La “rosa malvada” sorprendió con una invasión masiva que transformó la playa en un lugar del terror.
Una conocida playa se convirtió e el escenario de un fenómeno tan imponente como inquietante: la irrupción de las medusas Drymonema larsoni, conocidas como pink meanie o “rosa malvada”.
Sus tentáculos de más de 20 metros y su color intenso la transformaron en protagonista de un episodio que sorprendió a turistas, pescadores y expertos en vida marina.
El avistamiento de esta medusa gigante se multiplicó en redes sociales y fue confirmado por científicos locales. Con un peso que puede superar los 22 kilos, su cuerpo gelatinoso bajo el agua adquiere la forma de una nube rosada que no pasa desapercibida.
Así, lo que parecía un verano habitual en el Golfo de México terminó con un visitante inesperado capaz de alterar la tranquilidad de las playas de Texas.
La especie fue reconocida oficialmente en 2011 y pertenece a la familia Drymonematidae. Aunque no se considera comestible, los especialistas advierten que conviene evitar el contacto directo, ya que su picadura puede provocar desde molestias pasajeras hasta dolor intenso.
Según la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), tanto los ejemplares pequeños como los de gran tamaño se identifican fácilmente por su tonalidad. Cuando quedan varados en la arena, su aspecto impacta tanto como dentro del agua, causando sorpresa entre los visitantes.
El rol de las medusas luna en su expansión
De acuerdo con el investigador Jace Tunnell, del Harte Research Institute, la proliferación de la pink meanie en Texas está relacionada con la migración de la medusa luna, su principal alimento. “Cuando las medusas luna abundan, estas gigantes rosadas aparecen para alimentarse; cuando desaparecen, también ellas se retiran”, explicó el especialista.
La presencia de la especie no depende únicamente de la disponibilidad de presas, sino también de la temperatura del agua. Si baja demasiado, su supervivencia se ve comprometida. En el final del verano y los primeros días de otoño, el calor del Golfo de México favoreció su propagación, y lo mismo se registró en otros puntos del planeta como el Mediterráneo y la costa de Sudáfrica.
En una recorrida de apenas 16 kilómetros, Tunnell aseguró haber encontrado más de diez ejemplares. Otros bañistas reportaron cifras mucho mayores, con entre 30 y 40 medusas avistadas a varios cientos de kilómetros de Galveston.
Testimonios y recomendaciones para evitar accidentes
La llegada de la pink meanie generó testimonios diversos. Un usuario de redes relató su sorpresa: “Vi una de estas por primera vez mientras buceaba este fin de semana”. Otro afirmó haber sufrido una picadura: “Me dolió bastante en la espalda”. Para un tercer bañista, la experiencia fue clara: “Definitivamente son agresivas”.
Ante estos episodios, los especialistas recomiendan aplicar vinagre sobre la piel en caso de contacto. Este sencillo recurso ayuda a retirar los tentáculos adheridos y reduce la sensación de ardor.
Más allá de los riesgos, la aparición de esta criatura sirve como recordatorio de la dinámica de los ecosistemas marinos. La llegada de esta especie de hasta 20 metros puede desencadenar la presencia de depredadores poco frecuentes, alterando la vida cotidiana de quienes disfrutan del mar.
El Harte Research Institute reforzó la advertencia: ante un encuentro con la pink meanie, lo más seguro es no tocarla y mantener distancia. Así, la experiencia quedará como un espectáculo natural memorable y no como un accidente doloroso.
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