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La Mañana Yago Piro

Pablo y Yago Piro, padre e hijo defensores de la causa de Cipo

Uno fue parte de la gran campaña del 2003 bajo el mando de Mingo Perilli, y el otro integra el plantel que va por la gloria en esta temporada.

La familia de Pablo y Yago Piro está atravesada por la camiseta albinegra. Padre e hijo comparten el hecho de haber vestido los colores de Cipo en diferentes momentos y el último fin de semana vivieron un momento especial.

El Capataz le ganó 3 a 1 a Kimberley y el defensor central tuvo a su familia en La Visera.

“El paso mío por acá fue muy importante porque fue el último club donde jugué. La pasé muy bien, teníamos un lindo equipo y llegamos a una instancia final. Tengo un recuerdo magnifico de este club”, dijo Pablo a LMCipolletti en su visita a la ciudad, donde hoy yago integra el plantel profesional por segunda vez.

El ex lateral izquierdo formó parte de las filas del Capataz en el 2003, en el equipo dirigido por "Mingo" Perilli que llegó a la final de Torneo Apertura. Después de 21 años, su hijo mayor llegó a Cipolletti para su primera campaña. Hoy, tras algunos meses en Chile, otra vez viste la Albinegra. “Que esté Yago acá me pone muy contento porque este es un club grande de la categoría, es un lugar donde él se siente cómodo y está contento”, comentó Pablo.

El zaguero central llegó con Gustavo Noto en enero 2024, año en en el que anduvo muy bien. En sus primeros días en la ciudad, los memoriosos hablaban del gran nivel futbolístico que traía ese apellido. “Desde un principio, que le comenté que estaba la posibilidad de venir a Cipolletti, me dijo que no lo dude, que venga. En el segundo paso también, estaba muy convencido de que mi lugar es acá y así se lo manifesté. Él se da cuenta de cómo es el día a día conmigo y lo bien que me siento acá”, comentó Yago.

ON - Futbol Cipolletti vs Kimberley (2)

La campaña del 2003

Aquel equipo del Torneo Argentino A dio que hablar y alcanzó la clasificación como segundo de grupo con 18 puntos detrás de Luján de Cuyo. Luego dejó en el camino a Villa Mitre, Aldosivi y llegó a la final frente a Racing de Córdoba. “Fueron lindos momentos, perdimos una final bastante dolorosa. Teníamos un grupo lindo jugadores, la pasábamos bien, teníamos un buen equipo”, repasó Pablo.

En esa campaña como en la actual, la cancha se llenaba: “Nosotros hicimos una campaña, desde el primer al último partido, muy buena. De entrada, ya se veía que la gente acompañaba un montón. Con un buen resultado, la gente va a venir cada vez más”.

Antes de la final, Cipo dejó en el camino al Tiburón de Mar del Plata, donde Pablo Piro fue figura y referente. De hecho, luego de Aldosivi, Pablo ya pensaba en el retiro hasta que el profe Jorge Casaprima lo llamó para llegar al Capataz. “Ya había organizado la vida post futbol, ahí me llamó el profe, vine sin la familia a la pensión con 34 años. Estaba medio cansado y después de Cipo no jugué más”, recordó.

En aquella semi, en el arco de la calle O’Higgins, Piro marcó un gol ante Darío Tempesta, con quien tuvo problemas luego de la salida poco clara del Tiburón. “Justo en esos seis meses fallece mi papá y yo le hago el gol a Aldosivi después del fallecimiento. Yo venía con problemas con Tempesta y toda la historia y la verdad que fue todo redondo esos seis meses. yo la pasé muy bien y Tempesta no. Una lástima ese 3 a 1 y 3 a 0 con Racing de Córdoba”, mencionó.

Luego de 22 años, Pablo retornó a La Visera de Cemento y fueron muchos los que lo reconocieron y se acercaron a saludarlo. En el medio, la fiesta por volver a jugar un partido de local. “Me encontré un club mejor, la cancha más linda, más pintada. La gente siempre me recibió bien, de buena manera. A Yago también, volvió de Chile y parecía que no se había ido nunca”, reconoció.

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En la semana y hasta en el mismo partido frente a Kimberley vivió momentos de reconocimiento por parte de hinchas y ex compañeros. “Había muchos buenos jugadores en ese equipo, yo era uno más. Estaba el Ruso Hommann, el “Coquito” Landeiro, (Javier) Muñoz. Yago me dice que preguntan o mandan saludos, a algunos los veo y no los reconozco, ya estamos todos viejos”, dijo entre risas.

El Chango Cravero, compañero de un Piro y técnico del otro

Dentro de tantas coincidencias, Pablo fue compañero de Cravero en Gimnasia de Jujuy. "Jugamos juntos dos años. Cuando descendimos de primera a Nacional B. La verdad que la pasamos bárbaro. Ahora me pone contento porque si le va bien, le va bien a un compañero amigo y a un hijo", sostuvo sobre el Chango y la campaña en Cipo.

Yago heredó de su padre la función de defender al equipo, aunque con características distintas. “En el juego tenemos muchas cosas en común, pero él tiene mucha más claridad a la hora de tener la pelota. Yo por ahí era más de marca, pero él tiene marca, cabezazo, tiene buen control de pelota”, describió papá.

Por su lado, el hijo devolvió los elogios: “Yo difiero un poco porque jugó en primera, para mi él jugaba mejor. Por los videos que vi y porque lo viví, la agresividad a la hora de marcar y la entrega del juego en sí, creo que tenemos cosas parecidas. Él era un jugador con muchísimo gol y es algo que se destacaba mucho”.

A propósito de la posición y de la carrera, en la coincidieron algunos clubes, Pablo deja bien en claro el camino que ha tomado su hijo. “Nunca me metí ni para que vaya a algún club ni en ningún puesto de juego. En un principio, de chico arrancó jugando de cinco, pero solo se fue metiendo atrás. Es su lugar y le gusta, yo estoy contento porque él está contento. .No soy de meterme, uno podría haber usado los compañeros que tuvo, pero él llega a Cipolletti por medios propios, no tuve nada que ver. Él jugó en Kimberley, yo también y no tuve nada que ver. Siempre fue a clubes, a lugares donde lo llamó el técnico o un dirigente”, agregó.

Las charlas futboleras de padre e hijo

En cuanto al juego se producen distintos intercambios, debates y consejos. “En lo futbolístico le doy consejos y trato de decirle las cosas que yo veo mal. Generalmente pasa eso, jugaste 90 minutos bien y un minuto mal y le decís eso, pero es por el bien de él”, dijo Pablo contó y Yago respondió: “soy un jugador que cuando terminan los partidos hace mucho hincapié en lo malo y como sé que él ve el futbol de la misma manera que yo, agarro el teléfono, hablamos y a veces es tan claro lo que hago mal que no es necesario hablar tanto, pero hablamos bastante y me aconseja mucho”.

En casa y a la distancia, cada partido se vive con nerviosismo. El padre a veces sufre mas que el hijo y así sucedió con la vuelta de Yago ante Olimpo. "Es impresionante, cuando volvió no se si pegué una patada al aire. Los sufro muchísimo. Como padre se sufre el doble, como papá y como ex jugador, uno sabe cuándo la está pasando mal o bien. Con Olimpo estaba nervioso yo, pero lo vi tan tranquilo a él que parecía que no se había ido nunca”, concluyó Pablo.

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