La secretaria de Emergencias de Neuquén, Luciana Ortiz Luna, alertó sobre el impacto del humo en los lactantes y destacó la importancia del RCP como herramienta que cualquiera puede y debe aplicar.
La secretaria de Emergencias y Gestión de Riesgos de Neuquén, Luciana Ortiz Luna, advirtió sobre un riesgo poco conocido, pero letal: la exposición al humo de tabaco en bebés menores de dos años aumenta de forma dramática las probabilidades de muerte súbita infantil.
Con crudeza, detalló que un lactante expuesto tiene 50 veces más probabilidades de morir de muerte súbita que otro que crece sin contacto con el humo. “Aunque no se fume al lado del bebé, el tabaco queda impregnado en la ropa, el pelo y la piel”, explicó en declaraciones radiales.
Ortiz Luna fue más allá de la cuestión biológica y subrayó la influencia del ejemplo. “Los chicos son esponjas, imitan lo que ven. No alcanza con no fumar delante de ellos, también hay que mostrar conductas saludables. Decir ‘dejé de fumar’ es mucho más poderoso de lo que parece”, reflexionó.
RCP: cualquiera puede salvar una vida
En paralelo, la funcionaria celebró el convenio firmado con la Universidad Nacional del Comahue, que permitirá capacitar en técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) a entre 1000 y 2000 estudiantes de la Facultad de Ciencias del Ambiente.
Ortiz Luna, que lleva dos décadas enseñando estas maniobras, fue tajante: “Cualquiera puede hacer RCP. Y no solo puede, debe hacerlo. No hay riesgo legal: lo que sí es punible es no hacer nada, porque existe la figura de abandono de persona”.
La explicación es sencilla: ante un paro cardiorrespiratorio, la muerte ya está presente. Por eso, cualquier intento de reanimar no empeora la situación, solo ofrece una posibilidad de revertirla.
Las estadísticas respaldan su convicción: si se aplican correctamente las técnicas de RCP, la posibilidad de salvar a un adulto en paro es del 70%, mientras que en un niño asciende al 90%.
Una ley que exige compromiso
Ortiz Luna recordó además la vigencia de la Ley Nacional 27.159, que establece la obligatoriedad de enseñar y practicar RCP, así como la presencia de desfibriladores en espacios de concurrencia masiva, escuelas y ámbitos deportivos.
Sin embargo, reconoció que su cumplimiento todavía está en proceso. “Mucha gente cree que un desfibrilador es inaccesible, pero hoy cuesta lo mismo que dos celulares comunes o uno de alta gama. Es cuestión de prioridades”, señaló.
En ese sentido, anunció que la Asociación de Anestesia y Reanimación de Neuquén acaba de donar uno a la universidad, cerrando un círculo que permitirá a los alumnos no solo aprender la teoría, sino también practicar con un equipo real.
Educación y prevención: la clave
La funcionaria insistió en que las emergencias médicas no distinguen edades ni lugares, y que la única manera de aumentar las chances de sobrevida es a través de la educación masiva en primeros auxilios. “Hoy la diferencia entre la vida y la muerte puede estar en las manos de un vecino, un compañero de trabajo o incluso un adolescente que se animó a capacitarse”, remarcó.
Ortiz Luna recordó que en países donde el RCP es parte de la currícula escolar obligatoria, las tasas de sobrevida por paro cardiorrespiratorio se multiplican. “Los primeros minutos son decisivos”, subrayó.
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