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Pirkas, el legendario boliche que lleva más de medio siglo haciendo historia

Con una arquitectura asombrosa para la época, en 1973 abrió sus puertas en medio de la barda. Generaciones de neuquinos, personajes del espectáculo y bandas hoy consagradas han pasado por el denominado Templo.

Era totalmente inimaginable, una locura. Pero en medio de un paisaje en donde todo era barda, lejos del centro, Pirkas se elevaría y se transformaría en el primer boliche con todas las letras de Neuquén capital. Héctor Gutiérrez y su socio francés, Yves Fagot (mecánico de aviación de la segunda guerra mundial), fueron los mentores de ese espacio, uno de las edificaciones históricas que aún sigue en pie en Santiago del Estero 883.

No debe haber ningún reducto bailable en el Alto Valle que haya subsistido y perdurado tanto en el tiempo, más allá que fueron mutando sus fachadas. Varias generaciones de neuquinos llegaron a conocer el lugar y guarda alguna que otra historia o anécdota que siempre es bueno recordar. Sobre todo, en esas sobremesas largas que eran interminables y de las que nadie se quería ir.

Previo a cristalizar el proyecto, Gutiérrez fue el responsable de inaugurar en 1967 Blip Blup, boliche que se ubicó en Salta 90 (casi Juan. B. Justo). Luego pasaría a manos del Pelado Saravia y tomaría el nombre de Old Blip. El dato de color o, quizás insólito, es que Monseñor Jaime de Nevares y el médico y escritor, Gregorio Álvarez, estuvieron presentes para la primera apertura.

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Pirkas fue construido en la nada misma, en un Neuquén rodeado de bardas. Para la noche de inauguración a la gente se les entregó piedras a modo de tarjeta de invitación; la gente debía ponerle su nombre para acceder.

Pirkas fue construido en la nada misma, en un Neuquén rodeado de bardas. Para la noche de inauguración a la gente se les entregó piedras a modo de tarjeta de invitación; la gente debía ponerle su nombre para acceder.

Apuntando al negocio gastronómico, Gutiérrez decidió abrir en abril de 1971, Tijuana, confitería céntrica (Av. Argentina 125), que marcó a fuego al menos dos generaciones de neuquinos. De forma paralela, el empresario nacido en Buenos Aires, se ocupaba de planear Pirkas: el nombre significa “pared de piedra”.

Para esa época era todo una locura y un riesgo total elevar un boliche en plena barda neuquina. Sin embargo, nada lo detuvo. Para tener una idea del Neuquén de ese tiempo la diagonal 9 de julio (trazada de pura piedra) parecía el fin de la ciudad.

Una de las primeras propiedades que limitaba con Pirkas era la casa de Alberto Grzona. Como estaba construida de madera la música hacía vibrar sus paredes. La familia López Jove fue otras de las familias en instalarse en esa zona. Inclusive, fueron los impulsores para que se hiciera el tramo de la subida al terreno.

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Héctor Gutiérrez, primer dueño y responsable que exista Pirkas, junto a su esposa: Inés Christensen Dalsgaard.

Héctor Gutiérrez, primer dueño y responsable que exista Pirkas, junto a su esposa: Inés Christensen Dalsgaard.

Un poco más abajo, también se podía apreciar algunas de las primeras viviendas que se ubicaban en la calle Periodistas Neuquinos.

Piedras como tarjeta de invitación

Pirkas, tuvo su apertura en 1973, según contó Santiago Gutiérrez, segundo hijo de Héctor. “Fue para muchos su primera salida nocturna y el lugar en dónde varios comenzaron su primer amor o romance. Se han conformado hasta matrimonios”, aseguró.

Para la noche de inauguración a los dueños del lugar se les ocurrió entregar piedras –que sobraron de la construcción- a modo de tarjeta de invitación; la gente debía ponerle su nombre a la piedra y así acceder. “Te hacían dejar la piedra pintada en un gran cajón que terminó de desbordar. Habían falsificado como 500 invitaciones”, reveló Jorge Carlos Chávez, quien estuvo presente esa noche.

