Tuvo que morir un funcionario para que el tema se instalara, al menos por un tiempo. Pero después murió mucha gente y otra se salvó de milagro.
El ganado suelto en la Ruta 7 representa un peligro latente, pero nadie hace nada por resolverlo.
Quien viaja por ese sector, hoy revolucionado por el mundo del petróleo, podrá observar que los animales se amontonan y cruzan al azar, sin asustarse por la peligrosa Ruta 7. La mayoría de los caballos pertenece a los campos cerca de la capital de Vaca Muerta y también hay otros de chacareros. Algunos están flacos y recorren toda la árida meseta en busca de pasturas y agua fresca en los ríos y lagos. Los dueños de las fincas conocen muy bien esta situación, pero prefieren que los animales deambulen solos, para que puedan sobrevivir. El problema es que el mundo cambió. Los animales ya no pueden salir de pastoreo y cruzar sin control la calzada, hoy convertida en el corredor petrolero por excelencia. El tiempo pasa y la postal de la manada de caballos en las orillas de la ruta recuerda a ese viejo Añelo con espíritu campesino. Una postal que hoy sobrevive, con el peligro de los autos, los pozos petroleros y la aceleración de la gente que encuentra la muerte.
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