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La Mañana papa León XIV

El papa León XIV inició su pontificado con una multitudinaria ceremonia en la plaza de San Pedro

Este domingo Robert Prevost encabezó la misa de entronización como nuevo jefe de la Iglesia, estuvieron presentes líderes políticos de todo el mundo.

Este domingo 18 de mayo el papa León IXV comenzó su pontificado en forma oficial, lo hizo ante una multitud de fieles y frente a más de 150 delegaciones oficiales de todo el mundo. La histórica ceremonia estuvo marcada por los ritos tradicionales de la Iglesia Católica.

Con la misa de entronización, que se llevó a cabo frente a la basílica de San Pedro desde las 5 hora argentina, se confirmó la autoridad del nuevo pontífice para encabezar la Iglesia y su posición como sucesor de San Pedro –considerado el primer Papa-, según la Santa Sede.

Participaron numerosas personalidades de todas partes del mundo. En esta ocasión, a diferencia de su elección del 8 de mayo, no estuvo el presidente de su país de origen, Donald Trump, sino que lo hará el vice, JD Vance, con quien el Papa mantiene fuertes diferencias respecto a la inmigración. También estuvo en la ceremonia el secretario de Estado, Marco Rubio. Ambos son católicos y ultraconservadores.

La delegación argentina estuvo encabezada por el canciller Gerardo Werthein y la ministra Sandra Pettovello.

La homilía de León XIV

El nuevo papa dejó claro que su función, como líder de los 1400 millones de católicos del mundo, es la “apacentar el rebaño sin ceder nunca a la tentación de ser un líder solitario o un jefe que está por encima de los demás, haciéndose dueño de las personas que le han sido confiadas; por el contrario, a él se le pide servir a la fe de sus hermanos, caminando junto con ellos”.

La misa en la Plaza de San Pedro.jpg
La entronización del papa León XIV fue vista en directo por miles de personas que se acercaron a la Plaza de San Pedro.

La entronización del papa León XIV fue vista en directo por miles de personas que se acercaron a la Plaza de San Pedro.

“Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”, dijo el primer Papa estadounidense, pero también peruano, en la homilía que pronunció después de haber recibido, en un rito solemne, los símbolos pontificios: el palio -la estola de lana de cordero símbolo del pastor de los pastores- y el anillo del pescador.

“En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres”, denunció. “Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad. Nosotros queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡miren a Cristo!”, exclamó ante 150.000 personas León XIV, papa nacido hace 69 años en Chicago, Estados Unidos, pero que pasó más de 20 años en Perú, como misionero agustino primero y luego, como obispo de Chiclayo.

“¡Acérquense a Cristo! ¡Reciban su Palabra que ilumina y consuela! Escuchen su propuesta de amor para formar su única familia: en el único Cristo somos uno. Y esta es la vía que hemos de recorrer juntos, unidos entre nosotros, pero también con las Iglesias cristianas hermanas, con quienes transitan otros caminos religiosos, con aquellos que cultivan la inquietud de la búsqueda de Dios, con todas las mujeres y los hombres de buena voluntad, para construir un mundo nuevo donde reine la paz”, insistió el flamante Papa en su sermón, desatando aplausos.

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“Este es el espíritu misionero que debe animarnos, sin encerrarnos en nuestro pequeño grupo ni sentirnos superiores al mundo; estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos, para que se realice esa unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo”, explicó, hablando en italiano con acento extraño, no estadounidense.

“Hermanos, hermanas, ¡esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio. Con mi predecesor León XIII, hoy podemos preguntarnos: si esta caridad prevaleciera en el mundo, otros”, exhortó finalmente, de nuevo suscitando aplausos de aprobación.

Los ritos

León XIV antes de la ceremonia de inicio de pontificado tuvo su primer gran baño de masas con su primera salida en papamóvil, que duró más de veinte minutos.¡Viva il Papa! ¡Leone, Leone! ¡USA! ¡USA!”, fueron los gritos de júbilo que surgieron de la Plaza.

De acuerdo al rito solemne de inicio del ministerio petrino, después, acompañado por una procesión de cardenales, León XIV bajó a la tumba de San Pedro, en la Basílica vaticana, donde se detuvo en oración y donde se encontraban el palio y el anillo del pescador.

Junto a él estaban los Patriarcas de las Iglesias Orientales. En medio de bellísimos coros en latín y llevando la cruz pastoral de Juan Pablo II, luego volvió a subir y 200 cardenales lo escoltaron hasta la plaza. Allí, ante los poderosos de todo el mundo, en el curso de la celebración eucarística y después de la proclamación del Evangelio, tuvieron lugar los ritos específicos del inicio de pontificado: la imposición del palio de parte del cardenal protodiácono italiano, Mario Zenari, nuncio en Siria; la entrega del anillo del pescador de parte del cardenal filipino Luis Antonio Tagle (entonces Robert Francis Prevost se miró ese anillo); y la obediencia prestada al Santo Padre de parte de tres cardenales, en nombre de todos los demás. León XIV no ocultó entonces su emoción. Y hubo un estallido de aplausos en la Plaza al que el flamante Papa respondió sonriendo, agradecido.

Papa León XIV durante la misa.jpg

En una misa en latín concelebrada por 200 cardenales y 750 obispos y sacerdotes, en su homilía, al margen de agradecer a todos los que llegaron a Roma para el inicio de su ministerio petrino, León XIV al principio mencionó a Francisco. Y a los momentos vividos desde su muerte, el 21 de abril pasado.

“En estos últimos días, hemos vivido un tiempo particularmente intenso. La muerte del papa Francisco ha llenado de tristeza nuestros corazones y, en esas horas difíciles, nos hemos sentido como esas multitudes que el Evangelio describe «como ovejas que no tienen pastor»”, admitió.

“Precisamente en el día de Pascua recibimos su última bendición y, a la luz de la resurrección, afrontamos ese momento con la certeza de que el Señor nunca abandona a su pueblo, lo reúne cuando está disperso y lo cuida «como un pastor a su rebaño»”, agregó, evocando la última aparición de Francisco en el domingo de Pascua, generando aplausos de la multitud.

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