá, un artista plástico muy importante, radicado en Buenos Aires”, recordó.

La fuente está compuesta por tres esferas recubiertas de mosaico veneciano, sostenidas por una cinta de Moebius que simboliza la infinitud. Todo ello en medio de un sistema hidráulico que hace brotar un chorro de agua que alude a la confluencia de los ríos Neuquén y Limay. Smoljan aseguró que cada elemento tiene un significado profundo:

  • Las esferas representan la universalidad y la apertura al mundo.

  • Los colores aluden a la integración étnica, a la mezcla de razas y culturas que definen a Neuquén como ciudad cosmopolita.

  • La cinta de Moebius simboliza lo infinito, la idea de una ciudad en crecimiento constante.

  • El agua evoca la confluencia, origen y motor del desarrollo neuquino.

“Siempre trabajé en la idea de integración. Neuquén era y es una puerta abierta a la diversidad. La fuente refleja esa visión: universalidad, comunicación con el mundo, infinitud. No todo el mundo la entendió, claro, y hasta se hicieron cargadas. Algunos le decían ‘las bolas de Smoljan’, pero yo creo que si se la cuida, se ilumina y se mantiene, es un lugar donde todos quieren sacarse fotos. Tiene espacialidad, tiene mensaje”, reflexionó Smoljan.

De Buenos Aires a Neuquén

La obra se construyó en Buenos Aires y luego fue trasladada a la capital neuquina. Las esferas estuvieron exhibidas un tiempo en el Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén, hasta que la infraestructura de la fuente estuvo lista para emplazarlas definitivamente.

Fue inaugurada en 2004, como parte de los festejos del centenario de la ciudad, y desde entonces se convirtió en un punto de referencia tanto para turistas como para locales.

No fue una obra ajena a la polémica. Su diseño contemporáneo contrastaba con las expectativas de quienes esperaban un monumento más clásico. La crítica popular le puso apodos y, con los años, también aparecieron discusiones en torno a los costos y a su mantenimiento. "Hubo muchas cargadas, pero eso también es parte de la vida de una obra pública. Lo importante es que tenga un concepto claro y que invite a la reflexión. Y la Fuente del Centenario lo tiene: es moderna, cosmopolita, una metáfora de la evolución de Neuquén”, aseguró Smoljan.

Oscar Smoljan

A lo largo de los años, la fuente requirió trabajos de mantenimiento, limpieza y puesta en valor. El paso del tiempo, el uso urbano y la falta de cuidado ciudadano -se llegaron a encontrar hasta residuos insólitos como pañales dentro de la pileta- obligaron a la Municipalidad a realizar periódicamente tareas de reparación de bombas, reposición de cañerías, pintura e iluminación.

“Si se la ilumina bien y se la pinta, es una obra sensacional. El problema es cuando se la descuida. Yo estoy convencido de que, cuidada, la Fuente del Centenario se convierte en un ícono fotográfico y en un lugar de encuentro para las nuevas generaciones”, insistió el ex secretario de Cultura de la ciudad, quien mencionó que muchas parejas que se casan y quinciañeras van a ir para sacarse fotos para el recuerdo.

Otra vez tiraron detergente en la fuente del centenario
Alguien tiró jabón una vez y la fuente amaneció llena de burbujas.

Alguien tiró jabón una vez y la fuente amaneció llena de burbujas.

Un símbolo de la Neuquén moderna

Más allá de las anécdotas, la fuente encarna una visión: la de una ciudad que se piensa a sí misma como moderna, abierta, cosmopolita y en construcción permanente. Smoljan lo resumió con una idea que lo marcó durante sus 12 años como secretario de Cultura: “Neuquén no es solo sus apellidos históricos. Es la gente que viene todos los días, que aporta desde distintas provincias y países. Esa mezcla es la que construye nuestra cultura. La Fuente del Centenario refleja justamente eso: universalidad, integración y futuro”.

En el mismo aniversario del 2004 en que se inauguró la fuente, la ciudad también incorporó otros hitos culturales, como el Museo Nacional de Bellas Artes. Sin embargo, no todos esos espacios tuvieron el mismo cuidado con el paso del tiempo. Smoljan advirtió que la cultura neuquina sigue siendo un proceso en construcción: “Yo siempre creí que había que exaltar el carácter cosmopolita de Neuquén. Pensarla en el mundo, como una cultura abierta que se arma con las nuevas generaciones y con la experiencia de quienes vienen de otros lugares. No está basada en cinco símbolos, sino en algo más grande, en movimiento. La Fuente del Centenario es una de esas señales de hacia dónde podemos mirar”.

Hoy, a más de veinte años de su creación, la Fuente del Centenario se mantiene como uno de los monumentos más modernos de Neuquén. No solo por su diseño, sino por el mensaje que encierra: la idea de una ciudad en constante evolución.

La fuente, con sus esferas de colores, su cinta infinita y su agua que nunca deja de fluir, sigue siendo una metáfora viva de la capital neuquina: una ciudad joven, transformadora, abierta al mundo y en permanente crecimiento.

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