Un informe del Observatorio de Argentinos por la Educación expone la magnitud de la desigualdad en aprendizajes y la caída en matemáticas en la última década.
La educación argentina atraviesa un momento crítico. Los datos del último informe elaborado por la Escuela de Educación de la Universidad Austral junto al Observatorio de Argentinos por la Educación revelan una realidad preocupante: la desigualdad entre estudiantes no solo persiste, sino que se profundiza, especialmente en el área de matemáticas.
La investigación, que analiza los resultados de los últimos diez años en lengua y matemática tanto en primaria como en secundaria, mostró que apenas 5 de cada 100 estudiantes del sector más vulnerable alcanzan los contenidos mínimos de aprendizaje en matemáticas al finalizar la secundaria. Este dato resume un problema estructural de enormes dimensiones: miles de jóvenes egresan de la escuela sin las competencias básicas necesarias para desenvolverse en su vida adulta y laboral.
Eugenia Orlicki, coordinadora de Transparencia y Relevamiento del Observatorio, investigadora y docente de la Universidad Austral, explicó en detalle las conclusiones del trabajo, que fue difundido en estas últimas jornadas y que ya genera un fuerte debate en torno a la calidad de la educación en el país.
Cómo se mide la desigualdad educativa
El estudio utiliza un indicador de desigualdad de aprendizajes diseñado por la Universidad Austral. El mismo permite observar las diferencias de desempeño académico entre los estudiantes según su nivel socioeconómico.
“El indicador ordena a los alumnos de acuerdo a su situación socioeconómica y mide cómo les va al 20% más vulnerable —el quintil más pobre— en comparación con el 20% más favorecido —el quintil más rico— en lengua y matemáticas”, explicó Orlicki.
La comparación arroja datos reveladores: mientras en primaria, en el área de lengua, el 80% de los alumnos más ricos alcanza los contenidos mínimos, en los sectores más pobres lo logra apenas el 50%. La brecha, de casi 30 puntos, significa que por cada 1,6 alumnos no vulnerables que alcanzan los objetivos, solo uno vulnerable lo consigue.
En matemáticas, la situación es aún más crítica: los aprendizajes muestran una tendencia descendente desde 2016 y la brecha se mantiene estable. En secundaria, el escenario se torna dramático: en 2016, el 54% de los alumnos de mayor nivel socioeconómico alcanzaba los mínimos en matemáticas, pero en 2024 ese porcentaje cayó al 28%. Entre los estudiantes pobres, el retroceso fue aún más fuerte: del 13% en 2016 al 5% en 2024.
“Esto significa que por cada cinco alumnos ricos que logran terminar la secundaria con los conocimientos básicos de matemáticas, apenas uno pobre lo consigue”, puntualizó la especialista.
Lengua: una estabilidad relativa
El informe no se limita a las matemáticas. En lengua, los resultados también muestran desigualdades, aunque con cierta estabilidad en el tiempo. Según el análisis, en secundaria los estudiantes de mayor nivel socioeconómico se mantienen en torno al 72% de logro, mientras que los más pobres alcanzan apenas el 43%. La brecha se traduce en un indicador de 1,7, es decir, por cada 1,7 estudiantes ricos que logran los mínimos en lengua, lo consigue uno vulnerable.
Aunque el escenario es menos crítico que en matemáticas, la brecha en comprensión lectora es significativa y plantea desafíos de base. “Si los chicos no aprenden a leer bien en primaria, difícilmente podrán resolver problemas complejos de matemáticas en secundaria. Los aprendizajes están profundamente interconectados”, sostuvo Orlicki.
El golpe de la pandemia
Uno de los factores que aparece como determinante en la caída de los aprendizajes es la pandemia de COVID-19 y la suspensión prolongada de la presencialidad.
“Los jóvenes que hoy rinden en 2024 cursaron parte de su escolaridad secundaria sin clases presenciales de matemática. Fueron dos años de pérdida de continuidad, en un área donde los contenidos son acumulativos y se construyen paso a paso. Ese quiebre es muy difícil de compensar”, analizó la investigadora.
Según explicó, recién en seis años, cuando se vuelva a contar con estudiantes que hayan cursado todos los años de manera presencial, será posible evaluar si los aprendizajes se recuperan o si la tendencia descendente se consolida.