Horas antes de ingresar al boliche la previa se realizaban en Tijuana y en alguna otra confitería como Zoia o Vitral. Luego, en la diagonal 9 de julio, se podía observar cómo e formaba esa fila india de jóvenes que se dirigía a Pirkas. Eran caminatas interminables.

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“Pirkas fue el primer boliche puesto de verdad. Por su estructura muy moderna para la época, música. La gente iba a un boliche con todas las letras. En Neuquén todo empezó con Pirkas”, contó Santiago.

El Negro Herrero y Vilas con zapatillas

Como en todo acceso a locales nocturnos, la figura de los porteros era infaltable. En este caso, la primera camada generacional que fue al boliche recordará a Hugo Herrero. Un hombre de tez morena de casi dos metros, corpulento, que cada noche se ocupaba de recibir al público. Si había algo que cumplía al pie de la letra el Negro Herrero –como algunos le decían cariñosamente- era que ningún menor podía ingresar a Pirkas. Por ese motivo, muchas veces les solicitaba el D.N.I a más de uno cuando llegaban a la puerta.

“Mi papá siempre trabajo de muy joven. Lo hizo en diferentes lugares de Buenos Aires y en El Castillo de Mar del Plata, que fue una mítica boîte de la ciudad. Y en Bariloche trabajo cuando fue la inauguración de Cerebro, que esa época el dueño era Palito Ortega”, contó Martín Herrero (h).

“Era un trabajo que le gustaba mucho porque se relacionaba muy bien con la gente. Tenía mucha presencia y era muy ameno. Héctor Gutiérrez era amigo de mi papá y en Pirkas estuvo desde el primer día. Las personas que lo conocieron siempre me han hablado muy bien de mi viejo. Que era una persona muy simpática. Mi papá siempre le dio valor a la amistades”, reveló.

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Portero inolvidable. Hugo Herrero, tenía mucha presencia y era muy ameno con la gente. Estuvo desde el día uno en Pirkas y se ocupó de no dejar de ingresar a Guillermo Vilas porque llegó al boliche con zapatillas.

Portero inolvidable. Hugo Herrero, tenía mucha presencia y era muy ameno con la gente. Estuvo desde el día uno en Pirkas y se ocupó de no dejar de ingresar a Guillermo Vilas porque llegó al boliche con zapatillas.

A modo de anécdota, contó que su padre no dejó ingresar a Guillermo Vilas al boliche: “Vino hacer una exhibición en la zona y por la noche llegó a Pirkas. Pero como andaba con zapatillas, mi papá no lo dejó entrar porque solo se podía que ingresar con zapatos. Eran las normas que había en ese tiempo y mi viejo cumplía todo a raja tabla. Después se jactaba que él no había dejado entrar a Vilas a Pirkas”, recordó con humor.

Desfile y personajes

En Pirkas no todo pasaba por la pista y tragos de fin de semana, sino que también supo ser escenario de desfiles. Eso le servía al lugar como estrategia para continuar captando nueva gente. Organizados por Chamacos, boutique de primer novel, en esa época llegaron a la ciudad como figuras Teté Coustarot, nacida en General Roca, Ginette Reynal y Tini de Boucurt, Carmen Yazalde, Teresa Calandra, Mónica Gonzaga, Anamá Ferreyra y Adriana Costantini, entre otras modelos que brillaban en las pasarelas de todo el país.

La conducción del desfile estuvo a cargo de Hilda López, reconocida conductora radial y periodista de la zona. Chamacos se ubicaba en Irigoyen al 200 y se destacaba por la calidad y modelos de sus prendas.

Eso no sería nada. Porque los dueños del boliche fueron por más y traerían algunos espectáculos porteños. “Una vez contrataron la Gordo Porcel que hacia una especie de stund up. Y también estuvo Chasman y Chirolita”, contó Gutiérrez (h).

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Teté Coustarot, nacida en General Roca, Ginette Reynal y Tini de Boucurt, fueron algunas de las modelo que brillaban en las pasarelas que llegaron a desfilar en Pirkas.

Teté Coustarot, nacida en General Roca, Ginette Reynal y Tini de Boucurt, fueron algunas de las modelo que brillaban en las pasarelas que llegaron a desfilar en Pirkas.

