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Salesianos en Neuquén: las "luces y sombras" que admitió un alto cardenal del Vaticano

El español Ángel Fernández Artime vino desde Roma a Junín de los Andes por los 150 años de la presencia de los sacerdotes de Don Bosco en la Patagonia. Un discurso que marca una época.

Junín de los Andes fue escenario de la reciente conmemoración de los 150 años de la llegada de los salesianos a la Patagonia. Fue un hecho significativo y de un llamativo valor simbólico, no solamente por el hito de la presencia de los sacerdotes de San Juan Bosco en esta región, sino por la autocrítica de la iglesia por su papel en aquellos tiempos.

En efecto, no pasó desapercibida la presencia en Neuquén del cardenal español Ángel Fernández Artime, proprefecto del Dicasterio para la Vida Consagrada del Vaticano, un cargo equivalente al de ministro en la curia de León XIV, y que fue mencionado como “papable” en los días previos al cónclave que ungió al actual pontífice.

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El cardenal español Ángel Fernández Artime, proprefecto del Dicasterio para la Vida Consagrada del Vaticano, en una misa en Junín de los Andes.

El cardenal español Ángel Fernández Artime, proprefecto del Dicasterio para la Vida Consagrada del Vaticano, en una misa en Junín de los Andes.

Durante una misa en el marco de las celebraciones interculturales realizadas en la localidad cordillerana neuquina, Fernández Artime habló de “luces y sombras” de los salesianos en el sur argentino y, aunque no precisó cuáles eran unas y otras, la historia guarda algunos episodios objetables de los misioneros con los pueblos originarios. El cardenal utilizó el efugio al dirigirse a comunidades mapuches que participaron de las actividades oficiales con rituales propios e incluso se les permitió la lectura del Evangelio en mapudungun, así como también el recitado de partes de la misa en esa lengua, un acontecimiento poco común pero que habla de la raigambre salesiana entre los pueblos originarios.

La investigadora del CONICET, María Andrea Nicoletti, en una de sus numerosas publicaciones referidas al tema titulado “La Congregación salesiana en la Patagonia: ‘civilizar’, educar y evangelizar a los indígenas (1880-1934)”, dice que esta orden católica desplegó desde 1880 “un proyecto educativo y misionero mediante circuitos en red de parroquias, colegios, oratorios, hospitales y orfanatos en la Patagonia continental, y reducciones en la Tierra del Fuego durante el período fundacional”.

“La obra de Don Bosco (1815-1888) se llevó a cabo en territorios de ocupación indígena incorporados a la Nación argentina en 1879, a través de violentas campañas militares que ocasionaron la muerte y la desestructuración cultural de las culturas nativas sureñas. La oferta educativa salesiana fue inmediata y paralela a la estatal, a lo largo de los ríos primero y ramificándose después a zonas menos pobladas, contribuyendo mediante la educación en los colegios y el adoctrinamiento en las misiones, a nacionalizar los territorios de reciente incorporación”, escribe Nicoletti.

Añade la investigadora que “este proyecto contenía en sí mismo un plan interno de evangelización del indígena del sur que consistió básicamente en: ‘civilizar, convertir y educar’. Su epicentro fue la elaboración de un imaginario para la ‘conversión’ de los habitantes originarios basados en la figura del ‘indio infiel’ síntesis del pensamiento teológico, filosófico y antropológico de Don Bosco que sus misioneros llevaron a cabo en la Patagonia desde 1880”.

Al respecto, según consigna la agencia católica AICA, el cardenal español al hablar en Junín de los Andes admitió que “hoy reconocemos con sinceridad que el encuentro entre culturas no siempre estuvo libre de tensiones, incomprensiones, quizás hasta de errores”.

En rigor los salesianos llegaron a Argentina en 1875, pero no fue sino hasta cuatro años más tarde que consiguieron ser autorizados por el gobierno de Julio A. Roca para desplegarse en la actual Patagonia, no sin poco esfuerzo.

Fernández Artime tuvo, asimismo, palabras de reconocimiento y agradecimiento a las comunidades aborígenes que poblaron esta región desde donde salieron Laura Vicuña y Ceferino Namuncurá a cuya última morada, en San Ignacio, también llegaron los participantes de las jornadas conmemorativas en peregrinación.

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El cardenal Ángel Fernández Artime, junto al obispo de Neuquén, Fernando Croxatto, en una caminata a San Ignacio, donde se encuentran los restos de Ceferino Namuncurá.

El cardenal Ángel Fernández Artime, junto al obispo de Neuquén, Fernando Croxatto, en una caminata a San Ignacio, donde se encuentran los restos de Ceferino Namuncurá.

Más allá de la importancia del desarrollo educativo salesiano en la provincia, con numerosas instituciones en el territorio, es justo mencionar el papel decisivo que jugó uno de sus hombres más valiosos en tiempos recientes, no menos violentos que el del genocidio de pueblos originarios a manos del Ejército: el de Jaime De Nevares.

El primer obispo de Neuquén sin dudas es uno de los artífices que posibilitó que se realice en estos tiempos una ceremonia con un representante del poder central de la iglesia de Roma en el interior de la provincia, con una misa en español y mapudungun, incluidas rogativas mapuches. Pero más allá del aspecto ritual, le cabe a De Nevares el reconocimiento de haber puesto a los pueblos originarios en la dimensión que le corresponde en la controvertida historia de la Patagonia y de haber sido el primer prelado de la iglesia argentina de haber pedido “perdón” por el rol de algunos representantes de la curia durante los años de plomo.

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