Cada año se atienden en la provincia alrededor de 200 denuncias de intoxicación con monóxido, y en uno de cada cuatro casos se corrobora el diagnóstico. En 2017, según datos del Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud, hubo 53 víctimas confirmadas.
El monóxido de carbono es un gas que no se puede ver ni oler y se produce por una combustión incompleta, o sea, cuando el calefactor, el horno o el calefón no están “quemando bien”. Ingresa a la sangre por los pulmones, en lugar del oxígeno, y lesiona el cerebro y el corazón.
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Horacio Trapassi, especialista en Toxicología del hospital Castro Rendón, recalcó que cualquier tipo de combustión puede emitir este peligroso gas “así sea con madera, nafta o gas”, y la principal prevención es ventilar los ambientes. Indicó que se producen intoxicaciones todo el año, “aunque en esta época comienzan a tener más frecuencia por las bajas temperaturas, que hacen que encendamos los artefactos y estemos más tiempo encerrados”.
Recomendó “revisar calefactores, cocinas y calefones” con un gasista matriculado y prestar atención “a que la llama sea azul y no encontremos nuevas manchas en la pared por la mañana, que pueden ser signos de que quemó mal”.
Además de que no se puede percibir con los sentidos, el monóxido de carbono es peligroso porque los síntomas de intoxicación no son fáciles de distinguir. La inhalación de este gas provoca desde dolor de cabeza, visión borrosa, diarrea, vómitos y mareos hasta palpitaciones, desmayos y convulsiones. Trapassi recalcó que una señal de alerta es si el malestar aparece en dos o más integrantes de una misma casa a la vez.
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Subrayó que la principal medida de prevención es abrir siempre una ventana y airear por completo la casa al menos una vez al día.
En caso de sospechar una intoxicación, hay que salir inmediatamente del edificio y acudir al centro de salud más cercano, porque es crucial recibir el tratamiento lo más rápido posible.
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