La Justicia sospecha que el crimen habría ocurrido tras un inesperado descubrimiento por parte de la víctima. Qué hallaron en los registros de las cámaras.
El caso del crimen de la psiquiatra Virginia María Franco, de 68 años, dio un giro inesperado este martes con la detención del principal sospechoso, que fue arrestado cuando presuntamente intentaba huir hacia Tucumán. La causa ahora se centra en reconstruir sus últimas horas y su posible participación en el homicidio ocurrido en City Bell.
La principal hipótesis de los investigadores es que la mujer descubrió que Javier Gustavo Echeverguren, un jardinero de 38 años que tenía trato frecuente con la víctima, le robaba. Así, la habría matado para cubrirse, con la lógica insensata de matar para tapar un robo.
El jardinero estaba a punto de huir. Tenía un pasaje de micro con destino a Tucumán para este lunes a las 19, horas antes de su arresto. La investigación que llevó a atraparlo, realizada por la DDI de La Plata, fue conducida por el fiscal Álvaro Garganta, con una batería de medidas de prueba como una segunda autopsia, un extenso barrido de cámaras y la toma de testimonios en el entorno de la víctima.
La prueba que cerró la pista en su contra, fue una filmación de cámaras de seguridad de la cuadra del crimen, que muestran al sospechoso con una mochila cargada y una bicicleta que habría sido del esposo fallecido de Franco.
Las cámaras de seguridad: claves para resolver el crimen
Todo indica que el crimen fue salvaje, ya que además de la puñalada en el cuello de la víctima- de seis centímetros de largo- los forenses hallaron una herida cortante en la zona del mentón, en ambos parpados, la muñeca y más cortes en dedos de una de las manos, además de un golpe en su cabeza.
La hipótesis de un crimen en ocasión de robo, al comienzo, no cerraba del todo. Se encontró el televisor de la víctima, así como una caja con alhajas. Se sospechó, en un momento, de un posible acosador, una teoría que no prosperó. Si Echeveguren robó, entonces no robó nada realmente de valor, al menos, no de valor monetario.
Los investigadores también descubrieron que Echeverguren no era el jardinero de toda la vida de Franco. Había comenzado a trabajar en la casa de la víctima hace relativamente poco, tras heredar la cartera de clientes del jardinero previo, que se había jubilado.
El teléfono y la computadora de la psiquiatra, descubrieron los investigadores, fueron encendidos por última vez el día 13 de este mes. Las cámaras que muestran al jardinero ir y venir, datan, precisamente, de ese día. Además de la bicicleta, el video lo muestra llevando una escalera.
El barrio tampoco ayudó al presunto asesino. Los vecinos de Franco declararon que ninguno de ellos le había encargado trabajo a Echeveguren aquel jueves.
La detención del jardinero antes de su fuga
Cinco días atrás, los detectives encontraron su nombre y su teléfono. Descubrieron que planeaba escapar a Tucumán. También, que tenía parientes en una villa en Quilmes que podrían refugiarlo. Lo capturaron en la esquina de su casa, con el bolso ya armado.
Pablo B., de 45 años, el amigo de Franco que reportó el hallazgo del cadáver, fue demorado al comienzo de la investigación y liberado en cuestión de horas luego de declarar como testigo. Su aporte fue esencial para la investigación. Entregó, por ejemplo, la clave de la computadora de la psiquiatra.
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