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La Mañana

Un juez que no pide disculpas

No se hizo cargo de nada" fue la drástica respuesta de Mónica Cid, quien viajó hasta Roca para reunirse con el juez Juan Pablo Chirinos y pedirle explicaciones por haber liberado al asesino de su hija de 12 años.

No se hizo cargo de nada” fue la drástica respuesta de Mónica Cid, quien viajó hasta Roca para reunirse con el juez Juan Pablo Chirinos y pedirle explicaciones por haber liberado al asesino de su hija de 12 años.

La gente de a pie ya no se banca la impunidad y quiere que los encargados de impartir justicia cumplan en forma eficiente su trabajo. El reclamo surge de la rabia pero también de los hechos concretos que muestran fallos controvertidos y decisiones que no le hacen nada bien a la comunidad.

El roquense Chirinos firmó la liberación del asesino de Mica. “No se hizo cargo de nada”, dijo la mamá de la pequeña.

Chirinos, quien está a cargo de un juzgado de Ejecución, ganó popularidad tras el crimen del ex gobernador Carlos Soria y su aparición en diversos canales de TV. Demostró que podía pilotear en las tormentas, y su carrera judicial en Río Negro se consolidó lo suficiente como para intentar pisar fuerte en esta provincia y presentarse a un concurso de juez penal. Gracias a su sólida formación académica, se impuso con un alto puntaje pero su pliego quedó trabado en la Legislatura neuquina.

El juez rionegrino no pudo hacer las valijas y en forma imprevista volvió a los medios nacionales en medio de un escándalo: fue el funcionario que firmó la liberación de Jhonatan Luna, el joven que asesinó a la pequeña Micaela Ortega en Bahía Blanca.

Una vez más, Chirinos se hizo merecedor de todas las miradas inquisidoras, que parecen no afectarlo. Suma antecedentes por liberaciones de peligrosos delincuentes, como el caso de Ramón Geldres, quien mató al comerciante cipoleño Claudio Araya. Ayer, ante la desconsolada madre de Micaela, atribuyó la libertad de Luna al sistema carcelario, a los informes psicológicos. ¡Qué lástima! Habría sido una gran oportunidad para pedir disculpas y reconocer que los funcionarios judiciales incurren en reiterados yerros, en ocasiones, fatales.

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