Más estudiantes en la secundaria, menos aprendizajes
Otro aspecto que revela el informe es una aparente contradicción: Argentina logró en los últimos años reducir la deserción escolar y aumentar la permanencia en la secundaria, pero esto no se tradujo en mejores aprendizajes.
“El país hizo un esfuerzo enorme por sostener la escolaridad de los alumnos. Hoy hay más chicos dentro de la secundaria que hace una década. Sin embargo, lo que vemos es que esa mayor inclusión no se refleja en aprendizajes de calidad. En lengua se mantiene estable, pero en matemáticas hay una caída marcada”, señaló Orlicki.
Esto plantea un dilema: se amplía el acceso, pero los estudiantes no egresan con las herramientas necesarias para continuar sus estudios o insertarse en el mundo laboral.
Consecuencias más allá de la escuela
La falta de aprendizajes no queda circunscripta a las aulas. Tiene consecuencias directas en la vida de los jóvenes y en el desarrollo del país.
“Muchas veces se piensa en la matemática como algo propio del ámbito escolar, pero en realidad atraviesa la vida cotidiana. Desde manejar las finanzas personales hasta resolver problemas en el trabajo, la matemática está presente. Si los egresados terminan la secundaria sin los conocimientos mínimos, se limita su capacidad de desenvolverse en la sociedad”, advirtió Orlicki.
Además, las universidades, los institutos técnicos y el mercado laboral se enfrentan al desafío de recibir a jóvenes que no tienen las competencias básicas. Esto obliga a implementar cursos de nivelación o aceptar que muchos alumnos no podrán avanzar al ritmo esperado.
¿Cuál es el rol de las familias?
También se puso sobre la mesa otro aspecto del debate: el rol de las familias en la educación. ¿Influye la falta de capital cultural de los padres en los resultados de los hijos?
Orlicki fue clara: “Es importante que las familias acompañen, transmitan la importancia del estudio y el compromiso con la escuela. Pero los contenidos y las habilidades deben ser enseñados en la institución educativa. Los padres no pueden reemplazar a los docentes en esta tarea. Es la escuela la que debe brindar las herramientas”.
El estudio también ofrece pistas sobre posibles soluciones. Una de ellas es el fortalecimiento de la alfabetización en primaria, un aspecto que varias provincias ya están trabajando.
“Si los chicos no adquieren una buena comprensión lectora desde el inicio, difícilmente podrán avanzar en las etapas posteriores. Por eso es positivo que se esté focalizando en la alfabetización temprana. Pero eso no alcanza: también hay que pensar qué hacer con los alumnos que ya están en la secundaria y no cuentan con las herramientas necesarias”, sostuvo Orlicki.
En ese sentido, la especialista remarcó la necesidad de trabajar en varios frentes: desde la formación de los profesorados de matemática hasta programas específicos de acompañamiento a los estudiantes más rezagados.
La importancia de mirar los datos por quintiles
Uno de los logros del informe fue instalar la necesidad de analizar los resultados educativos no solo en promedio nacional, sino también desagregados por nivel socioeconómico.
“El Ministerio de Educación empezó a abrir los datos por quintiles. Esto es fundamental porque permite ver las desigualdades que quedan ocultas en los promedios. Un país puede tener un 50% de logro en matemáticas, pero eso puede significar que los ricos alcanzan un 70% y los pobres apenas un 20%. La mirada por quintiles es clave para diseñar políticas más justas y efectivas”, explicó Orlicki.
Un problema que trasciende generaciones
El informe no deja dudas: la desigualdad educativa en la Argentina no es solo un problema escolar, sino también social y económico. Las brechas en los aprendizajes consolidan un círculo de inequidad que se reproduce de generación en generación.
“Los jóvenes que hoy egresan sin los contenidos mínimos de matemática tendrán más dificultades para acceder a empleos de calidad, para continuar estudios superiores o incluso para desenvolverse en su vida cotidiana. Eso impacta en toda la sociedad, no solo en ellos. Porque una sociedad con bajos niveles de aprendizaje es una sociedad menos preparada para enfrentar los desafíos del futuro”, concluyó Orlicki.
El estudio del Observatorio de Argentinos por la Educación expone con datos precisos lo que muchas familias y docentes perciben día a día: la escuela argentina enfrenta un deterioro en sus aprendizajes básicos, con una desigualdad que deja a los más pobres en clara desventaja.
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