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Cerveza, ¿tentación sana?

Según especialistas, el consumo moderado es bueno para la salud.

España
Rubia y amarga, negra espesa, colorada o ligera. Hay para todos los gustos. La cerveza es una de las bebidas más famosas del mundo y compañera en las ocasiones más placenteras, alegres y a veces recordadas de la vida. Además de ser refrescante y rica, es una bebida natural y con bajo contenido en calorías (se estiman unas 42 Kcal. por 100 ml), no contiene grasas ni azúcares y sí una cantidad importante de hidratos de carbono, vitaminas y proteínas. Y contra lo que es creencia generalizada, su “consumo con moderación” es benéfico para la salud y recomendable en cualquier dieta equilibrada. Al menos es lo que asegura una investigación reciente de la Universidad Harokopio de Atenas, Grecia.
Entre sus principales beneficios, los investigadores explican que ayuda a mantener el corazón sano. Un vaso de cerveza al día podría aumentar la salud cardíaca, ya que mejora el estado de los vasos sanguíneos y el flujo de sangre, además de hacer las arterias más flexibles.
Además, el Centro de Investigación Cardiovascular de Barcelona demostró que el consumo moderado de alcohol -de 10 a 30 gramos al día- se asocia a un menor riesgo de infarto de miocardio y muerte, de acuerdo con los  estudios realizados en poblaciones con grave riesgo cardiovascular. Y mejora la formación de tejido reparativo después de sufrir un infarto. El efecto se debe, sobre todo, a que el lúpulo de la cerveza contiene un antioxidante (xanthohumol) protector de la salud cardiovascular.
Otro beneficio destacado es que mejora el sistema inmune. Según un estudio realizado por el Instituto del Frío del CSIC, de España, tanto en mujeres como en hombres adultos y sanos, el consumo moderado de cerveza durante un mes provoca una mejora en la respuesta del sistema inmune contra patógenos externos. Además, aumenta los leucocitos y linfocitos, y muestra una tendencia generalizada al incremento de los valores de las subpoblaciones de los linfocitos T, las células inmunológicas que ayudan a destruir microorganismos invasores.
En paralelo, los especialistas explican que la cerveza combate el Alzheimer, debido a que consumir moderadamente la bebida podría disminuir uno de los factores de riesgo de la enfermedad. Es porque, fermentada, contiene silicio, un mineral que parece interaccionar con el aluminio, un metal neurotóxico que se relaciona con la demencia y otros desórdenes neurodegenerativos.
La bebida contiene unos 36 mg/l de silicio biodisponible, lo que implicaría que un consumo moderado de cerveza -no más de dos vasos al día de 200 ml- aportaría el 50% de la ingesta diaria recomendable de silicio. De todos modos, los requerimientos diarios de este elemento no están establecidos hasta ahora.

Consumo
Mitos y verdades de los excesos

Dos cucharadas de aceite o un yogurt antes de consumir alcohol no evita la embriaguez. Tampoco es cierto que la resaca desaparece bebiendo jugo de tomate o desayunando cerveza. No ayuda correr para “transpirar” las copas de más, ya que más del 90% del alcohol se metaboliza a través del hígado.
Otro error consiste en afirmar que cada vez que bebemos alcohol un puñado de neuronas muere. Científicos de la Universidad de Heidelberg, Alemania, estudiaron los efectos de dos vasos de vino en el cerebro con un escáner y comprobaron que solo 6 minutos después de beber nuestro cerebro empieza a consumir productos de la degradación del alcohol en vez de glucosa y cambia su actividad, lo que explica que perdamos reflejos o la desinhibición.
Químicamente disminuyen sustancias como la creatina y la colina. Pero al día siguiente todo vuelve a la normalidad, lo que implica que los cambios son reversibles. El mismo estudio demostró que no hay diferencias en el cerebro de hombres y mujeres:  a todos se les sube por igual a la cabeza.

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