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De Buenos Aires a Neuquén: una pareja y el sueño que comenzó en un carro de panchos

Marcelo y Gisela dejaron el Conurbano bonaerense para empezar de cero. Diez años después, cuentan su historia de superación y perseverancia.

Coincidieron en un boliche de Lanús. Y a partir de ese momento fueron tejiendo su relación afectiva, que en poco tiempo se transformó en un firme proyecto con un claro objetivo: escapar de la gran urbe del conurbano bonaerense.

Marcelo Breit, quien residía en Avellaneda (zona sur del Gran Buenos Aires) se había recibido de Contador Público y se encontraba trabajando hacía tres años. Gisela Coirini, de Monte Grande –localidad también situada en el sur a 28 km de la ciudad de Buenos Aires-, recién estaba terminando el CBC y comenzando la carrera de Veterinaria.

Ante la relación que iba tomando más fuerza y los tiempos que no se ajustaban para continuar compartiendo cosas, Marcelo dejó su trabajo y se puso a estudiar Licenciatura en Administración, además de un posgrado de Derecho Tributario.

“Quería salir y ella estaba estudiando, medio que no tenía sentido. Me puse a estudiar para acompañarla en sus últimos años de carrera. Nos recibimos y Gisela comenzó hacer prácticas en 2014 mientras esperaba el título. Yo trabajaba en el microcentro”, contó Marcelo. Ambos se recibieron en la UBA.

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Gisela y Marcelo y una de sus primeras postales a orillas del río Limay. El 7 de octubre de 2015 la pareja llego a Neuquén y se instaló en el camping Isla Verde.

Gisela y Marcelo y una de sus primeras postales a orillas del río Limay. El 7 de octubre de 2015 la pareja llego a Neuquén y se instaló en el camping Isla Verde.

Decisión y arribo a la Patagonia

Mientras tanto, la pareja se planteaba si se iba a quedar o no en el Gran Buenos Aires: “Era por cuestiones de seguridad, de cómo se vivía, entre otras cosas”, aseguró Gisela. Precisamente, a sus 35 años, Marcelo decidió renunciar al estudio en donde se desempeñaba.

Luego de hacer un viaje al norte de la Argentina y con diplomas en mano el destino quiso que el camino a tomar sea a Neuquén. “Habíamos visitado la termas de Copahue, La Ruta de los siete lagos, Junín, pero habíamos pasado bastante rápido por la capital”, recordó Gisela.

“Éramos muchos de acampar, nos recorrimos bastante la Argentina y a su vez invertíamos para hacer capital humano a futuro. Después con mucho esfuerzo Marcelo se compró en 2010 el Fiat Punto que todavía nos acompaña”, acotó.

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El Fiat Punto modelo 2010, el auto de aventuras, con el que la pareja recorrió diferentes puntos del país hasta que decidieron arribar a Neuquén.

El Fiat Punto modelo 2010, el auto de aventuras, con el que la pareja recorrió diferentes puntos del país hasta que decidieron arribar a Neuquén.

Ese vehículo de aventuras, que aún conservan desde hace 15 años, fue el que los trajo hasta el camping Isla Verde, en donde los recibiría Gustavo (encargado del espacio) y Siria, su madre, que en la década del ’70 se afincó en esas tierras ubicadas a la vera del río Limay.

“Despedimos a toda la familia y nos vinimos (a Neuquén) con el Punto (por el auto) sin los asientos traseros para traer todas nuestras cosas. Recuerdo que en el Google Maps puse camping y me enviaba al camping Municipal. Después nos enteramos que no funcionaba”, aseguró el contador.

“Fue un 7 de octubre de 2015. Eran como las seis de la tarde y había impactado mucho el viento. ‘Qué vamos hacer, dónde vamos a parar’, decía. Después dos o tres personas nos hablaron del camping Isla Verde”, sumó Gisela.

El carro de panchos, primer techo

En medio de esa odisea, a la que un poco estaban acostumbrados a vivir, el arribo al lugar situado en Ignacio Rivas al fondo, fue con algo de incertidumbre. “Casi se me va (por Gisela). Lo primero que preguntó fue ‘dónde están los baños’”, relató Marcelo.

“Cuando fui al baño no tenía techo. ‘Gordo, cómo me voy a bañar’ le decía (a su pareja). Y Gustavo nos decía ‘Es para que observen las estrellas’”, acotó Gisela con humor. Finalmente, la veterinaria tuvo acceso a un toilette en óptimas condiciones, que pertenecía al espacio que utilizaban los dueños del camping como panadería: “Ahí sí, acepté quedarme”.

En medio de octubre, temporada en la que son casi nulos los acampantes, la parejita procedió al armado de su carpa. Sin embargo, llegaría una nueva propuesta por parte de Gustavo, que se convertiría en su techo. “Había un carrito que usaban durante la temporada de verano para vender papas fritas, hamburguesas, panchos. Y Gustavo nos dijo ‘En vez de armar la carpa quieren meterse acá (por el carro)’ y nos acomodamos ahí”, recordó.

