Unos pocos hábitos de cuidado cotidiano pueden marcar la diferencia para prevenir accidentes y evitar intervenciones costosas.
El desgaste de las pastillas de freno no solo compromete la seguridad vial: también impacta en el bolsillo de los conductores. Por eso, aunque tarde o temprano haya que cambiarlas, existen algunas pautas sencillas de manejo y mantenimiento que vale la pena tener en cuenta, y que permiten demorar al máximo la visita al taller mecánico.
Es que, en promedio, las pastillas de freno pueden durar entre 30 mil y 70 mil kilómetros, una brecha bastante amplia y que se define por múltiples factores: el estilo de conducción, el tipo de vehículo, las condiciones del terreno y el material de las piezas son algunos de los aspectos que influyen en su vida útil.
En ese sentido, dejar pasar demasiado tiempo sin revisarlas también es un problema, porque puede derivar en fallas graves. Por eso, los especialistas recomiendan atender tanto los hábitos de manejo como los controles periódicos en el taller.
Consejos prácticos para cuidar las pastillas de freno
Adoptar ciertas rutinas detrás del volante permite reducir el desgaste y ganar varios kilómetros antes de un recambio. Entre los hábitos más recomendados se encuentran:
- Adoptar un manejo menos agresivo. Frenadas bruscas y constantes desgastan más rápido las pastillas, sobre todo en la ciudad, con tantos semáforos y esquinas. Una conducción anticipada, suave y pareja ayuda a prolongar su uso (y de paso optimiza el consumo de combustible).
- Revisar los frenos con regularidad. Los especialistas recomiendan no dejar pasar más de 20 mil kilómetros sin un chequeo completo del sistema. Un control en cada visita al taller permite detectar a tiempo cualquier desgaste.
- Prestar atención a las alertas del tablero. La mayoría de los vehículos modernos incluye testigos luminosos que avisan con antelación. Ignorarlos solo deriva en fallas mayores y gastos extra en reparaciones.
- No abusar. En descensos largos o caminos de montaña, por ejemplo, es preferible reducir la velocidad con la caja de cambios antes que pisar constantemente el pedal de freno. Así se previene el sobrecalentamiento y se alarga la vida útil de las piezas.
Señales de alerta y mantenimiento adecuado
De todas maneras, más allá de los hábitos de conducción, hay síntomas concretos que pueden anticipar problemas serios en el sistema de frenos. Detectarlas a tiempo es clave para evitar accidentes y gastos mayores. Algunas de las más frecuentes son:
- El pedal no funciona como antes. Si hay que presionarlo con demasiada fuerza, o si se hunde más de lo normal, puede tratarse de pastillas dañadas o de una fuga en el circuito. Requiere revisión inmediata.
- Ruidos y vibraciones. Un chirrido persistente suele indicar problemas en discos, partículas atrapadas o piezas de baja calidad. Si al frenar el volante vibra, puede haber discos combados o ruedas desequilibradas.
- Controlar el estado del líquido de frenos. Un nivel bajo o contaminado puede afectar directamente la eficacia del sistema y acelerar el desgaste de las pastillas. Revisar el depósito y reemplazar el fluido según lo indicado por el fabricante evita fallas mayores.
- Instalar componentes homologados. Aunque se hayan implementado medidas para bajar los precios en el mercado de autopartes, muchas veces sigue pareciendo la mejor idea elegir pastillas de mala procedencia. Sin embargo, aunque en primera instancia el gasto sea menor, obliga a recambios más frecuentes y aumenta el riesgo de fallas.
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