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La Mañana milanesas

¿Cómo hacer milanesas, clásicas, napolitanas y en todas sus versiones?

Crujientes, doradas y con historia. Las milanesas son un ritual nacional que se reinventa entre la sartén, el horno y la airfryer.

Si hay algo que une a las mesas argentinas, sin importar clase social, provincia o generación, son las milanesas. Ese filete fino, empanado y dorado al punto justo, es mucho más que una receta: es identidad. En casa, en el bodegón o en el bar de la esquina, la milanesa es sinónimo de familia, de domingo, de “¿con puré o con papas fritas?”.

Su origen remite a la cotoletta alla milanese, una especialidad del norte de Italia, de la región de Lombardía, que llegó al país con los inmigrantes. Pero, como tantas otras cosas, acá la hicimos nuestra. Le sumamos ajo, perejil, pan rallado bien fino, y la convertimos en el plato más popular de la Argentina.

El corazón de la milanesa es la simpleza. Para la versión tradicional se necesita carne tierna (nalga, bola de lomo o cuadrada), huevos, ajo, perejil, sal, pimienta y pan rallado.

Preparación:

  • Batir los huevos con ajo y perejil picados. Salar y pimentar.

  • Pasar las fetas de carne por la mezcla y dejar reposar unos minutos para que se impregnen bien.

  • Rebozar en pan rallado, presionando con las manos.

  • Freír en abundante aceite caliente hasta dorar ambos lados. Escurrir sobre papel absorbente.

El resultado: una milanesa fina, crocante por fuera, jugosa por dentro y con ese perfume irresistible que anuncia almuerzo familiar.

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Milanesas con puré, delicia absoluta.

Milanesas con puré, delicia absoluta.

La napolitana: orgullo nacional

Aunque lleva el nombre de una ciudad italiana, la milanesa napolitana nació en Buenos Aires. Según la historia, fue inventada en los años 50 en el restaurante Nápoli de la calle Corrientes. Un cocinero intentó disimular una milanesa que se había pasado de cocción agregándole salsa de tomate, jamón y queso. El resultado fue un éxito inmediato.

Para prepararla:

  • Hacer una milanesa tradicional.

  • Cubrir con salsa de tomate casera, una feta de jamón cocido y otra de queso (mozzarella o tybo).

  • Gratinar en horno fuerte hasta que el queso se derrita y la salsa burbujee.

Se sirve con papas fritas o puré, y se convierte en una bomba de sabor que combina lo mejor del bodegón porteño con la herencia italiana.

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Milanesa napolitana con papas fritas.

Milanesa napolitana con papas fritas.

Versión al horno o en airfryer

En tiempos donde la salud y la practicidad ganan terreno, la milanesa al horno o en airfryer se volvió protagonista. Mantiene el espíritu del plato pero con menos grasa y menos tiempo de cocción.

Milanesas al horno:

  • Precalentar el horno a 200 °C.

  • Aceitar una placa y colocar las milanesas rebozadas.

  • Rociarlas con un poco de aceite en spray o pincelarlas.

  • Cocinar unos 10 minutos por lado, hasta dorar.

En airfryer:

  • Precalentar el equipo a 190 °C.

  • Cocinar las milanesas 8 minutos por lado.

  • No hace falta exceso de aceite: con apenas unas gotas se logra el mismo crocante.

El resultado es liviano, dorado y perfecto para quienes buscan disfrutar sin culpa.

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De carne o de pollo, cuestión de gustos

El debate eterno: ¿carne o pollo?

Las de carne son más jugosas y sabrosas, mientras que las de pollo son más suaves y versátiles. Ambas admiten el mismo rebozado clásico, pero también variantes más creativas: con pan rallado mezclado con avena o semillas, con rebozado tipo panko para mayor crocantez, o incluso con copos de maíz triturados.

El secreto está en no saltearse el paso del marinado: dejar reposar la carne o el pollo en el batido de huevo y condimentos por al menos 15 minutos antes de rebozar. Eso las vuelve más tiernas y sabrosas.

Guarniciones y ritual

Una buena milanesa se acompaña con papas fritas doradas, puré cremoso o ensalada mixta. Pero hay variantes para todos los gustos: papas españolas, ensalada rusa, arroz, o incluso una baguette para hacer el clásico sándwich de mila con lechuga, tomate y mayonesa.

Cada familia tiene su secreto: la abuela que le agrega un chorrito de mostaza al huevo, el tío que mezcla pan rallado con polenta, o el hijo que las prefiere “doble rebozado”.

Lo cierto es que la milanesa es un idioma común: se comparte, se discute y se disfruta.

Una pasión que no se apaga

Más allá de modas o dietas, las milanesas siguen siendo protagonistas. Se venden millones por día en rotiserías, bares y casas de comida. En Buenos Aires hay locales especializados que ofrecen versiones gourmet, rellenas o con toppings exóticos. En el interior, son parte del menú de toda parrilla o comedor familiar.

Su éxito es simple: es un plato que reconforta, que huele a hogar y que, con apenas unos ingredientes, puede alimentar a muchos.

La milanesa, ya sea frita, al horno o en airfryer, con carne o con pollo, clásica o napolitana, sigue siendo una bandera de sabor y memoria. Un bocado que atraviesa generaciones y que, en cada mordida, nos recuerda quiénes somos.

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