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El Carrito de los nieto funcionó como el primer techo de la pareja, en donde vivieron durante 21 días.

El Carrito de los nieto funcionó como el primer techo de la pareja, en donde vivieron durante 21 días.

“Convivimos con el aroma de las papa fritas. Pero muy agradecidos porque era un buen refugio y corría mucho viento. Tuvimos 21 días en el carrito”, agregó Marcelo.

Craneado y analizado

Marcelo reveló que tenía una lista múltiple de localidades y se dedicó hacer un análisis de muchas cosas: “Decía, cuánto menor distancia menor sufrimiento de la familia. Y pensamos en Tandil, Mar del Plata, Córdoba, Punta Alta, San Luis y Neuquén. Y nos jugamos por Neuquén. Lo mejor era Neuquén”, resaltó el licenciado.

“Ya se hablaba de Vaca Muerta…. Y cualquier proyecto que quieras hacer si no ingresa dinero se cae. Entonces, fue acercarnos a un lugar pujante para que camine, si no te teníamos que volver a Buenos Aires”, destacó.

Una vez instalados el próximo paso fue tomar el diario y comenzar a buscar trabajo en la sección de Clasificados. “Nos íbamos en bicicleta hasta el café del A.C.A y fue impresionante como Neuquén nos abrió las puertas porque el 15 de noviembre de 2015 entre a trabajar en ASPA (empresa que desarrolla productos inmobiliarios)”, afirmó.

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“Yo tuve una reunión en el colegio de Veterinarios y los colegas enseguida me abrieron las puertas. Y comencé a trabajar al poco tiempo”, contó.

“Cuando llegué fui a Turismo, pedí un mapa y googlee. En ese momento había 25 veterinarias y me anoté en todas. Estuve primero en la veterinaria Bichos, después en Centro Veterinario Confluencia y Vet 365 de José Massabo. Después comencé hacer domicilios y es con lo que sigo hasta el día de hoy”, detalló.

El ojo de Siria y el afecto de Gabina

Con los dos profesionales encaminados en el plano laboral se abría una nueva etapa y el paso siguiente fue buscar un alquiler: “Comenzamos a buscar a través de los avisos del diario y fuimos hasta las inmobiliarias. Y la abuela Siria no dijo ‘Pero cómo están buscando en el diario, esto es local. Empezá a caminar el barrio’”, contó Briet.

“Después íbamos en el auto con la abuela y ella nos decía ‘Para acá’, se bajaba, saludaba y después nos preguntaba ‘Este quieren verlo (por las casas que se alquilaban). Y gracias a ellas conseguimos el alquiler en Ignacio Rivas y Aconcagua”, agregó Gisela.

La pareja comenzó a vivir en la propiedad que le pertenecía a abuela Gabina Migo y a Alfredo Urrea, que también fueron de gran sostén para los bonaerenses.

“Primero no nos quería alquilar porque todavía no teníamos recibos de sueldos. Entonces, le adelantamos cuatro meses de alquileres. Nos hicimos muy amigos”, contó Marcelo.

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La abuela Gabina Migo y Alfredo Urrea recibieron con todo el cariño a la pareja, que les alquiló un monomabiente de 33 metros cuadrado, al que luego se sumaría Jazmín, su primera hija.

La abuela Gabina Migo y Alfredo Urrea recibieron con todo el cariño a la pareja, que les alquiló un monomabiente de 33 metros cuadrado, al que luego se sumaría Jazmín, su primera hija.

“El primer día que ingresamos estaban de cumpleaños con su familia, nos invitaron y sacaron un chivo. Así comenzamos a disfrutar del chivo porque nunca lo habíamos probado. Nos invitaban a todo y nosotros íbamos. Re amorosos”, agregó Gisela.

Estuvimos ochos años viviendo en un monoambiente de 33 metros cuadrados. Y después llegó Jazmín”, contó Marcelo. La primera hija de la pareja nació en Neuquén y actualmente tiene 8 años.

Si bien iba todo sobre rieles la distancia con el entorno familiar comenzó a calar hondo en los sentimientos: “Fue difícil porque hubo una etapa en donde la patrona comenzó a extrañar casa vez más”, aseguró el contador y, acotó: “La nena (Jazmín) era chiquita y ella quería que crezca con sus abuelos, primos y tíos”.

A pesar de las inseguridades y "crisis" de Gisela, la determinación de quedarse en la ciudad se dio cuando pudieron adquirir un terreno en 2018. “Los habíamos comprado como inversión, pero entre 2019 y 2020 comenzamos a construir”, aseguró la médica de animales.

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La veterinaria y una de las primeras imágenes que se tomo  junto al río Limay cuando transitaba sus 28 años.

