Era docente de economía, llegó al Alto Valle en busca de trabajo y descubrió el mundo de la cocina viva
Durante la pandemia comenzó a elaborar kombucha, se capacitó en cocina cruda y hoy dicta talleres en Roca para transmitir sus conocimientos.
Llegó al Alto Valle en busca de nuevas oportunidades, pero con el tiempo dejó de lado su trabajo formal y eligió apostar por un camino distinto: se adentró en el mundo de la alimentación consciente e inició un emprendimiento de cocina viva.
Patricia Molina (39) es oriunda de Esquina, una ciudad ubicada en el sur de Corrientes. Sin embargo, hace ya una década tomó la decisión de dejar su tierra natal y emprender viaje hacia el sur del país en busca de nuevas oportunidades laborales que en su provincia eran difíciles de encontrar.
Su primer destino en la región fue Cipolletti, donde vivió una temporada hasta que se estableció definitivamente en General Roca, ciudad en la que no solo encontró trabajo, sino también la posibilidad de dar vida a su emprendimiento.
“Soy docente de economía, llegué a la zona por cuestiones laborales. La gran mayoría de las personas del interior venimos por eso, hay una gran oferta. En mi caso, me favoreció un montón la zona ya que muy pocas personas estudian lo que yo estudié”, relató.
Durante varios años se dedicó de lleno a la docencia, aunque hace ya tres años dejó de estar al frente de un aula. Como ella misma definió, se “retiró del sistema”, pero a pesar de haberse alejado de la estructura formal de la educación, no renunció a su vocación de enseñar y continúa transmitiendo con pasión sus conocimientos en otros ámbitos de su vida.
La pandemia, una oportunidad para aprender
La llegada de la pandemia y las medidas de aislamiento cambiaron la rutina de millones de personas en todo el mundo. Para Patricia, el encierro se transformó en una oportunidad inesperada para explorar un mundo hasta entonces desconocido.
En medio de la incertidumbre, el freno de las actividades cotidianas y la aparición de más tiempo libre, comenzó a surgir la inquietud por hacer algo distinto. Junto a un grupo de amigas comenzaron a interesarse en la elaboración de kombucha: una bebida fermentada a base de té, azúcar, bacterias y levaduras, conocida por sus propiedades y beneficios para la salud.
Rápidamente este proceso despertó en ella un genuino interés. Quiso saber más y se dedicó entender a fondo cómo funcionaba la fermentación, así fue como empezó a investigar y se capacitó en Bariloche junto a una bióloga especialista.
Motivada por su creciente interés en la alimentación cruda, Patricia decidió dar un paso más allá en su camino de aprendizaje. Fue entonces cuando emprendió un viaje a Córdoba para capacitarse con Néstor Palmetti, creador del reconocido Espacio Depurativo, un centro ubicado en el valle de Traslasierras que promueve la alimentación fisiológica, basada principalmente en dos pilares fundamentales: la fermentación y la deshidratación de alimentos.
“Fui a Villa las Rosas, me formé y me capacité en el club de cocina viva. A mi me cambió la vida, me reconectó conmigo misma", reconoció.
Al regresar a General Roca, lo hizo llena de entusiasmo y especial fascinación con el proceso de deshidratación, una técnica que permite conservar los alimentos sin perder sus nutrientes. “Volví con la dicha de tener hornos deshidratadores en Roca, en los centros comunitarios”, contó.
Raw Food: los beneficios de la comida cruda
El método sin cocción se caracteriza por la deshidratación del alimento a temperaturas muy bajas, proceso mediante el cual se elimina la mayor parte del contenido líquido con el fin de garantizar su seguridad y prevenir el avance de los microorganismos responsables de su deterioro.
Al desecar los alimentos sin exponerlos a altas temperaturas, se logra preservar y concentrar las vitaminas y nutrientes, lo que además acentúa el sabor. “Los sabores son mucho más pronunciados y varían un montón entre el alimento fresco y el seco”, explicó Patricia.
“Me fascina lo que se puede hacer en un deshidratador, desde pastelería, pizza, empanadas, lo que se te ocurra lo podés hacer”, agregó, mostrando su entusiasmo por las posibilidades que brinda esta técnica.
“El beneficio es tanto para la salud física como para el bolsillo”, señaló, vinculando su vocación actual con sus conocimientos en economía. “Es abismal lo que se puede ahorrar: si abrís la heladera, te das cuenta de que desperdiciamos muchos alimentos porque se descomponen y hay que tirarlos. En cambio, los deshidratados pueden conservarse entre seis y doce meses”, explicó.
