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La Mañana Alta Barda

Alta Barda, el barrio de Neuquén donde nadie quería ir a vivir

Nació en la década del ‘70 y se levantó en el medio del desierto y “muy lejos” de la capital. Los pioneros tuvieron que afrontar grandes dificultades.

El día que se anunció la construcción del plan de viviendas Alta Barda hubo tanta expectativa como dudas entre los habitantes de la ciudad de Neuquén. Similares reacciones se generaron cuando comenzaron a entregar las primeras viviendas del barrio, en marzo de 1977, y los vecinos se acercaron a ver las obras.

En aquella oportunidad fueron 20 casas de un total de 802 que tendría la “ciudad satélite”, tal como bautizaron en ese entonces a la nueva urbanización dado que tendría todos los servicios y comodidades de Neuquén, pero a pequeña escala, en la zona más elevada de la capital.

El mismo nombre que finalmente quedaría daba una idea de las características que tendría el barrio y los desafíos que deberían enfrentar sus pobladores: “Alta Barda”, nombre compuesto con el localismo neuquino tan característico con el que se denominó desde siempre a las zonas más áridas del pueblo.

Alta Barda propaganda
La publicidad del nuevo barrio que se levantaría en el desierto.

La publicidad del nuevo barrio que se levantaría en el desierto.

El fenómeno migratrio de Neuquén

El déficit de viviendas en aquella época ya comenzaba a convertirse un problema para la incipiente ciudad que seguía creciendo año tras año con la llegada de personas de distintos puntos del país y del mundo. La construcción de El Chocón, “La obra del siglo”, había dejado a miles de nuevos residentes que eligieron a Neuquén como la ciudad para vivir. Por eso era urgente avanzar con planes de viviendas que comenzaran a dar respuestas a la gran demanda que crecía todos los días.

El intendente César Gazzera lo reflejó de manera muy clara el día del acto cuando le habló a los primeros propietarios: “Siendo Neuquén un polo de desarrollo y, por ende, centro de atracción natural de migraciones internas con el aditivo de un vertiginoso crecimiento vegetativo propio, resulta imprescindible dimensionar en forma apropiada la oferta de viviendas, servicios e infraestructura”.

Para llevar adelante la urbanización del Plan Alta Barda hubo que hacer primero un intenso trabajo con maquinaria pesada para tapar cañadones y remover arena hasta que se lograra una superficie pareja, aunque la tarea no era tan sencilla. Los vientos del oeste eran una pesadilla para los constructores y en más de una oportunidad se encargaban de borrar los costosos trabajos de suelo en cuestión de horas.

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Primeros trabajos en Alta Barda (Foto: Revista Más Neuquén).

Primeros trabajos en Alta Barda (Foto: Revista Más Neuquén).

Un barrio en el medio del desierto

Pero más allá de los obstáculos, la obra avanzó y finalmente en el medio de la nada comenzó a crecer el nuevo barrio hasta que se entregaron las primeras casas. “A los poseedores de las llaves que les permitirán el acceso a una de las ambiciones más caras, como lo representa la posesión de una vivienda digna les recordamos que los hacemos responsables del mantenimiento general del barrio y de la toma de conciencia de que una vez completo el mismo, se transformará en uno de los apéndices habitacionales más importantes de la ciudad”, dijo el intendente al terminar su alocución.

El discurso de las autoridades tenía la misma mística que la de los pioneros que comenzaron a construir la ciudad desde cero y la felicidad de los adjudicatarios era más que comprensible. Pero los inicios de Alta Barda no fueron fáciles.

Convertir porciones del desierto en espacios verdes y jardines, apuntalar y cuidar los árboles de las ráfagas fuertes del viento y aprender a convivir con la arena se convirtieron en desafíos y dolores de cabeza para quienes comenzaron a poblar aquella meseta.

Y si algo faltaba, la distancia también se convertía en un problema. Para aquella época en que Neuquén era un pueblo grande, Alta Barda quedaba lejos de todo. Quienes no tenían vehículo dependían del transporte de la empresa Gonzomar (con un número muy limitado de frecuencias) o de las ganas y la voluntad para bajar a Neuquén caminando al costado de la ruta cual peregrinos en una demostración de fe.

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El barrio Alta Barda nació en las zonas más altas de la ciudad de Neuquén.

El barrio Alta Barda nació en las zonas más altas de la ciudad de Neuquén.

Alta Barda, allá a lo lejos

“¿¿¿Allá te vas a ir a vivir???” “¡¡¡Es el medio del desierto!!!”, “¿¿¿Y dónde vas a hacer las compras???”, eran las expresiones más comunes cuando alguien comentaba que había sido beneficiado con una vivienda del plan que estaba financiando el Banco Hipotecario, allá en lo más alto del arenal.

Para los vecinos que vivían en la década del 70 en el casco urbano de Neuquén, Alta Barda era algo demasiado lejano, tal vez tanto como si alguien hubiera decidido levantar un barrio en el oeste, teniendo en cuenta que los límites en ese sector de la ciudad terminaban un poco más adelante de la calle Chrestía y que hacia el sector noreste, la Islas Malvinas marcaba la frontera con las bardas.

Dos enormes tanques de agua fueron el motor para que ese barrio levantado entre arena y piedras comenzara a tener los primeros brotes verdes que darían lugar a las plantas, árboles y flores.

La instalación de un mercado que permitía hacer las compras del día, un kiosco y una rotisería fue un alivio para quienes ya no tenían que “viajar” a la ciudad para abastecerse de comida e insumos para la vivienda y la construcción de una escuela primaria (después llegaría la secundaria) comenzó a darle forma a aquella “ciudad satélite” que habían prometido las autoridades.

La pavimentación de las calles del barrio fue también un enorme paso para el vecindario acostumbrado a convivir con la tierra en suspensión. Y otros servicios permitieron la numeración de las viviendas (había calles con nombres, pero nadie sabía cómo identificar sus casas o departamentos).

Y así, a costa de sacrificios y mucha paciencia, el barrio se fue consolidando de a poco hasta dejar de ser un satélite para incorporarse de una vez por todas a la capital.

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Un barrio ahora está muy cerca

Hoy Alta Barda queda ahí nomás, cerquita del centro y es un lugar que no le envidia ninguna comodidad a los barrios más céntricos y residenciales.

Hoy lo habita un numeroso grupo de familias (alrededor de 2400 o tal vez más) que conocen su historia por los relatos orales.

Solo los más viejos recuerdan cuando sus conocidos y amigos los llamaban locos por haber decidido irse a vivir allá arriba, en lo más alto de las bardas, en el medio del desierto.

(Especial agradecimiento a Cristina Balsimelli)

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