Ricardo Gamero (Chasman) fue el ventrílocuo más popular del país y Chirolita, uno de los muñecos más emblemáticos del espectáculo argentino. “Sandra Mianovich, Tormenta, Muñecos Ordoñez”, fueron algunos cantantes que vinieron”, agregó.

Lui Santana y Tito Oses

La música disco reinaba en la década del 70 y la pista hervía. “La cabina del dj se encontraba arriba de la pista y el primero en poner música en Pirkas fue Mario Cabrero, que estuvo un tiempo y después se fue a Necochea y terminó yéndose a España”, contó Gutiérrez (h). Y si bien pasaron otros dj por el boliche hubo uno muy particular que quedó en la memoria de quienes asistían. “El dj era Lui Santana fue todo un personaje, mi papá lo había traído de Brasil. Vivía en el hotel Comahue”, rememoró.

“Había una publicidad que pasaban por Canal 7. Lui bajaba de una avión y luego expresaba (en un primer plano) ‘Vine a Neuquén para quedarme’. Era bastante cómico verlo”, recordó con humor.

A fines de los 80, Gutiérrez decidió desprenderse de su obra después de años de éxitos. “Tito Oses, Rubén Chufo y otro socio compran el terreno. Con el paso del tiempo mi viejo le compró la parte a cada uno de sus socios”, indicó Agustín Oses, quien transita sus 28 años.

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Tito Oses Junto a su pareja, Marcela Guevara.

Tito Oses Junto a su pareja, Marcela Guevara. "Mi viejo abría cuatro días a la semana y para armar una fiesta de viernes se iba a las seis de la tarde, volvía a las nueve para comer en familia y después se iba a las 23. Lo vivió y lo disfrutó”, contó Agustín Oses (h).

Con la llegada del nuevo propietario, Pirkas mantuvo ese espíritu de boliche pero le abrió las puertas a las bandas musicales, especialmente al rock. El espacio también se acomodó para realizar eventos como cumpleaños particulares, fiestas de fin de año de empresas, de egresados, cumpleaños de 15 y hasta casamientos.

“Le dio mucha importancia a traer banda porque había que viajar a Buenos Aires para poder verlos. No todos podían viajar. Hay bandas como Carajo, Vitico, La Delio Valdés, Massacre, Pez, que pasaron… y creo que Divididos hizo unas de sus primeras presentaciones en la ciudad. También tenían cabida las bandas locales”, detalló.

Las matiné tuvieron su lugar en el negocio, pero yapara esa altura Pirkas había cambiado su nombre para pasar a llamarse La Colina. “Estaba el + 18 y las matiné que hizo que el boliche esté más activo”, comentó. En esa época, Mariano Manrique, se ocupó de activar la matiné que fueron furor. Como las redes sociales no existían las invitaciones se repartían en la calle o casa por casa.

Figura paternal

Agustín sostuvo que uno de los temas que su padre le prestaba mucha atención era la seguridad. “El Patovica tenía prohibido pegar sino lo echaba. En las entrevistas recalcaba que no tenía por qué haber violencia. Neuquén era muy chico y todos se conocían entre todos y mi papá odiaba la violencia”, contó.

“A veces había gente que se pasaba de copas y generaba algún tipo de problemas, pero él siempre le pidió a la seguridad (policía) que no hay golpes, evitarlos. Quería que la gente se divierta. ‘Uno tiene que salir o sale para divertirse’, decía mi viejo”, acotó.

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Oses, en algún momento, aplicaba su figura paternal cuando algún joven se excedía y era sacado del boliche. “Como que los cagaba un poco a pedos y los hacía entrar en razón para para que no se pelearan. Muchas veces tuvo que llamar a padres para que pasaran a buscar a sus hijos o los ayudaba (a jóvenes) para que se estabilicen (por el alcohol) y se vayan a su casa. Se preocupaba mucho porque la persona tenía que estar bien tanto afuera como adentro del boliche. En su velorio muchas personas me hicieron saber el buen trato que tenía mi papá. Él era grande y conocía a todos porque al boliche llegaron a ir hasta hijos de sus propios amigos”, reveló.

