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La Mañana

De policías, palos y pibes

Hay viejas costumbres que parecen no pasar de moda: los policías pegando. Los excesos de los integrantes de la Policía son un mal hábito que cuesta mucho erradicar porque cada tanto aparece alguno que cree estar haciendo justicia al golpear a algún detenido o que considera que “unos buenos palos” van a aplacar a los pibes en la calle.

Cierto es que la Policía no debe pegarle a nadie, pero igualmente surgen denuncias de lo que se denomina apremios ilegales que obligan a que la jefatura deba ordenar que Asuntos Internos investigue aunque a veces prefieren llamarse al silencio porque todos estos hechos perjudican la imagen institucional.

La Policía, históricamente, tiene que hacer muy buena letra y por mucho tiempo para mostrarse cercana al ciudadano y confiable, pero también es verdad que cualquier exceso derrumba todo como un castillo de naipes y la imagen institucional vuelve a fojas cero.

Es ahí donde equivocan en el camino. Por lo general tratan de tapar estos episodios (ver página 12) cuando lo más sano y transparente sería salir a dar la cara y contarle a la sociedad lo que sucedió y qué medidas se tomaron. Pero bueno, nadie les va a explicar cómo conducir una fuerza que siempre es discutida y hoy en el país se debate sobre la necesidad de capacitación y profesionalización.

“No es conveniente confrontar directamente con la Policía en las comisarías, donde se realiza la mayoría de los abusos policiales”, aconseja con buen tino Zainuco en una cartilla dirigida a los ciudadanos, principalmente a los pibes y a los jóvenes que a veces los detienen sólo por portar su rostro por la vía pública o estar sentados con amigos.

Lo más sano para la Policía sería explicar qué sucede en cada denuncia que reciben por apremios ilegales.

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