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De baldío a barrio improvisado: 18 familias se instalaron con carpas en reclamo de un techo

Vecinos denuncian falta de soluciones habitacionales y aseguran que permanecerán en el predio a pesar de las advertencias de desalojo.

El sábado pasado, un grupo de familias decidió instalarse en un terreno baldío del barrio 7 de Mayo, en el sector conocido como Nido, en la ciudad de Neuquén. La ocupación comenzó con apenas unas carpas, pero en pocas horas la iniciativa se multiplicó: actualmente son 18 las familias que permanecen en el lugar, organizadas en lotes improvisados a lo largo de una cuadra.

Se trata de un sitio destinado a espacio verde que pertenece a la provincia, según confirmaron los propios ocupantes. La motivación que expresan es clara: buscan una solución urgente a la crisis habitacional que atraviesan. La llegada de la policía no se hizo esperar. Esa misma tarde se presentó un operativo con una orden de desalojo. Sin embargo, los vecinos aseguran que la medida carecía de validez formal, ya que no estaba firmada por la fiscal interviniente.

Desde el sábado, quienes ocuparon el predio permanecen a la intemperie, con carpas como único refugio. Entre ellos hay bebés, niños y adultos. “Estamos durmiendo acá desde hace cuatro días, con chicos y todo. Hay mamás con bebés”, contó Virginia, una de las voceras de las familias que participan de la toma, en diálogo con LMNeuquén.

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“Vino el IPVU con la Policía y trajeron una orden de desalojo, pero no estaba firmada. Solo decía el nombre y apellido de la fiscal. Por eso no nos pudieron sacar”, agregó.

La policía, según denuncian, se mantiene en el lugar con la función de impedir que ingresen materiales de construcción. “Nos dijeron que no podíamos entrar nylon, chapas ni tirantes. Pero necesitamos aunque sea cubrir las carpas, porque hubo viento y se viene la lluvia. Queremos algo para resguardarnos”, señalaron.

En paralelo, esperan que representantes del Instituto Provincial de Vivienda y Urbanismo (IPVU) se acerquen para dar una respuesta. Hasta el momento, el único contacto que tuvieron fue el mismo sábado, cuando un funcionario se presentó brevemente y les indicó que podían acercarse a las oficinas durante la semana. Sin embargo, quienes intentaron hacerlo denunciaron que no recibieron ningún tipo de información.

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La necesidad habitacional

La situación de las familias refleja el problema del acceso a la vivienda que muchas personas tienen. “Yo tengo una carpeta presentada hace más de cuatro años. Me habían prometido un terreno y todavía no tengo nada. En tres meses me quedo en la calle porque no puedo pagar el alquiler”, explicó Virginia.

La mayoría de los ocupantes proviene de distintos barrios de la capital, aunque comparten la misma problemática: contratos de alquiler que vencen, precios cada vez más altos y salarios que no alcanzan. “No queremos nada gratis. Si hay que pagar el terreno, lo vamos a pagar. Lo que pedimos es tener un lugar donde construir nuestras casas”, sostuvo Cristian, otro de los vecinos presentes.

El predio ocupado fue elegido no al azar, sino por necesidad y también por antecedentes. Una semana antes, una sola persona había intentado asentarse allí, pero fue desalojada de inmediato. “La policía le dijo que no podía ser una sola persona la que tomara el terreno. Nosotros nos organizamos y vinimos todos juntos”, recordó Virginia.

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Voces de las familias

Las historias se repiten con matices personales. Giselle, una joven madre, contó que llegó al lugar con su bebé de ocho meses. “Nuestra idea es quedarnos acá. Yo fui una de las primeras en llegar el sábado. Hoy somos 18 familias. La excusa que nos ponen es que cómo vamos a habitar acá si no hay gas, pero nos podemos arreglar con garrafas. Lo que queremos es un lugar donde construir, porque los alquileres están carísimos. Soy mamá soltera y tengo que pagar niñera para poder trabajar, no me alcanza”, relató.

Analía, otra de las vecinas, agregó sobre su situación: “Tengo dos menores, uno de ellos con discapacidad. Los alquileres son imposibles y no nos queda otra que estar acá. Todos sabemos que al principio no hay servicios en una toma, pero después llegan. Hoy lo que necesitamos es un terreno”.

El caso de Mauricio, oriundo de Viedma, es distinto. Hace seis meses llegó a Neuquén por trabajo y se sumó a la ocupación luego de enterarse por amigos. “Estoy alquilando y no me da para seguir pagando. Vine solo, pero espero que mi señora y mi hijo se vengan para acá. Ojalá tengamos una respuesta positiva”, expresó.

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Un espacio olvidado

Los vecinos cuestionan además el abandono del terreno. “Dicen que es un espacio verde, pero está lleno de yuyos y basura. Estos días nosotros lo estuvimos limpiando. Hasta el sábado, mientras estábamos acá, vinieron vecinos con carretillas a tirar basura delante del funcionario del IPVU. Si de verdad fuera un espacio verde, no lo tendrían en ese estado”, señalaron.

Según los testimonios, el predio está rodeado por otros asentamientos: las tomas 2 de Mayo, 7 de Mayo y 3 de Febrero. “Es una cuadra baldía en medio de los barrios. Las chicas del barrio pasan por acá todos los días. No tiene juegos, no tiene nada de espacio de plaza. Por eso también nos parece justo que se destine a vivienda”, argumentaron.

El rol de la Justicia y la Policía

La presencia policial en el lugar se mantiene constante. En un primer momento, llegaron móviles de la Policía Metropolitana y de la fuerza provincial, aunque con el correr de las horas solo quedó personal de la comisaría. “Están de guardia, controlando que no entremos materiales. Pero de la Justicia no se acercó nadie. Nadie vino a hablar con nosotros”, afirmó Virginia.

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La orden de desalojo sin firma fue uno de los puntos de conflicto más fuertes durante el primer fin de semana. Para las familias, eso fue una señal de improvisación y falta de coordinación institucional. “Ni siquiera tenía firma digital. No estaba avalada por la fiscal. Eso nos dio un poco de respiro para poder quedarnos”, dijeron.

Expectativas y reclamos

El objetivo de las familias es claro: permanecer en el terreno hasta lograr una respuesta concreta. “Queremos que nos dividan bien los terrenos y nos digan cuánto tenemos que empezar a pagar. No queremos nada regalado. Queremos poder construir nuestras casas”, insistió Cristian.

La experiencia de otras tomas cercanas sirve de referencia. “Todas empiezan sin nada, sin luz, sin gas. Pero después con el tiempo llegan los servicios. Lo importante es tener el lugar. Por eso estamos acá y no pensamos irnos”, subrayó Analía.

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Las familias reconocen que la situación es difícil y que permanecer a la intemperie con niños pequeños expone a todos a riesgos de salud. Sin embargo, aseguran que su necesidad es mayor que el temor a las consecuencias legales. “No nos queda otra. O estamos acá o terminamos en la calle. Lo único que pedimos es una oportunidad para tener un techo propio”, concluyó Virginia.

Por el momento, las 18 familias continúan en el predio, resistiendo en carpas y organizadas entre sí para enfrentar la espera. La llegada del frío, la lluvia y el viento preocupa a todos, en especial a las madres con bebés. La incertidumbre sobre una posible nueva orden de desalojo también se suma al escenario.

“Nos quedamos porque tenemos necesidad. Queremos pagar, queremos construir, pero necesitamos que nos den una respuesta. No vamos a irnos hasta que eso pase”, coincidieron los vecinos.

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