La veterinaria y una de las primeras imágenes que se tomo junto al río Limay cuando transitaba sus 28 años.

De todos modos el auge de las Low Cost achico esas distancia de vínculos de seres queridos, ya que salía más barato que trasladarse en automóvil a Buenos Aires. "Primero iba diez días o más a visitar a mi familia y después ellos comenzaron a venir a Neuquén. Ahora todos quieren venir por la Fiesta de la Confluencia", acotó.

Un año después la familia se agrandaría con la llegada de Julián. “Quedé embarazada en pandemia y en ese tiempo no me permitían ir para Monte Grande. Pero en diciembre habilitaron las rutas y nos fuimos en el auto. Antes de llegar a Buenos Aires se nos rompe y nos terminó llevando una grúa”. Gisela estaba de ocho meses y el 26 de enero se convirtió en madre por segunda. Y se dio el gusto que naciera en su ciudad natal. El pequeño actualmente tiene cuatro años.

Vida y tranquilidad

Otros de los punto que favoreció y pudieron apreciar fue la vida que les daba la ciudad con respecto a sus hijos: “Si bien la inseguridad está y puede crecer, salir a calle con mis hijos es buenísimo porque no tiene nada que ver con los que es allá (por Buenos Aires). Valoramos eso y además que tenemos la naturaleza cerca para pasear”, detalló.

“En donde nosotros vivimos son más parques verdes. En Buenos Aires, para estar cerca de un río, pasear, tenés una hora o más de viaje por el tráfico. Cuando teníamos y tenemos tiempo libre vamos siempre al río y no la podemos creer”, agregó.

La familia de las abuelas de Siria y de Gabina fueron los que le insistieron para que se quedaran en Neuquén. “Vayan a tomar agua del Limay y no se van más, nos decía la abuela Gabina”, contó Gisela. Hay un dicho popular que expresa que si una persona bebe agua de ese río, se quedar siempre en esta tierra.

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La abuela Siria, Gustavo y Lucía le brindaron afecto y contención a Marcelo y Gisela. Además,  le insistieron para que se queden radicados en Neuquén.

La abuela Siria, Gustavo y Lucía le brindaron afecto y contención a Marcelo y Gisela. Además, le insistieron para que se queden radicados en Neuquén.

La familia Breit vive en el barrio Rincón de Emilio, en donde Gisela también tiene el proyecto de abrir su propia veterinaria: “Nos costó y nos cuesta mucho trabajo hacer todo esto (por su hogar). Le metimos horas de laburo. Nos falta todavía terminar algunas cosas pero este año bajamos un cambio”.

“Esto era todo zona de chacras y Aspa me dio la posibilidad de poder acceder al terreno. Mientras estaba tratando de cumplir con la empresa, en medio de la construcción, desbordamos y tuve una parálisis facial que me asusto. Fue un llamado de atención”, reveló Marcelo.

Desde hace ya largos años que Neuquén recibe gente de diferentes puntos del país, que arriba en busca de oportunidades laborales y mejor su calidad de vida. En ese aspecto, Marcelo y Gisela, en base a su experiencia, dejaron algunos datos para tener en cuenta.

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La familia completa junto a ese carro de comidas, que hoy luce de color verde, con el cual se reencontró después de varios años.

La familia completa junto a ese carro de comidas, que hoy luce de color verde, con el cual se reencontró después de varios años.

“Me dio seguridad venir con ahorros porque te da un poco más se seguridad para moverte, alimentarte…las necesidades básica hasta que te acomodas. Al tener una estructura universitaria, que son años, era como una visión seguir un camino”, resaltó Gisela.

“Hay gente que viene y enseguida comienza a trabajar de petrolero y enseguida se comprar el auto y otro auto…se cargan de mochilas muy pesadas y viven el corto plazo para brindar imagen. Y la verdad que se están comiendo un gran posibilidad a futuro”, opinó Marcelo.

“Creo que por eso primero elegimos la Isla Verde porque podríamos haber alquilado algo o ir a un hotel. Cuando recién arrancas hay que tratar de ir con una mochila liviana. Después si no te administra bien, perdiste”, agregó.

Se abren las puertas de la vida

“Lo que más valoro y digo siempre es que las personas que puedan estudiar, estudien. Porque las puertas se van abrir para todos. Es como entrar en otro mundo, la gente te va ayudar. Te la hacen más fácil, con un oficio también. Que se esfuercen en ese sentido”, destacó.

Si hay algo que siempre expresa la pareja es el la palabra “agradecimiento” por todo lo que le dio Neuquén y la gente que le dio una mano en estos diez años que se encuentran cumpliendo en la ciudad. Y para que esta historia semejante a la de cualquier film tome más significado, el próximo 15 de noviembre contraerán matrimonio rodeados de sus seres queridos.

Va ser en la Isla verde. Estábamos postergando lo más importante”, concluyó Gisela.

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