Sacrificio y satisfacción

El mantener un boliche no es una tarea fácil y los horarios van en contramano de todo el mundo. “Mi papá se rompió el lomo y no sé cuántos boliches hay en Neuquén que no hayan desaparecido. Mi viejo abría cuatro días a la semana y para armar una fiesta de viernes se iba a las seis de la tarde, volvía a las nueve para comer en familia y después se iba a las 23”, explicó.

“Si estaba todo tranquilo volvía a las 3 de la mañana. Y si no fallaba el equipo de limpieza se iba otra vez a las 6.30. Fue una vida de estar de noche pero a mí nunca me descuidó. Había partes estresantes porque mi papá y mamá han llegado a limpiar solo el lugar. Pero lo vivió y lo pudo disfrutar”, aseguró.

Carlos Fida apareció en un momento justo en la vida de Tito Oses, quien ya iba soltando un poco esa vida nocturna. “De a poco le fue cediendo espacio. Fue un alivio para él encontrar un tipo como Carlos, porque había depositado la confianza en otra persona y le terminó robando todo el equipo de sonido. Esta personas terminó huyendo de la ciudad”, reveló.

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Después de 22 años en la actividad petrolera, Carlos Fidas, arribo desde Comodoro Rivadavia para cumplir el sueño del pibe: transformarse en el dueño de un boliche, Pirkas.

Después de 22 años en la actividad petrolera, Carlos Fidas, arribo desde Comodoro Rivadavia para cumplir el sueño del pibe: transformarse en el dueño de un boliche, Pirkas.

“Cuando tenía 13 años mi papá se lo alquiló a Carlos Fida, quien lo trabajaba miércoles, viernes y sábado. Los eventos que se hacían se los dejó mi viejo. Tres años después le alquiló definitivamente el boliche a Carlos”, conto Agustín.

En 2009, Fida, finalmente se hace cargo del legendario edificio y Pirkas (que hasta ese entonces era Pircas) pasa a escribirse con K. El hombre procedente de Comodoro Rivadavia se dedicó a la actividad petrolera durante 22 años. En 2007, arribó a Neuquén y pudo cristalizar su sueño. “Cumplí el sueño del pibe. Tener un boliche y pasar música”, confesó Fida.

“Comencé con las fiestas Retro que fueron variando según el estilo de música que elegía. Actualmente se siguen haciendo y cada sábado a Pirkas vienen 450 personas”, contó.

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Todos los sábados, Fida es el dj de turno y es el encargado de mover la pista.

Todos los sábados, Fida es el dj de turno y es el encargado de mover la pista. "A los 18 años comencé a poner música, la idea es que la gente se divierta y se sienta como en su casa", aseguró.

Prácticamente, al estar años atrás con Tito Oses, el nuevo dueño continuó una misma línea de trabajo: “La idea es que la gente la pase bien y se divierta. Que se sienta como en su casa y vuelva”.

“Cuesta mantener un boliche porque hay muchos bares, está el casino y a veces hay varias fiestas los fines de semana. Nosotros seguimos adelante y bridando lo mejor para la gente. Tenemos como una base de clientes que siempre les gusta venir”, dijo.

Chano y su primera visita

En lo que respectas a las visitas de bandas, la primera vez que Tan Biónica se presentó en la ciudad fue en 2011 e hizo explotar Pirkas. En ese entonces, Chano Charpentier y compañía todavía no gozaban de la popularidad. Y se encontraban presentando su primera placa Obsesionario (2010). Dos años después, ya en ascenso, llegó a Meett de Cipolletti con Destinología, su segundo disco.

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Otras de los grupos que también aprovechó esa escena fue La Berisso, que hizo su debut en la ciudad en 2011. Luego de algunos años la banda de Rolo Sartorio (voz) se encaminaría a llenar el estadio Luna Park o el estadio Único de la Plata.

Este año, bajo el mandato de Fida, Pirkas cumplirá 16 años y al parecer la historia tendrá muchos más episodios. “Tengo 56 años y pienso seguir adelante. A los 18 años comencé a poner música en Comodoro (Rivadavia) y pienso seguir por muchos años más”, aseguró el encargado de hacer mover a la gente todos los sábados en la histórica pista de Santiago del Estero 883, que comenzó a latir hace más de medio siglo.

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