Además de magníficas vistas de los Andes, ríos y lagos; ofrece el placer del vino en bodegas boutique. Hay hospedajes para todos los bolsillos.
En el corazón de Chubut, donde la cordillera se funden con la estepa patagónica, existe un camino que pocos conocen pero que encierra uno de los tesoros más extraordinarios de la región. La Ruta 259 es un trazado de ripio en buen estado que serpentea desde Trevelin hasta la frontera con Chile en un trayecto que parece diseñado por la naturaleza para conquistar a quienes buscan experiencias auténticas. Y al otro lado del paso fronterizo, el espectáculo sigue hasta las costas del Pacífico sur.
La pequeña y pintoresca localidad andina del Valle 16 de Octubre, reconocida por la Organización Mundial del Turismo como uno de los "Mejores Pueblos Turísticos del Mundo" en 2024, se ha convertido en la puerta de entrada a una aventura que combina herencia galesa, cultura mapuche y naturaleza salvaje.
La travesía hacia Chile por el Paso Futaleufú representa una de las conexiones más directas entre la precordillera argentina y el océano Pacífico. Con apenas 200 kilómetros desde la frontera hasta la costa chilena, este corredor natural ofrece una alternativa única para quienes desean experimentar la Patagonia en toda su magnitud.
Cascadas ocultas y tulipanes de ensueño
El recorrido por la Ruta 259 comienza con las cascadas Nant y Fall, un santuario natural donde tres saltos de agua se precipitan entre bosques andinos patagónicos. Este sitio paradisíaco marca el primer encuentro con la magia que caracteriza todo el trayecto.
A pocos kilómetros de distancia, entre octubre y noviembre, se despliega uno de los espectáculos más fotografiados de la región: el campo de tulipanes. Esta explosión de colores transforma el paisaje en una postal europea perdida en el fin del mundo.
El Molino Nant Fach de Mervyn Evans aparece como una sorpresa en el camino. Este rincón recrea un auténtico pueblito galés bajo techo, preservando tradiciones centenarias que llegaron a estas tierras de la mano de los primeros colonos.
Más adelante, el paraje Los Cipreses despliega una oferta completa de turismo rural. Cabalgatas, experiencias de agroturismo, gastronomía local y productos artesanales convierten esta parada en un encuentro genuino con la identidad patagónica.
Vinos de altura con sello internacional
Entre montañas, ríos y bosques nativos, tres bodegas boutique desafían las condiciones climáticas extremas para producir vinos que han conquistado mercados internacionales. Viñas del Nant y Fall recibe visitantes durante todo el año sin necesidad de reserva previa, ya que sus propietarios viven en el lugar.
Casa Yagüe y Entre Senderos completan la propuesta vitivinícola de la ruta, aunque requieren coordinación anticipada para las visitas. Estos emprendimientos familiares han logrado combinar la pasión por el vino con la hospitalidad patagónica, creando experiencias que trascienden la simple degustación.
Los viñedos se extienden en un marco natural que evoca las campiñas europeas, pero con la impronta única de la Patagonia argentina. Cada copa cuenta la historia de productores que apostaron por la calidad en uno de los terroirs más desafiantes del mundo.
Hospedajes para todos los presupuestos
Los 38 kilómetros que separan Trevelin de la frontera chilena concentran una diversidad sorprendente de alojamientos. Desde campings económicos hasta glampings premium que pueden alcanzar los $450.000 por noche para dos personas, la ruta ofrece opciones para todos los bolsillos.
Los hospedajes más accesibles, que incluyen hosterías, cabañas y dormis, arrancan desde los $70.000 la noche doble. Durante primavera y verano, los campings representan la alternativa más económica para quienes buscan una experiencia más conectada con la naturaleza.
Lodges especializados en pesca deportiva y domos con vistas panorámicas completan una oferta que se adapta tanto al viajero aventurero como al turista que busca comodidades premium en plena cordillera.
Cuatro estaciones, cuatro experiencias diferentes
Desde Trevelin explican que la primavera (octubre y noviembre) representa la época ideal para realizar la travesía, y en eso influye que en el primero de esos dos meses es cuando el campo de tulipanes tiene su breve floración anual.
De todos modos, aclaran que diciembre ofrece un clima más benigno y mayor variedad de floraciones en la región.
En cuanto al verano, las temperaturas pueden trepar hasta los 30 grados, convirtiendo lagos y ríos en refugios perfectos para combatir el calor patagónico. Con los picos de los Andes como espectadores de lujo.
El otoño, en tanto, regala una paleta cromática extraordinaria. Tonos marrones, rojizos, ocres y dorados transforman los bosques en una sinfonía visual que enmarca la temporada de hongos comestibles, una propuesta gastronómica única en la región.
El invierno viste de blanco las cumbres montañosas y potencia la oferta gastronómica local. Esta época invita a descubrir los atractivos de Trevelin y el Parque Los Alerces desde una perspectiva más intimista y cálida.
El cruce a Chile, en esta época, indefectiblemente va estar supeditado a cómo se comporte el clima y sus inclemencias de la época.
Del lado de Chile: Futaleufú y el camino al Pacífico
Futaleufú, la primera localidad chilena tras cruzar la frontera, despliega una oferta turística que incluye kayaks, rafting nivel 5, trekking hacia lagos de aguas turquesas y recorridos por un pueblo que conserva intacto su encanto patagónico.
Un detalle que facilita la experiencia: del lado chileno, en las localidades más cercanas, aceptan pesos argentinos, eliminando las complicaciones del cambio de moneda.
Para quienes disponen de más tiempo y se aventuren hasta la costa, el pueblo de Chaitén ofrece conexiones marítimas mediante ferries que transportan vehículos hacia diferentes puntos de la costa chilena. Y allí, claro, empieza el segundo tramo del viaje.
El Paso Futaleufú opera entre las 8:00 y las 20:00 horas y requiere documentación específica.
Antes de cruzar, hay que cumplir con un Trámite Obligatorio Online, que debe completarse previamente en esta página web chilena, y presentarse junto con la Declaración Jurada SAG/Aduana.
Ante las autoridades migratorias del país vecinos hay que presentar DNI o pasaporte vigentes, y autorización notarial si se viaja con menores sin ambos padres presentes.
Los vehículos requieren licencia de conducir del país de origen, cédula verde o azul y seguro con cobertura internacional.
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