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Música y amor sobre ruedas: la pareja de neuquinos que salió a la ruta detrás de un sueño

El Duo Flor y mano se animó a dejar todo para recorrer el país en una casilla rodante, con un proyecto que mezcla canciones, pasión y libertad.

Es una tarde preciosa de invierno en General Alvear, Mendoza. Florencia Iglesias y Manuel Campos estuvieron grabando algunos videos desde su casilla rodante y en un ratito van a salir a tomar unos mates al sol. Hace poco menos de un año, que el dúo de neuquinos, decidió dejar atrás sus trabajos formales y un alquiler que tenían en Buenos Aires y arrojarse a la ruta a vivir de lo que realmente los hace feliz: la música que crean y que comparten.

La historia de Flor y Manu es destino desde el principio. Se conocieron un verano en un show en Las Grutas, cuando ella estaba en el público con sus padres y él en cantando el escenario del Casino. “¿Hay alguien de Neuquén?”, preguntó Manu y pudo verla levantando la mano. Cuando bajó, fue directo a saludar a esa familia que había sido tan atenta, pero no los encontró. Apenas unos meses después, volvieron a cruzarse cuando él estaba buscando una cantante para su banda y un amigo recomendó a Flor. “¿Por casualidad, vos estuviste cantando hace un tiempo en Las Grutas”, preguntó ella, entonces se sonrieron, se reconocieron y ya no se separaron más. En febrero de 2020, apenas unos días antes que la pandemia estallara en Argentina, comenzaron su relación de pareja y artística, un vínculo que creció entre complicidad, música y el viaje más largo de sus vidas.

Ambos se criaron con la música desde la infancia. Flor nació en Neuquén, estudió en el CPEM 46 y se formó desde muy pequeña en canto, piano y danza. Fue parte del coro provincial de niños y también del coro de la Universidad Nacional del Comahue, Manantiales.

Manu nació en Bahía Blanca, pero a los meses ya estaba en Chos Malal, donde desde que era un pibe de 14 años, empezó a tocar en grupos de folclore y cumbia. Fue padre desde muy joven, su hijo es la mega estrella de la música urbana, CRO. Su vida estuvo siempre ligada a las luces y a los escenarios: fue baterista, pianista, guitarrista, cantante y hasta conductor radial. Ya en Neuquén, y durante más de una década, acompañó a la folclorista neuquina Lorena Riquelme, hasta que se animó a lanzar sus propios proyectos.

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Encontrarse implicó darle forma a un estilo común y también aprender a lidiar con todo lo que implicó la pandemia para el sector artístico: las bandas se desarmaban, los eventos se suspendían y había que reinventarse. Flor y Manu decidieron hacerlo juntos. Se convirtieron en dúo y empezaron a transmitir en vivo por Facebook, haciendo juegos, sorteos y canciones. Con esa dinámica, cuando las cosas se fueron acomodando, lograron viajar a Buenos Aires para grabar videoclips, hasta que en marzo de 2022 dieron el salto y se mudaron a Capital.

El primer salto

Buenos Aires implicó tres años intensos. Flor terminó de estudiar su carrera, se recibió de Psicóloga, mientras Manu empezó a trabajar como técnico en refrigeración. Manu dice que siempre hizo de todo, fue camillero, camionero, repartidor de comida pero que jamás dejó la música. Esta no fue la excepción. En paralelo grabaron sus propias canciones, produjeron videoclips, estuvieron varias veces en televisión, subieron material a plataformas digitales: profesionalizaron su música. Si bien en cada unos de sus shows combinaban géneros que van desde cumbia, pop ,hasta rock nacional o baladas románticas, su deseo profundo es que el público pueda a cantar sus cancones.

Después de ese tiempo, Flor y Manu sintieron que era tiempo de una nueva transformación. Así como ellos mismos creaban contenido para las redes sociales, empezaron a seguir a algunos viajeros de motorhome e inspirados en ellos, decidieron llevar la música de viaje.

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En 2024, compraron una casilla rodante, vendieron unas cuantas cosas, la adecuaron a sus necesidades, dejaron el alquiler y se lanzaron a la ruta para ser cantantes itinerantes. Querían recorrer cada provincia argentina, sus particularidades e identidades y en cada pueblo dejar algo de su arte. Desde entonces, visitaron cada parte de Neuquén, Río Negro y Mendoza, con shows infantiles, recitales íntimos de sus canciones, animaciones de eventos: siempre tienen una respuesta llena de carisma. En septiembre, cruzarán a Chile para las Fiestas Patrias, y luego volverán a Buenos Aires, donde ya tienen fechas programadas.

Una experiencia de vida

No sólo es acumular kilómetros. “Nos dimos cuenta de que la vida es corta y queríamos llenarla de experiencias”, dice Flor, mientras Manu enumera los paisajes recorridos y cómo la gente los fue recibiendo en cada lugar.

Dicen que no todo es color de rosas, que vivir en dos metros cuadrados a veces se vuelve complejo, pero que por suerte la convivencia es uno de sus puntos fuertes. Se reparten las tareas cotidianas, respetan los espacios individuales e intentan encontrar equilibrio en lo pequeño. Lo que más extrañan son las amistades y la vida social que dejaron en Neuquén y Buenos Aires. Para compensarlo, recurren bastante a las videollamadas y a los vínculos que van construyendo en cada ciudad que visitan. Pero además, dicen que el combustible es caro, que siempre hay algún imprevisto mecánico y que los cachets de los shows no siempre son lo ideal. “Hay momentos que te tiran abajo, claro, como es la realidad del país. Pero después lo miramos en frío, dimensionamos lo que estamos haciendo y sabemos que todo vale la pena”, explica Manu.

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Aunque vayan cantando por todos lados, Flor y Manu anhelan poder trabajar mejor en Neuquén, en su propia provincia. Sueñan con poder cantar algún día en la Fiesta de la Confluencia. “Nos encantaría poder tener la oportunidad de subirnos a un escenario grande y mostrar nuestra música ahí, frente a nuestra gente”, dicen.

Si algo repiten, es que el motor de todo siempre fue la búsqueda de felicidad. “Yo trabajaba de camionero, ganaba bien, pero pasaba 16 horas al volante. Y un día dije: esto no es para mí. Quiero otra cosa. Y esa otra cosa era la música, que es lo que amo”, confiesa Manu. Flor coincide: “No existe el momento perfecto para lanzarse. Siempre va a faltar algo. Por eso hay que animarse, porque si hay una felicidad posible, es imperfecta. El secreto está en dar el paso”.

Viajan para compartir la música. Dice que nos les gusta ser ejemplo de nada, que cada quien tiene que vivir la experiencia, pero que en definitiva todo se trata de hacer lo que nos hace bien, de sembrar donde hay corazón y mucho mejor si va sobre ruedas.

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