La gestión de Mariano Gaido se encamina a presentar por séptima vez un presupuesto récord y con superávit histórico. Una política fiscal y recaudatoria férrea como base de un contrato de confianza con los contribuyentes.
Por estas horas, el gabinete municipal que lidera el intendente Mariano Gaido, trabaja en los números finos del proyecto de presupuesto que elevará al Concejo Deliberante, para su posterior aprobación, el próximo lunes 27.
Del análisis de los números del presupuesto actual y las estimaciones y proyecciones para el del próximo año, se coincide en que el intendente capitalino tendrá durante el 2026 contará con un presupuesto récord y un superávit histórico.
De confirmarse, Neuquén capital consolida su crecimiento económico en el contexto nacional, compartiendo podio con la administración provincial que lidera el gobernador, Rolando Figueroa.
Hace 10 días fue el Intendente Gaido, quien confirmó la construcción financiera del presupuesto del próximo año. Sin arriesgar cifras dio a entender que por séptimo año consecutivo tendrá un presupuesto holgado y con superávit creciente.
Anticipó que mantendrá la línea de aprovechamiento de dicho superávit, invirtiendo en obras de infraestructura, servicios, pavimento y espacios verdes.
La ciudad capital de Neuquén se abre paso en la comparativa de los números de su administración con otras similares del resto del país, superando, en eficiencia y la calidad de los servicios que brinda, a muchas localidades con mayor cantidad de contribuyentes.
En medio de un año netamente electoral, en el que se pone el acento sobre la eficiencia de las administraciones y el destino de los fondos que se recaudan, es saludable y justo analizar los motivos por los cuales, el intendente Gaido cumplirá su séptimo año de gobierno comunal con superávit financiero. Veamos entonces.
La política tributaria en debate
En un país donde los impuestos suelen sentirse como una carga cada vez más pesada, el municipio de Neuquén ha logrado construir una excepción digna de reconocimiento. Mientras la presión tributaria nacional continúa asfixiando a ciudadanos y empresas, con gravámenes que superan el 40% del costo de los bienes y servicios, la capital neuquina demuestra que es posible otro modelo: uno que combina eficiencia fiscal, transparencia y resultados tangibles para la comunidad.
A nivel nacional, los tributos como el IVA, el impuesto a las ganancias o el impuesto al cheque impactan directamente en el precio final de los productos y en el poder adquisitivo de las familias. Sin embargo, gran parte de lo recaudado no se traduce en mejoras visibles, sino en un Estado central que ha recortado obras públicas, fondos de transporte y recursos para provincias y municipios del interior. Frente a ese panorama, la gestión municipal de Neuquén se erige como un ejemplo de administración eficiente, responsable y moderna.
El municipio ha logrado algo que pocos pueden mostrar: una estructura tributaria simplificada, con menos impuestos y más resultados. La eliminación de 45 tasas —entre ellas la de habilitación comercial— marcó un antes y un después para emprendedores y comerciantes. Gracias a esa decisión, se habilitaron más de 550 nuevos comercios e industrias en el último año, acompañados por una exención de seis meses en el pago de la licencia comercial. Es decir, menos burocracia y más impulso para el desarrollo local.
Superávit que vuelve en obras
Pero la eficiencia fiscal no se detiene en los papeles. En Neuquén, los impuestos realmente vuelven a los vecinos en forma de servicios de calidad y obras concretas. El transporte público funciona con regularidad, la recolección de residuos se realiza seis veces por semana —incluso feriados— y la ciudad muestra un ritmo constante de pavimentación, renovación de espacios públicos y modernización urbana.
Todo financiado con recursos propios y sin recurrir a deuda. Mes a mes, el municipio mantiene superávit corriente, destinando esos fondos a inversión en infraestructura, un hecho que refuerza su solvencia y credibilidad.
En comparación con el sistema nacional, la diferencia es abismal. Mientras los impuestos nacionales representan cerca del 40% del valor de lo que consumimos, los tributos municipales en Neuquén apenas alcanzan un 1,5% de incidencia promedio. Sin embargo, el 80% de los contribuyentes cumple con sus obligaciones, reflejo de una relación de confianza entre el ciudadano y su gobierno local. La gente paga porque ve los resultados.
El secreto neuquino
“El llamado “modelo neuquino” demuestra que no hace falta multiplicar impuestos para lograr el desarrollo. Lo esencial es administrar bien, reducir trabas, invertir con inteligencia y ofrecer servicios que mejoren la vida cotidiana. Neuquén lo ha hecho: menos impuestos, más obras, más limpieza, más orden, más oportunidades para emprender y crecer”, le comentó a este cronista, hace algunos meses, el secretario de Finanzas Fernando Schpoliansky.
En tiempos en que la discusión impositiva domina la agenda nacional, la experiencia de Neuquén deja una enseñanza clara. Un Estado eficiente no se mide por cuánto cobra, sino por cómo utiliza lo que recauda.
La capital neuquina se ha convertido en un ejemplo de gestión moderna, con equilibrio fiscal, planificación y resultados visibles, demostrando que con menos presión tributaria se pueden obtener más beneficios para todos.
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