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La Mañana miel

Nuevo Faro: La miel de Los Miches que transmite enseñanzas

Una historia de transformación personal, vida rural y un proyecto de miel que rescata saberes ancestrales y enseña a mirar distinto a la naturaleza.

En el norte neuquino, a los pies de la cordillera y con la inmensidad del paisaje como escenario cotidiano, Ramón y Vero encontraron una nueva forma de vivir. Dejaron atrás la vida urbana y las rutinas de “mundo”, como ellos mismos la describen, para instalarse en Los Miches, una pequeña localidad donde decidieron comenzar un camino distinto: trabajar la tierra, criar animales para el consumo familiar y, sobre todo, dedicarse a la apicultura.

Lo que empezó como un gesto de curiosidad, terminó convirtiéndose en Nuevo Faro, un proyecto productivo, espiritual y comunitario que hoy les permite no solo cosechar un alimento natural de enorme valor, sino también compartir con otros —sobre todo con niños— el universo fascinante de las abejas.

El origen de un giro de vida

Ramón pasó buena parte de su vida laboral en el sector petrolero. Los años en esa industria le dieron estabilidad económica, la posibilidad de viajar y de conocer gente, pero también le generaron un desgaste físico y emocional que lo llevó a replantearse el rumbo. “Todo eso me produjo un estado no muy saludable y desembocó en una decisión familiar de hacer un cambio”, recuerda.

Ese cambio llegó de la mano de un amigo de Vista Alegre que lo invitó a hacerse cargo de unas colmenas abandonadas. Sin saber demasiado, Ramón aceptó y en 2009 dio los primeros pasos como apicultor. Desde entonces, junto a Vero, la miel se transformó en el eje de una nueva vida.

Ambos habían tenido contacto con el mundo rural a través de sus padres y suegros, que en Mendoza habían trabajado en la fruta y en la huerta. Sin embargo, el aprendizaje real comenzó en Los Miches, entre ovejas, vacas de carne, algunas vacas lecheras y, sobre todo, las colmenas. La miel pasó a ser “lo básico o lo principal”, como explica Ramón, y la apicultura se convirtió en una manera de relacionarse con la tierra.

Una apicultura con otra mirada

Desde el inicio buscaron diferenciarse con un enfoque sustentable. Adoptaron el modelo de perma apicultura desarrollado por el argentino Oscar Perone, que propone colmenas más grandes, menos intervencionismo y un respeto profundo por los tiempos naturales de las abejas.

No es sencillo llevarlo adelante en el valle, donde los agroquímicos y fertilizantes afectan el equilibrio ambiental, pero en Los Miches encontraron condiciones más favorables. Además, sumaron un componente espiritual a la práctica. Ramón habla del “código áurico” y de un saber que, sin ser religioso, conecta con lo trascendente: “Es un conocimiento espiritual, más allá de lo que podamos encuadrar en imágenes religiosas. Es otra forma de relacionarse con la vida”.

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Ramón y Vero, compartiendo información sobre sus diferentes mieles.

Ramón y Vero, compartiendo información sobre sus diferentes mieles.

El sabor único de la miel neuquina

Uno de los orgullos de Nuevo Faro es la diversidad y calidad de la miel que producen. Existen dos tipos principales:

Miel de primavera: de color intenso, muy aromática, que se obtiene en los primeros meses de la temporada. Dentro de esta categoría aparece la miel de neneo o chila, exclusiva del norte neuquino. El neneo es un arbusto espinoso de flores diminutas que otorga a la miel un sabor amargo, fuerte y singular. Además, la planta tiene propiedades medicinales que la tradición local asocia al cuidado del hígado y el páncreas.

Miel de verano: mucho más clara, casi blanca al cristalizar, con un grano redondo que le da textura cremosa y untuosa, parecida a la manteca. No resulta tan azucarada como otras mieles frutales y se distingue por su suavidad en boca.

