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La Mañana

La UNCo se pasó de rosca

Algo extraño sucede en la Universidad Nacional del Comahue. Lo que empezó con un conflicto laboral de nueve empleadas de una empresa tercerizada de limpieza terminó con una escalada (pasada de vocabulario fuera de contexto) de tensiones donde la política académica, la estudiantil y la partidaria se mezclaron en un cóctel con sabor a caos. El final de la película es tan ridículo que esconde la más sincera mezquindad: un pase de factura al rector Gustavo Crisafulli por el sólo hecho de haber exacerbado su chapa de militante kirchenrista, que no pasó la prueba de admisión de la izquierda universitaria. Tal vez fue un gran error de Crisafulli, ¿pero quién en la universidad no milita en política? Sólo muy pocos, y más en estos tiempos donde aparece “la grieta” como esa categoría novedosa en la escena moderna, pero que en la Argentina real es muy vieja. Sobre la superficie aún flota la desvinculación de nueve empleadas que fueron a la Justicia Federal para intentar pasar a planta permanente y que se les reconozcan los derechos laborales por fuera del Convenio Colectivo de Trabajo del Personal No Docente. Se hicieron mesas de negociación y fracasaron. Se sabe que necesitan trabajar, pero hacerlo por fuera de esas normas es complejo. El conflicto no tiene salida, porque, precisamente, la salida es política y el año que viene la institución elegirá a un nuevo rector. A Crisafulli lo tildaron de “represor” por denunciar la toma del rectorado. También por organizar una marcha en defensa de la universidad. Tamaña categoría es pesada para digerirla en las entrañas de la historia neuquina de derechos humanos. A veces se cruzan límites en el imaginario de los que ven el mundo siempre revuelto.

Un conflicto laboral terminó en una escalada de cruces políticos y con el rector como blanco de críticas.

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