¿Tengo SIBO? Estos son los 7 síntomas principales de la enfermedad que crece en Argentina
La patología se caracteriza por la excesiva presencia de bacterias en el intestino delgado, generando diversos problemas de salud.
Una patología que afecta la salud intestinal está siendo cada vez más diagnosticada en Argentina. Se trata del sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado, conocido por sus siglas en inglés como SIBO, una condición en la que una cantidad excesiva de bacterias, normalmente presentes en el colon, proliferan en el intestino delgado.
Si bien la presencia de bacterias en esta parte del sistema digestivo es natural en cantidades controladas, su aumento desmedido es motivo de diversos problemas de salud. Su exceso produce toxinas, altera la digestión y provoca síntomas como hinchazón, náuseas, diarrea, pérdida de apetito y hasta mal absorción de vitaminas.
Aunque en oportunidades se lo relaciona con algo pasajero o con molestias comunes, el SIBO puede derivar en malnutrición, pérdida de peso e incluso afectar al sistema nervioso si no se trata a tiempo. Los síntomas suelen confundirse con otras patologías digestivas, como el síndrome de intestino irritable (SII), por lo que un diagnóstico preciso es fundamental para el tratamiento adecuado.
Qué es el SIBO y cuáles son sus síntomas
Esta patología se caracteriza por una proliferación excesiva de bacterias en el intestino delgado, específicamente en el yeyuno y el íleon. La condición puede ser resultado de diferentes factores, como alteraciones en la motilidad intestinal, cirugías previas, enfermedades del aparato digestivo, uso prolongado de ciertos medicamentos o circunstancias que comprometen el sistema inmunológico.
Los principales síntomas asociados con el SIBO incluyen:
- Dispepsia: sensación de plenitud, hinchazón o incomodidad en la parte superior del abdomen.
- Gases excesivos: producción de gases en exceso, que puede acompañarse de eructos frecuentes.
- Dolor abdominal: suele ser difuso y varía en intensidad.
- Cambios en los hábitos intestinales: diarrea crónica, estreñimiento o alternancia entre ambos.
- Malabsorción de nutrientes: pérdida de peso no intencionada, deficiencias vitamínicas (como la B12) y anemia.
- Fatiga y debilidad: resultado de la malabsorción y la desnutrición.
- Heces con olor desagradable: olor fuerte, asociado a la fermentación de alimentos no digeridos.
El SIBO provoca síntomas como hinchazón, náuseas, diarrea y pérdida de apetito.
Cómo confirmar el diagnóstico de SIBO
La detección de esta condición requiere una evaluación médica especializada y la realización de pruebas específicas. Los métodos más utilizados son:
- Prueba de aliento con sacarosa o hidrógeno: es el método más común y menos invasivo. El paciente ingiere una solución que contiene lactulosa, lactosa u otro carbohidrato fermentable. Luego, se mide la cantidad de gases, principalmente hidrógeno o metano, que se exhala en intervalos regulares. La presencia de gases en niveles elevados y en momentos tempranos indica que hay bacterias fermentando los carbohidratos en el intestino delgado, lo que sugiere sobrecrecimiento bacteriano. Es importante que el examen sea realizado en un centro especializado, bajo supervisión médica, ya que los resultados deben ser interpretados en conjunto con los síntomas del paciente.
- Análisis de heces: aunque no es tan específico, el análisis de heces puede ofrecer pistas sobre la malabsorción, infecciones o desequilibrios en la microbiota intestinal. Sin embargo, no detecta directamente el SIBO.
- Endoscopía con aspiración de muestra: en casos complejos o cuando las pruebas no son concluyentes, una endoscopía es una herramienta útil para obtener muestras del intestino delgado y analizar las bacterias presentes. Este método es más invasivo y generalmente se reserva para casos difíciles de diagnóstico.
- Estudios de imagen y evaluación clínica: las radiografías, tomografías o resonancias pueden servir para identificar posibles antecedentes que favorezcan el SIBO, como obstrucciones, tumores o alteraciones en la motilidad intestinal.
Cuáles son sus riesgos, qué hacer ante las sospechas de SIBO y cómo se trata
Si no se trata adecuadamente, el SIBO puede generar complicaciones serias como:
- Deficiencia de vitaminas: principalmente B12, A, D, E y K
- Malabsorción de nutrientes: especialmente grasas y proteínas
- Osteoporosis: por deficiente absorción de calcio
- Cálculos renales: debido a desequilibrios minerales
- Neuropatías: por falta prolongada de vitamina B12
Si una persona sospecha que podría tener SIBO, lo más recomendable es no subestimar los síntomas digestivos persistentes y consultar a un gastroenterólogo. El profesional evaluará el historial clínico, realizará las pruebas correspondientes y establecerá un diagnóstico preciso.
El tratamiento de esta patología generalmente incluye el uso de antibióticos específicos, cambios en la dieta y, en algunos casos, probióticos para restaurar la microbiota saludable. Además, es importante abordar las causas subyacentes que puedan estar favoreciendo la proliferación bacteriana excesiva para prevenir recurrencias.
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