Vero cuenta que en su casa la miel es “la estrella” de la cocina. Sirve para endulzar mate, té o café, pero también para preparar budines, tortas y panes integrales. “Fue una manera de dejar el azúcar y empezar a probar sabores distintos. Hoy no la cambiamos por nada”, asegura.

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Ramón Hernández, un apasionado que cambió el petroleo por las abejas buscando mejor calidad de vida.

Ramón Hernández, un apasionado que cambió el petroleo por las abejas buscando mejor calidad de vida.

La organización perfecta de las abejas

El entusiasmo de Ramón y Vero no se limita a lo productivo. Su mayor fascinación está en la vida misma de las abejas, que consideran una fuente de enseñanza.

El “bolo invernal” es una de las imágenes más potentes: durante el frío, la colonia se agrupa en una esfera con la reina en el centro; las jóvenes se ubican más cerca y las viejas en la periferia, sacrificándose para mantener el calor del núcleo. Ese comportamiento refleja una noción de comunidad y supervivencia que interpela a los humanos.

La limpieza, el orden y la higiene dentro de la colmena son impecables. Cada abeja cumple una función, sin descanso ni individualismo. Para Ramón, observar una colmena es entender cómo funciona un equipo perfecto. “Los humanos deberíamos aprender mucho de ellas”, dice.

También sorprende la precisión de su georreferencia: si se mueve una colmena durante el día, las pecoreadoras (Se llama pecoreo a la conducta de las abejas obreras) que salen a recolectar néctar pueden perder el rumbo y desorientarse. O la ingeniería de las celdas de cera, que tienen inclinaciones distintas según estén destinadas a almacenar miel o a albergar crías. “Es una ingeniería natural que inspira a la construcción humana”, remarca.

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Ramón, Mauro y Vero entre colmenas. Un ejemplo de vida en comunidad en el norte de la provincia.

Ramón, Mauro y Vero entre colmenas. Un ejemplo de vida en comunidad en el norte de la provincia.

Educación y transmisión

Parte central de Nuevo Faro es la apertura al visitante. Las familias, y en especial los chicos, son bienvenidos a recorrer el lugar y conocer de cerca cómo funciona una colmena. La experiencia, dicen, siempre deja huella.

Una de las anécdotas más recordadas es la de Yaku, un niño de cuatro años que se acercó sin traje protector a observar las abejas. Estaba tranquilo, sin miedo, y ninguna lo picó. El hecho confirma lo que Ramón repite: las abejas no atacan si no se sienten amenazadas.

Vero destaca la importancia de esos momentos: “Que un chico vea cómo conviven las abejas es una enseñanza enorme. Se dan cuenta de que hay otras formas de organización, que la vida en equipo es posible”.

Además, suelen mostrar cómo salvar a una abeja agotada con una simple cucharadita de miel. Gestos pequeños que transmiten la idea de respeto por cada forma de vida.

Las abejas y el ecosistema

Más allá de la producción de miel, las abejas son esenciales para la polinización de frutas y flores. En Los Miches, la presencia de colmenas impacta directamente en la chacra familiar y en la calidad de las frutas. “La abeja siempre ayuda al desarrollo, a la forma, al color. Sin ellas sería muy difícil producir alimentos”, señala Ramón.

Por eso, la desaparición de abejas en las ciudades preocupa tanto. El zumbido que alguna vez era habitual en los patios ahora es escaso, y cada vez son más necesarias prácticas que protejan su existencia.

Más que un emprendimiento productivo, Nuevo Faro se convirtió en una filosofía de vida. El contacto diario con las abejas, la miel en la mesa familiar, la transmisión a los visitantes y la convicción de que el ser humano puede aprender de la naturaleza marcan la identidad del proyecto.

Ramón lo resume con sencillez: “Conocer el mundo de las abejas es maravilloso. Nos enseñan a organizarnos, a trabajar juntos, a priorizar el bien común. Y además nos regalan un alimento único, que es la miel”.

Instagram: @nuevofaro.productores

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