Por otra parte, el producto libre de agua es mucho más liviano y fácil de transportar, lo que lo convierte en una opción práctica para deportistas, viajeros o quienes simplemente quieren tener un snack a mano en todo momento. Por ejemplo, de diez kilos de manzana fresca se obtiene aproximadamente un kilo de manzana deshidratada.
Un cambio de hábitos para una mejor calidad de vida
Culturalmente, estamos acostumbrados a consumir gran cantidad de alimentos que nuestro cuerpo no necesita realmente. "Hay que mejorar los hábitos”, cuestionó Patricia, quien afirmó que “no estamos alimentando ni nutriendo, estamos ensuciando el cuerpo; en cambio, con esto incorporamos realmente lo bueno de cada alimento”.
"Desde que implementé este tipo de alimentación, fisiológicamente lo re siento. Cuando como cocido no me siento tan bien como cuando como crudo”, reconoció y lamentó que en la actualidad “nos preocupamos tanto por limpiar excesivamente el cuerpo por fuera y no tanto por limpiarlo por dentro, no se le da prioridad a esos hábitos”.
“Tenemos este mal hábito de los ‘chupetes sociales’: el mate, el cigarrillo e incluso la comida. Pero es preferible darse un atracón de fruta”, dijo Patricia.
Para fomentar estos pequeños cambios, en lugar de llevar facturas o bizcochitos a las reuniones, siempre comparte sus manzanas desecadas. Entre risas, admite que sus amigos las devoran sin darse cuenta de que, al “picar”, 200 gramos terminan comiendo el equivalente a ¡dos kilos de fruta fresca!
Emprender en el universo de la cocina viva
Hace un tiempo, Patricia decidió dedicarse por completo a la elaboración y venta de productos sin cocción. En su emprendimiento, Latido Raw, crea snacks saludables a base de plantas, sin conservantes, harinas, gluten ni lácteos.
Todos sus productos se elaboran con ingredientes naturales —frutas, verduras, semillas y harinas de frutos secos—, sin ningún componente de origen animal. También elabora deliciosas barritas y alfajores de origen vegetal, como una alternativa más saludable a la hora de sumar una colación rápida.
“Los alimentos del super parecen lo mismo pero son horneados y tienen azúcar, son cosas distintas, yo lo que traigo es puramente manzana sin ningún agregado”, remarcó.
“Trabajo de esto, es lo único que hago como ingreso y me va muy bien”, reconoció la emprendedora con satisfacción. Lejos de enfocarse en grandes estrategias de difusión, confía en la fuerza del boca en boca de sus clientes, que valoran la calidad de los productos y los recomiendan a sus conocidos.
Además, ella misma se toma el tiempo de acercarse a verdulerías y comercios de la ciudad para ofrecer sus snacks y fomentar el consumo de alimentos saludable.
"Es una actividad que está creciendo. A comienzos de este año se inauguró el centro productivo en La Rivera. Hoy todo es mucho más cómodo, porque contamos con una sala de producción exclusiva para la deshidratación. Pero en los inicios, hace dos años, teníamos que compartir el espacio con otras actividades”, recordó.
De las aulas a los talleres
A partir de noviembre, Patricia delegará la producción de sus productos para dedicarse a dar talleres y seguir compartiendo sus conocimientos. “Cuando la gente empieza a descubrir este universo de cosas que podés hacer, se da cuenta de que es gigante el abanico de posibilidades que te brinda”, indicó.
Estas capacitaciones estarán especialmente dirigidas a quienes suelen utilizar los hornos deshidratadores del Centro Comunitario. Sin embargo, también se ofrecerán en formato digital, de manera que cualquier persona interesada que cuente con este tipo de equipos pueda acceder a la información.
Quienes deseen participar podrán informarse a través de la página de la Municipalidad de Roca y de las redes sociales.
Por otro lado, también se dictan talleres en colaboración con la Universidad de Río Negro y la planta piloto ubicada en Regina, donde se abordan, entre otros temas, la elaboración de harina de manzana a partir del orujo. “Este ciclo busca aprovechar de manera zonal el recurso magnífico que es la fruta”, destacó Patricia.
“Viviendo donde vivimos, la manzana es una gran aliada. Creo hay una necesidad de que se deje de tirar fruta, no necesitamos comprar cosas empaquetadas que viajan miles de kilómetros, tenemos productores acá”, concluyó y reconoció que últimamente tiene una gran predilección por este ingrediente regional.
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